SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

¿Qué pasarí­a si EEUU se declarara en quiebra?

Jens Weidmann, presidente del Banco Central Alemán, y Wolfgang Schäuble, ministro de Economía de Alemania, parecían muy relajados mientras hablaban con la prensa, tras el encuentro anual de otoño en Washington del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que concluyó el sábado (12.10.2013). Probablemente porque el asunto más candente en estos momentos para los participantes procedentes de 180 países no es la crisis del euro, sino la disputa presupuestaria de EE.UU.

Schäuble, por su parte, ya advirtió hace un año, durante el último encuentro anual, que no tenía sentido seguir atacando al euro, especialmente porque la unión monetaria había llevado a cabo progresos sustanciales. En aquel momento, nadie quiso escucharlo. Sin embargo en esta ocasión, apenas tuvo que pronunciar palabra alguna. Las tres jornadas de encuentros que han tenido lugar en Washington han reunido unos 11.000 ministros, banqueros y periodistas, así como público en general, para discutir sobre cómo resolver la batalla financiera que libran el presidente estadounidense, Barack Obama y los republicanos, que aún no han llegado a un acuerdo sobre si el presupuesto de EE.UU. debe aumentar su techo de deuda.

A principios de mes, la directora del Frente Monetario Internacional, Christine Lagarde, señaló que la incertidumbre sobre el presupuesto de EE.UU. y su límite de deuda estaba perjudicando los mercados internacionales. La situación en EE. UU. no solo ha paralizado muchas agencias federales del país. Lagarde advirtió que impedir un mayor endeudamiento del Gobierno estadounidense afectaría la economía norteamericana y pondría en peligro la economía mundial. Actualmente, el límite de deuda es de 17 trillones de dólares (12.5 trillones de euros). Si no se llega a un acuerdo para subir ese límite, la mayor economía del mundo irá oficialmente a la bancarrota el próximo jueves, 17 de octubre de 2013.

¿Se impondrá la sensatez?

Los economistas no se atreven a imaginar un escenario como ese. Los mercados internacionales colapsarían y el dólar podría ir en caída libre, así como los bonos estadounidenses. Las agencias de rating tendrían que rebajar de inmediato la calificación crediticia de EE.UU. al estatus de «bono basura». El hecho de que los bonos estadounidenses no pudieran servir más como depósito de la Reserva Federal de EE. UU. sería el menor de los problemas por los que atravesaría el país. La Reserva Federal ya ha comenzado a aceptar bonos basura como parte de una política monetaria poco convencional. Por otra parte, la situación sería más problemática para los fondos de pensiones, porque solo se aceptan los calificados con una triple A.

Sin embargo, tanto los expertos del Fondo Monetario Internacional, como del Banco Mundial, dudan de que los políticos estadounidenses lleven al país a la bancarrota. «Me parece impensable que no se logre alcanzar un acuerdo», dijo Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. «Si esta situación durara mucho tiempo, tendría efectos muy negativos para la economía de EE.U. y para la economía mundial, pudiendo dañar la recuperación».

Schäuble y Weidmann también trataron de conservar el optimismo en Washington. Schauble señaló que «hay que encontrar una solución». Otros expertos piensan que ascender el techo de deuda no es una solución a largo plazo. «Incluso sin elevarlo, EE.UU. tiene significativamente más deuda per capita que la Eurozona e incluso que la mismísima Grecia», dijo Georg Fahrenschon, presidente de la Deutsche Sparkassen und Giroverband (DSGV), que agrupa cajas de ahorros y bancos estatales alemanes.

Política fiscal «insostenible»

No solo la actual deuda per capita es más alta en Estados Unidos que en Grecia, sino que crece más rápidamente que en este país europeo. Fahrenschon arguye que una política basada en el préstamo es «insostenible» , pues sobrecarga a las generaciones futuras y genera desequilibrios financieros. Si esos desequilibrios llegan a ser muy grandes, se producirá inestabilidad económica.

Hasta ahora, los bancos centrales -sobre todo en los países industrializados- han tratado de prevenir esa inestabilidad mediante una política monetaria blanda, incluyendo tasas de interés cero. Pero está claro que esta política no puede continuar indefinidamente sin riesgo de burbujas inflacionarias y crisis. «Los bancos centrales no pueden seguir pisando el acelerador siempre», opina Weidmann, presidente del Banco Central Alemán.

Mercados emergentes en la mira

La pasada primavera, Ben Bernanke, presidente saliente de la Reserva Federal estadounidense, consideró un cambio en la política financiera blanda para atraer capital procedente de economías emergentes, pero dijo que eso dependería de si la economía de EE.UU. continuaba su recuperación. Recuperarse será complicado si el Gobierno, cuyo gasto constituye casi el 20 por ciento del Producto Interior Bruto, continúa en punto muerto.

Sin embargo, un cambio en la política fiscal podría llegar en algún momento y los mercados emergentes deben prepararse para ello. «La eventual transición hacia la normalización de la polítcia monetaria en el marco de un crecimiento sólido y mantenido debe comunicarse de forma adecuada, calibrada y a su debido tiempo», dijo el sábado el Comité Financiero y Monetario Internacional. Christine Lagarde realizó un llamamiento a los distintos bancos centrales del mundo para trabajar conjuntamente con el fin de minimizar los efectos de políticas monetarias más restrictivas.

Deja una respuesta