Cultura popular

«Que no nos falte de na…»

La asada semana se celebraba la feria de Sevilla, una fiesta popular que materializa el hilo conductor entre Cataluña y Andalucía. Colores, bailes y ganado materializaban una feria de ganado que dos catalanes promovían en Sevilla. Palmas, sevillanas y rumbas, suponen unas raíces, un arte común un duende que recorre la península.Son Cataluña y Andalucía dos comunidades que se han nutrido de fuertemente de inmigrantes de uno a otro sitio, y no es por ello de extrañar que en muchos barrios de Barcelona de pronto desaparezca el acento catalán y oigamos a nuestro alrededor un andaluz cerrado. De igual forma fueron dos catalanes los que comenzaron una iniciativa que tenía como base material una feria de ganado en la que se encontraban lo mejorcito de la ganadería y una variedad de caballos que reunía gente de campo, ganaderos y ciudadanos que acudían al evento celebrando, como no puede ser de otra forma de manera familiar lo que con el tiempo se convirtió en el evento más importante de la capital andaluza.Es curioso el carácter mestizo de nuestra sociedad, un mestizaje que une flamenco gitanos y raíces árabes para a su vez dar a luz en Cataluña a la rumbita catalana, un espíritu que une las costumbres y raíces de dos pueblos que a pesar de que muchos se empeñen en señalar las diferencias, se trata de pueblos hermanos donde los trabajadores han emigrado de un sitio a otro creando la industria y riqueza de ambas comunidades. Un legado de trabajo que une al pueblo por la base.Este año la crisis no ha podido con la feria, colores sevillanas manzanilla y buen humor llenaban las calles de la feria. La portada con bombillas de bajo consumo nos anuncia un cambio de época donde el ahorro de energía crea una bienvenida espectacular, este año la portada representaba los arcos de la maestranza y la parte superior una caseta de feria como el mismo corazón de la feria donde se reúnen familias, vecinos o trabajadores de una empresa para juntos cantar en esta crisis el “que no nos falte de na” , para convertir las calles de la feria en unidad de grupos espontáneos en los que con una caña y una caja flamenca cualquiera se convierte en el alma de la fiesta, para que todo el que pase se pueda unir al grupo. Los sevillanos acogen a la gente que viene de fuera para hacerlos suyos y ofrecer lo mejorcito de lo que disponen, de todas las regiones de España y de multitud de lugares del mundo los visitantes de la feria se convierten durante esta semana e un corazón que late al unísono con ritmos populares de percusión palmas y guitarras, voces quebradas y dolor de palmas y alegría en las manos que inundan la feria y poseen a todo el que pasa de visita.

Deja una respuesta