Todo el mundo espera con impaciencia la visita de Estado del Presidente Barack Obama, de miércoles a domingo. Cada vez que un presidente estadounidense visita China, o viceversa, es un evento diplomático importante, dada la importancia primordial de las dos naciones en los asuntos mundiales. Es importante simbólica, sustancial, global, regional y bilateralmente.
Obama y una amlia gama de otros funcionarios de EEUU han manifestado el deseo de los Estados Unidos de dar forma a una solución duradera "positiva, de cooperación, y completa" en la relación con China, así como una asociación mundial cada vez mayor para hacer frente a una amplia gama de desafíos internacionales. Estos objetivos son realmente dignos y adecuados. China debe asumir una cantidad cada vez mayor de responsabilidad en los asuntos regionales y globales -en particular en el financiero, energético, humanitario y en el terreno de la seguridad-, mientras que EEUU y otros actores necesitan dejar espacio para que China desempeñe un mayor papel. En la actualidad, dos nuevas áreas potenciales de cooperación son el Afganistán y la seguridad marítima del Pacífico occidental. Para el primero será necesario realizar adaptaciones en el pensamiento de Pekín, mientras que el segundo necesita ajustes en Washington y Tokio. THE WASHINGTON POST.- El Presidente Obama tiene una semana de mucho trabajo por delante en Asia. Sus reuniones en Tokio, Singapur, Beijing y Seúl se referirán a la represión en Birmania, las bases militares de EE.UU. en Japón y la búsqueda de un acuerdo sobre las armas nucleares en Corea del Norte. Pero como el líder de una nación que lucha con el 10,2% de desempleo, el Sr. Obama también debe centrarse en la relación de EEUU con la región económica más dinámica del mundo. China. China Daily Qué más puede hacer China para estrechar lazos David Shaumburg Todo el mundo espera con impaciencia la visita de Estado del Presidente Barack Obama, de miércoles a domingo. Cada vez que un presidente estadounidense visita China, o viceversa, es un evento diplomático importante, dada la importancia primordial de las dos naciones en los asuntos mundiales. Es importante simbólica, sustancial, global, regional y bilateralmente. También es personalmente significativo para el presidente de los EEUU como su primera visita a China. Se formará diferentes impresiones de primera mano de China, de sus dos principales ciudades (Beijing y Shanghai), sus dirigentes, y los elementos de la sociedad china con los que interactuará. Estas experiencias proporcionarán a Obama una visión más "real" de China, y se espera que China, adquiera una mayor conciencia acerca de su lista de prioridades. Obama ya sabe de la importancia de China y lo ha dicho en varias ocasiones (sobre todo en su discurso en el primer diálogo estratégico y económico en Washington en julio), pero dado el gran número de retos nacionales e internacionales a los que se enfrenta –desde la recuperación económica a la reforma de la atención sanitaria, del desempleo a la reconstrucción de las infraestructuras, de las guerras en Irak y Afganistán a la reconstrucción de las relaciones de Estados Unidos en Europa, Oriente Medio, América Latina y Asia- su visita a China será importante en el establecimiento de las relaciones con China entre sus prioridades. Lo que es más importante, China no es un problema en sí misma, sino que está más bien entrelazada con otras cuestiones que prácticamente abarcan todos los asuntos nacionales y mundiales para Obama. Obama visita a China en un período en que la relación está en su mejor momento en 20 años. Se ha tardado dos décadas en reconstruir una relación con el punto de vista productivo que tien hoy. Igualmente importante, es que dentro de los EEUU se ha tomado este período para reconstruir el consenso bipartidista sobre una política nacional hacia China, que fue destrozado en 1989. A pesar de que sigue habiendo (y siempre seguirá existiendo) un variado espectro de opiniones entre la clase "política" estadounidense, un amplio "centro" de este espectro ha sido reconstruido en favor de las buenas relaciones y la cooperación con China. El proceso de reconstrucción, tanto de forma bilateral como a nivel nacional dentro de los EEUU, se inició durante la segunda administración Clinton y se ha reforzado considerablemente durante la administración de George W. Bush. La administración Bush merece una alta calificación por su política hacia China y por dejar a la administración Obama una relación generalmente sólida. Por su parte, el gobierno de China bajo Jiang Zemin y Hu Jintao, ha hecho hincapié en las relaciones con Washington porque sabe que EEUU es la clave para todas las prioridades nacionales, regionales e internacionales de China. Si bien siguen existiendo algunos elementos de discordia en el área comercial, estratégica y la desconfianza persiste en el ámbito militar, la relación global nunca ha sido más fuerte ni más profunda. Esto se refleja en lo que yo llamo las “dos claves": la interdependencia y la institucionalización. En el plano social, las sociedades estadounidense y china están profundamente entrelazadas (mucho más profundamente de lo que cree el promedio de personas). Esto es una buena cosa porque la dependencia mutua pone topes a las "crisis" en la relación global o a las dificultades en sectores específicos. Agregado a la durabilidad de los nuevos vínculos es la institucionalización de las relaciones intergubernamentales. Con más de 60 diálogos bilaterales existentes y con más de 200 acuerdos bilaterales en vigor. Prácticamente todos los ministerios y departamentos de los dos gobiernos regularmente interactúan con sus homólogos, en particular en las zonas sensibles de intercambio de inteligencia y aplicación de la ley. Con el exitoso viaje del General Xu Caihou a los EEUU recientemente, y sus siete puntos de acuerdo con el secretario de Defensa Robert Gates, los lazos militares con suerte pueden ser ampliados, profundizados y estabilizados. Obama y una amplia gama de otros funcionarios de EEUU han manifestado el deseo de los Estados Unidos de dar forma a una solución duradera "positiva, de cooperación, y completa" en la relación con China, así como una asociación mundial cada vez mayor para hacer frente a una amplia gama de desafíos internacionales. Estos objetivos son realmente dignos y adecuados. China debe asumir una cantidad cada vez mayor de responsabilidad en los asuntos regionales y globales -en particular en el financiero, energético, humanitario y en el terreno de la seguridad-, mientras que EEUU y otros actores necesitan dejar espacio para que China desempeñe un mayor papel. Mientras Washington debe pedir más de Beijing, también debe tener cuidado de no esperar demasiado. La historia de las relaciones sino-estadounidenses en los últimos 30 años está llena de ejemplos, en uno y otro lado, de cómo expectativas poco realistas hacia la otra parte, acaban frustradas por la capacidad del otro para coincidir con las expectativas. Hoy en día, el gobierno chino continúa teniendo grandes responsabilidades domésticas, y sus posiciones internacionales están a menudo en un desacuerdo considerable con EEUU. Así, la asociación tiene que llevarse a cabo dentro de estos límites y, a menudo, en paralelo, en vez de hacerlo directamente, aunque ambas partes deben buscar constantemente oportunidades para ampliar la cooperación mundial y regional en Asia. En la actualidad, dos nuevas áreas potenciales de cooperación son el Afganistán y la seguridad marítima del Pacífico occidental. Para el primero será necesario realizar adaptaciones en el pensamiento de Pekín, mientras que el segundo necesita ajustes en Washington y Tokio. China podría proporcionar una gran cantidad de útiles de seguridad, ayuda y otra asistencia humanitaria en Afganistán, en caso de decidirse a hacerlo, a lo que Washington y sus aliados de la OTAN darían la bienvenida. Hasta la fecha, Washington no ha pedido nada y Beijing se ha mostrado reticente a contribuir. Pero China podría permitir a la Policía Armada Popular (Wujing) ayudar a entrenar a la policía afgana (una necesidad urgente), y el Ejército Popular de Liberación puede incluso participar en las operaciones militares multinacionales contra los talibanes y Al-Qaida (que son también enemigos de China). China también puede hacer mucho para construir infraestructuras difíciles en Afganistán -carreteras, puentes, túneles, edificios- así como contribuir con personal a la educación superior y a los centros de salud pública en todo el país. China tiene mucha experiencia en estas cuestiones en África y en otras partes; ahora es el momento oportuno para participar sobre el terreno en Afganistán en asociación con la OTAN y otros. El mantenimiento de la seguridad marítima en la región del Pacífico occidental ha sido principalmente una responsabilidad de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Pero, como la marina china continuamente amplía su radio de acción y los intereses de China en el mantenimiento de unas rutas marítimas de comunicación abiertas y seguras aumentan, es natural que deba desempeñar un papel mayor en la seguridad marítima de Asia y el Pacífico. Esto requerirá de un ajuste bastante importante en el pensamiento estratégico de Japón y EEUU –abriéndose a las operaciones de expansión de China en términos de cogestión de los espacios marítimos-, mientras que requerirá de Beijing aceptar un mayor papel para las fuerzas marítimas japonesas en la región. También será necesario el intercambio conjunto de inteligencia naval y aérea, cosa que los adversarios no hacen. Por lo tanto, avanzar en la cooperación marítima, requiere de EEUU y Japón abandonar el modo de pensar en términos de "cobertura estratégica" y "equilibrio de poder", mientras que China debe abrir sus operaciones militares al escrutinio externo y considerar plenamente a los militares americanos y japoneses como socios. El establecimiento de la cooperación en estas dos zonas sensibles no será fácil, ya que requieren cambios fundamentales en la mentalidad estratégica, importantes recursos, y quizás la pérdida de vidas de China (en Afganistán). Pero rendiría enormes dividendos si los obstáculos se pueden superar, estableciendo con precisión el nivel de "confianza estratégica", algo que todavía sigue siendo difícil en las relaciones China-EEUU (y China-Japón). "Alcanzar lo difícil" no es fácil. Pero eso es lo que el ex presidente de EEUU, Richard Nixon y Mao hicieron hace casi 40 años. Para forjar una verdadera alianza mundial entre los EEUU y la China de hoy se requiere esa visión y esa voluntad. Incluso si las dos partes no avanzan en estos dos ámbitos, la visita de Obama es probable que tenga bastante éxito en otras áreas. Pero al final del día, uno no debería esperar demasiado de tales cumbres, ya que sólo son un ejemplo de la interacción regular entre los dos líderes durante todo el año. Cuando se sienten en el Gran Palacio del Pueblo el lunes, será su quinta reunión en 11 meses y hablan una o dos veces al mes por teléfono. El valor real y la oportunidad de tales cumbres es doble. En primer lugar, para tener una visión verdaderamente amplia y calibrar con precisión el guión del diálogo estratégico, incluidos los demás asuntos de política interna. En segundo lugar, dinamizar las respectivas burocracias gubernamentales para forjar la cooperación bilateral. Si esto se puede lograr, la cumbre entre China y América será un éxito considerable. CHINA DAILY. 13-11-2009 EEUU. The Washington Post Tratar con ellos El Presidente Obama tiene una semana de mucho trabajo por delante en Asia. Sus reuniones en Tokio, Singapur, Beijing y Seúl se referirán a la represión en Birmania, las bases militares de EE.UU. en Japón y la búsqueda de un acuerdo sobre las armas nucleares en Corea del Norte. Pero como el líder de una nación que lucha con el 10,2% de desempleo, el Sr. Obama también debe centrarse en la relación de EEUU con la región económica más dinámica del mundo. El problema más delicado es reequilibrar los flujos comerciales y de inversión entre los Estados Unidos y China. Para impulsar sus exportaciones, China continúa vinculando su moneda a un dólar en declive. Esto hace que sea más difícil para Estados Unidos y otros países asiáticos reclamar su parte del comercio regional. El signo más peligroso ha sido la compra de dólares por parte de los gobiernos de Rusia, Corea del Sur, Tailandia y Filipinas en un intento de control de daños que está probablemente condenado en términos prácticos, pero que es significativo como medida de las preocupaciones de estos países. La administración Obama ha llamado correctamente a China y otros países asiáticos a aumentar el consumo interno, la misma razón por la que la región está demandando indicios convincentes de la disciplina fiscal de los Estados Unidos. La política comercial de EEUU, o la falta de ella, es la otra gran amenaza para la competitividad económica de Estados Unidos en Asia. En 2007, el Congreso, controlado por los demócratas, dio autoridad a la presidencia de utilizar una vía rápida para renovar acuerdos comerciales a punto de caducar. No es que Obama necesariamente vaya a utilizarla. La acción comercial más importante de su gobierno hasta ahora ha sido abofetear los aranceles sobre las importaciones de neumáticos chinos, según lo solicitado por el sindicato de trabajadores del acero. El acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Corea del Sur negociado por la administración Bush ha sido ratificado por más de dos años. Según el acuerdo comercial con Corea, el 95% de las mercancías de consumo y los productos industriales se convertirán en franquicias en tres años, impulsando las exportaciones estadounidenses a Corea del Sur por 10 mil millones de dólares anuales, según estimaciones del gobierno. La gran mayoría de las empresas estadounidenses lo apoyaron. Pero el sindicato United Auto Workers –junto con Ford y Chrysler, pero no General Motors– se opuso a la oferta, insistiendo en la vinculación entre el futuro de las reducciones arancelarias de EEUU y el aumento de las ventas de automóviles de Corea del Sur en EEUU. La administración Obama está comprometida en una "revisión" del acuerdo con Corea, con el objetivo declarado de afrontar el problema de los automóviles. Pero los coreanos no están conteniendo la respiración por ello. Por el contrario, Seúl concluyó un acuerdo con la Unión Europea que dará a las empresas basadas en la UE una ventaja sobre sus competidores de EEUU en los miles de millones de dólares que mueve el mercado coreano. Además, las naciones de Asia estudian eliminar las barreras comerciales entre ellos mismos, en el camino de formar una especie de zona regional de libre comercio. La región de Asia-Pacífico representa más de la mitad del producto interno bruto mundial y el 44% del comercio mundial. Es el destino de la mayoría de las exportaciones de EEUU. Sin embargo, Estados Unidos corre el riesgo de quedarse fuera a menos que Obama tome medidas para revitalizar la política comercial norteamericana, la primera de las cuales debería ser establecer el acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, tomando el camino de ratificar el anterior. THE WASHINGTON POST. 13-11-2009