Colocado ante la imposibilidad de aprobarlo por mayoría parlamentaria -ante la existencia de un sector izquierdista de su propio partido frontalmente contrario a la Reforma Laboral- y las exigencias de la oligarquía financiera gala, Hollande ha sacado la controvertidaReforma Khomri` por la vía del decreto.
El decretazo, que evidencia la soledad y la debilidad de un gobierno “progresista” de palabra, pero de hechos contundentemente oligárquicos, no sólo lo aleja aún más a su electorado, sino que vuelve a calentar las calles francesas. El movimiento popular -desde la izquierda y los sindicatos, pasando por los estudiantes y el recién brotado movimiento Nuit Debóut- bullen de nuevo y ya preparan una contundente respuesta.
Hollande ha recurrido al artí- culo 49.3 de la Constitución para aprobar la reforma de la ley del trabajo -un decretazo en toda regla- que le permite aprobar leyes sin pasar por el Parlamento. Las hemerotecas se han puesto a funcionar y han recordado lo que el mismo Hollande declaró indignado contra la utilización de los decretos por parte de Chirac. “El 49.3 es una brutalidad, el 49.3 es una negación de la democracia, el 49.3 es una manera de frenar o de impedir el debate parlamentario”, dijo entonces. Otras hemerotecas también han recordado que de hecho, el Partido Socialista francés es el que más veces ha echado mano del 49.3 a lo largo de la historia de la Quinta República.
«Las calles francesas -desde la izquierda y los sindicatos, pasando por los estudiantes y el recién brotado movimiento Nuit Debóut- bullen de nuevo y ya preparan una contundente respuesta.»
Lo que ha dicho ahora para justificar la antidemocrática forma en la que saca adelante esta antipopular ley… es que hay “una minoría de bloqueo” de “diputados que bloquean la aprobación”. Se refiere no a las señorías de la oposición de la derecha -Los Republicanos de Sarkozy le han exigido que se plante ante “el chantaje de la calle” y que saque adelante la Ley Khomri en su forma original, sin concesiones a los sindicatos- sino a los disidentes de su propio partido. Una treintena de diputados del ala izquierda del PS ha acompañado las huelgas y manifestaciones, ha denunciado la Ley Khomri y ha llegado a intentar lanzar una moción de censura -junto a ecologistas y comunistas- contra su propio gobierno.
El presidente francés y su primer ministro Manuel Valls no pierden oportunidad para asegurar que la reforma de ley laboral beneficiará a los ciudadanos y sus derechos como trabajadores. Pero los casi dos millones de personas que se han manifestado a lo largo de estos dos meses -entre los que están una buena parte de sus votantes- ya le han dicho en las calles y en las plazas por dónde se puede meter sus promesas. Veremos ahora cómo arde París.