Azuzado por el golpe que le ha asestado Kiev – que desde el 6 de septiembre inició una contraofensiva desde Járkov hacia el Donbás que ha recuperado en muy pocos días un enorme territorio, 8.000 kilómetros cuadrados, un área comparable a la Comunidad de Madrid- el presidente ruso Vladimir Putin ha decretado de manera parcial la movilización de los ciudadanos rusos de la reserva para ir a combatir a Ucrania.
“Solo los ciudadanos de la reserva estarán sujetos a la llamada de la movilización parcial”, ha dicho, prometiendo que los reservistas recibirán “entrenamiento adicional” antes de ser enviados al frente.
Putin, que hasta ahora se ha negado a hablar siquiera de una «guerra» -mencionar esa palabra en público es motivo de detención en Rusia- y siempre ha dicho que Rusia está llevando a cabo una «operación militar especial» en Ucrania con el objetivo «desmilitarizarla y desnazificarla» y de «liberar el Donbás» y otras regiones rusófonas, ha vuelto a dirigirse a los cuidadanos rusos en una comparecencia televisiva. En ella, usando el orwelliano y subversivo lenguaje de la KGB, ha vuelto a acusar a Occidente de «onvertir la población ucrania en carne de cañón” y de «no querer la paz entre Rusia y Ucrania y de querer destruir el país». El jefe del Kremlin ha vuelto a decirle a los rusos que su objetivo es “defender” los territorios rusófonos y “liberar” la región de Donbás.
Dice esto tras declarar una invasión imperialista que desde el 24 de febrero ha provocado decenas de miles de muertos, al menos nueve millones de refugiados y desplazados internos, innumerables crímenes de guerra y violaciones (a las que hay que sumar los que ahora se están conociendo en la localidad liberada de Izium, cerca de Járkov), decenas de ciudades y pueblos bombardeados y reducidos a escombros, y una incontable cantidad de dolor y desolación.
Ante la perspectiva de un giro en la guerra que comenzara una deriva de derrota para Moscú, los sectores más socialfascistas y breznevianos de la burguesía imperialista rusa -encabezados por ultranacionalistas y el Partido «Comunista» de la Federación de Rusia- habían exigido la «movilización general» (es decir, el reclutamiento obligatorio de jóvenes y ciudadanos en edad de servicio militar) para evitar, sea como sea, la humillación de que Rusia pierda la guerra. Al tomar esta decisión, Putin -sin llegar a la movilización de todos los rusos en edad militar- toma una medida intermedia.
Pero la movilización, aunque sea parcial, aunque sea de los reservistas, es una medida muy impopular, que echará más leña al fuego de una contradicción explosiva, la que existe entre el Kremlin y amplios sectores de la ciudadanía rusa. Hasta ahora las protestas contra la guerra -de algunos miles de personas- han sido sofocadas con cárcel y represión, y la propaganda del Kremlin ha logrado conservar el apoyo mayoritario a una «operación militar especial» en la que sólo participaban militares profesionales en activo y mercenarios. ¿Qué ocurrirá cuando las familias rusas vean que algunos de sus miembros -los que tienen algún tipo de formación militar o han formado en el pasado parte del ejército- son llamados a filas en contra de su voluntad?
Carlos dice:
El partido Comunista ruso se puede ir a hacer puñetas
«La más importante experiencia del movimiento comunista internacional consiste en que el desarrollo y el triunfo de una revolución dependen de la existencia de un partido revolucionario del proletariado.»(Mao Tse Tung. 25 puntos de Pekin)
Si existiera un partido Comunista revolucionario en Rusia, Putin pasaría a ser Kerensky, aunque éste pájaro, anti-Comunista, ultra-capitalista, ya se ha encargado de desarticularlos (y eso que era director del KGB, para que se vea lo que había ahí dentro)
Castellano dice:
Se agradecen siempre noticias de útlima hora comentadas por los redactores del De Verdad. La posición contra la invasión es clara y justa. Considero que la paz mundial está en juego y parece que es algo no está valorando en su justo término.