SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Pulso a Rajoy en la derecha

En algún lugar de Berlín debe de haber una oficina de seguimiento del vientre blando de Europa, ese sur que, cuarenta años después de la insurrección militar de Lisboa, vuelve a ser zona crítica. Una soleada oficina, con muebles modestos, vasos de plástico y funcionarios con miedo a la inflación en el fondo de la mirada. Trabaja mucho ese departamento y este es su último parte de novedades: “Iberia se inflama”.

En Portugal, un tumulto en un supermercado que acabó con escupitajos al ministro de Hacienda, ha roto engranajes. El ministro Vítor Gaspar, el hombre de Berlín en Lisboa, dimitió porque ya no podía más. La crisis ministerial se ha cerrado mal y está aflorando la tensión entre el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, y el primer ministro, Pedro Passos Coelho, ambos del mismo partido. En el fondo, el agotamiento moral de la política de austeridad.

Problemas domésticos en España, el país con mayor estabilidad política de toda la Europa en crisis. Una mayoría parlamentaria rocosa, firme e impermeable que hace honor a la faceta disciplinada de la sociedad española, pese a la siesta, la sangría y esas imágenes de Pamplona: el tapón en la plaza de toros y las chicas manoseadas. Son Jano bifronte los españoles: les gusta marcar el paso y pasarse de la raya. Un país raro y vigoroso que cada treinta y tantos años sufre una extraña fascinación por el abismo.

En Madrid han pillado al tesorero del principal partido con 48 millones de euros en Suiza. Mucho dinero. El asunto se está investigando y no parece que vaya a ser fácil dilucidar si esa suma pertenece al partido o al detenido, que lo habría hecho crecer en la bolsa gracias a su buena información sobre los negocios. Ya se sabe que España ha vivido una muy singular evolución del capitalismo de Estado al liberalismo reglamentado y castizo.

El tesorero en prisión se llama Luis Bárcenas y es un hombre de carácter. Orgulloso, acostumbrado a la buena vida y con un alto concepto de sí mismo. Hace unos meses, su nombre apareció en una investigación bautizada con un nombre alemán. Gürtel. Una ironía de la policía española, en tiempos de los socialistas. Gürtel significa correa en español y ese es el apellido del principal implicado en una red de negocios sucios alrededor del Partido Popular, en tiempos de José María Aznar. Hay indicios de que Bárcenas colaboró con ellos.

Al verse escasamente protegido por los actuales dirigentes del PP –“que cada palo aguante su vela”, dijo la secretaria general, María Dolores de Cospedal, elegante dama castellana–, ese hombre con porte de burgués de Madrid organizó su propia línea de defensa. El primer mensaje fue el siguiente: tengo copia de la contabilidad B del partido y puedo crear problemas. Una fotocopia de esa supuesta contabilidad fue publicada a finales de enero por el diario El País, principal referencia del centroizquierda español. Allí aparecía el nombre de Mariano Rajoy, como receptor de unos sobresueldos en su época de ministro de Aznar. Todo indica que el partido complementaba los salarios de algunos altos cargos, nóminas que en España no suelen ser tan altas como en otros países. El Partido Alfa, efectivamente. Poderoso y disciplinao. Un cuadro de mando con ingresos de alto ejecutivo. La posible falta ha prescrito, pero esa noticia, en plena crisis, es fea.

Rajoy negó esos cobros. Y al cabo de unas semanas, las pesquisas parecían centrarse en la relación de Aznar con los tipos de la Gürtel, personajes verdaderamente pintorescos. Rinconete y Cortadillo con Visa Oro. Montaron un pufo hasta en la visita del Papa a la ciudad de Valencia, en 2006. Benedicto XVI predicó a favor de la familia con una megafonía carísima. Hincharon los precios. Con la cifra pagada, a Joseph Ratzinger podían haberle oído hasta en Marte. España es un país raro. Aznar montó en cólera y salió en televisión criticando rudamente el estilo y la política de Rajoy. Era un mensaje fácil de descifrar: cuidado con lo que hacéis; no me gusta como estáis llevando las cosas.

Rajoy, impertérrito, no se movió. Al verse muy cerca de la prisión, el tesorero cambió de táctica. Nombró albacea al director de El Mundo, segundo diario de Madrid, enfrentado a Rajoy y próximo a Aznar. También ha cambiado de abogado: un exjuez indultado por Aznar que escribe en el diario-albacea. Han vuelto a salir papeles, esta vez originales, en los que Rajoy sigue apareciendo como receptor de sobresueldos. (El Mundo publica hoy unos SMS de Rajoy a Bárcenas de los últimos tres años).

La prioridad del juez es averiguar el origen de los 48 millones hallados en Suiza. La prioridad del detenido y de su círculo protector parece que es presionar a Rajoy. La autopsia de la financiación del PP obliga a hablar de Aznar, líder el partido entre 1990 y 2004. El presunto cobro de primas en B podría lacerar al presidente del Gobierno, cuya valoración en las encuestas hoy es baja, debido a la crisis. Parece evidente que estamos ante una lucha de poder en el interior del centroderecha español. Debajo de esa mayoría absoluta late un volcán.

Rajoy aparenta una gran tranquilidad. Esa es su principal arma. Pocas veces se altera. Está preocupado, pero cree que resistirá la presión. Los ministros le apoyan –hay que prestar especial atención al titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón– y en el grupo parlamentario no se observan fisuras. La táctica silenciosa del primer ministro no es muy popular, pero en España siempre se ha dicho que resistir es vencer.

Rajoy se está enfrentando al núcleo duro de la derecha madrileña, que exige menos impuestos y una política de mayor tensión con Catalunya, para aumentar la cohesión del electorado del PP. Les preocupan las encuestas. Los últimos sondeos indican una caída muy fuerte de la fidelidad de voto. El presidente cree que la situación mejorará en los próximos meses, a medida que se confirme una leve recuperación de la economía. El discurso está preparado: “Empujemos todos en la misma dirección y no nos peleemos”. El Gobierno lo fía todo a esa paulatina mejora económica y a la debilidad del Partido Socialista Obrero Español. Los socialistas tienen un problema de mil demonios en Andalucía, la gran región del sur, que gobiernan desdesde hace 33 años. Ha desaparecido mucho dinero de un fondo para los parados. Y eso no es todo. Han de combinar su liderazgo en el Sur, con un cierto atractivo en Catalunya, donde la erupción soberanista sigue siendo fuerte. El líder del PSOE también está atravesando la maroma. Ayer le dijo a Rajoy que está sentado sobre tres volcanes: “el paro, el tesorero y Catalunya”.

Rajoy, sobre Catalunya, dice lo siguiente: “No pasaré a la historia por ser el presidente que ha troceado la soberanía nacional española, pero no voy a dar voces, ni a pegar manotazos. Buscaré los acuerdos que sean posibles”. Son palabras recientes y quizá ayuden a entender lo que está pasando en Madrid. Hay un sector de la derecha que quiere dar voces, pegar manotazos y amenazar a los de Barcelona. Creen que eso les daría un buen salvoconducto electoral.

Hay otro dato a tener en cuenta. El Gobierno Rajoy se halla en una fase de mucha tensión con las empresas eléctricas. España es un país raro. Tiene una notable capacidad de producción de energía, pero la gestión de las tarifas ha acabado produciendo un déficit de 27.000 millones. Una cifra descomunal, similar a la deuda acumulada por las Fuerzas Armadas en la compra de armas. Las compañías lo atribuyen a la frivolidad de Zapatero a la hora de conceder unas primas magníficas a la producción de energía fotovoltaica y termosolar. Un lío fenomenal. El Gobierno ha optado por una solución casi salomónica: el défict lo pagarán los usuarios y las empresas. Las compañías están muy enfadadas.

Los funcionarios alemanes miran el mapa y alzan las cejas. Dibujan un triángulo con un signo de admiración en el interior de la Península. Gefahr! (Peligro)

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