En la última entrega de “Salvados”, presentado por el periodista gallego Gonzo, Pablo Iglesias ha comparado a Puigdemont, representante de la derecha catalana, con los exiliados republicanos de izquierdas.
Aclaremos esta confusión, que nadie de izquierdas, ningún progresista, puede aceptar.
Puigdemont es de derechas, y lo ha sido desde que nació, durante toda su trayectoria política. Utilizando una expresión popular, Puigdemont es “de derechas, de toda la vida”.
Inició su carrera política teniendo a Pujol como referencia, en las juventudes de Convergencia, la expresión químicamente pura de la derecha catalana, donde escaló posiciones hasta ser en diputado en el Parlament. Y en 2011 se convirtió en alcalde “de derechas” de Girona.
Nadie puede negar que Pablo Casado o Isabel Díaz Ayuso son de derechas. Lo mismo sucede con Puigdemont, que durante toda su trayectoria Puigdemont ha representado a la derecha catalana. Sobre esto ni debe ni puede haber dudas.
Sin embargo, Pablo Iglesias intenta sembrar una peligrosa confusión
Gonzo le preguntó directamente: ¿Considera realmente a Puigdemont un exiliado, como se exiliaron muchos republicanos durante la dictadura del franquismo? ¿Los puede comparar?”. Y Pablo Iglesias contestó sorprendentemente: “Pues lo digo claramente, creo que sí. Y eso no quiere decir que yo comparta lo que hiciera”.
No, Pablo Iglesias. Puigdemont y los exiliados republicanos -comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, librepensadores…- son el agua y el aceite. Entre ambos hay un abismo insalvable.
Los luchadores por la República se enfrentaron valientemente al fascismo, la alternativa de las élites más reaccionarias y antipopulares. Puigdemont, como expresión de la “derecha de toda la vida”, representa a esas élites que atacan al pueblo.
Comunistas, anarquistas, republicanos o socialistas lucharon frente al dominio hitleriano y mussoliniano sobre España. Puigdemont ha colocado en el tercer lugar de la lista de JuntsxCat a Joan Canadell, que está borrando desesperadamente todos los muchos tuits en los que durante años ha apoyado a Trump.
Puigdemont es el trumpismo catalán, como Abascal es el trumpismo en Madrid.
Al equipararlos, Pablo Iglesias insulta a los exiliados republicanos, y blanquea, pretendiendo hacerla pasar por “progresista” a la derecha que encarna Puigdemont.
En la entrevista de Salvados, Pablo Igesias afirmó que no comparte lo que Puigdemont ha hecho, pero ensalza su figura al considerar que “se ha jodido la vida para siempre por defender sus ideas políticas”.
¿Algún político de izquierdas puede referirse así, con este “respeto” a quien ha atacado la unidad del pueblo defendido un proyecto antidemocrático, que intentaba imponer la independencia a una mayoría que la rechaza?
Puigdemont no es un “rebelde”, valiente pero equivocado. Forma parte de los nódulos de poder en Cataluña, de esa élite, una auténtica burguesía burocrática, que ha impuesto su dominio a través del poder de la Generalitat.
Y, también en el mismo programa de “Salvados”, Pablo Iglesias quiso separar a Puigdemont de Juan Carlos I afirmando que, a diferencia del Rey emérito, “no ha robado”. ¿No es Convergencia, donde Puigdemont creció, el partido del 3%, de la corrupción a gran escala en Cataluña? ¿No es Puigdemont, junto a Pujol, Mas y Torra, el ejecutor de los mayores recortes sociales, en un grado incluso más alto que el Madrid de Esperanza Aguirre o Díaz Ayuso? ¿Cómo se puede decir que Puigdemont no ha robado a los catalanes?
Que no nos confundan. Puigdemont es de derechas, de toda la vida. Nadie de izquierdas o progresista puede dejar de denunciarlo.
Sonia Corrales Beneyto dice:
Lo has expuesto magníficamente. Yo misma quisiera honrar la memoria de tus seres queridos……y tienes toda la razón, después de cada movimiento de ficha se esconde una maniobra política ,A veces incluso desesperada,aunque intenten mantener la compostura. Te aplaudo Marcelo Armengot.
Carlos dice:
Que os equivocais,que Puigdemont es de derechas, pero como el genial Unamuno, aquel que buscaba a Dios y casi lo mata Franco. Desde luego que Pablo Iglesias tiene un cacao mental, que asi va Podemos
Marcelo Armengot dice:
Me alegro de que el periódico De Verdad aclare esta infamia, si no digo lo siguiente, reviento:
Mi padre se fue con los suyos en la posguerra al exilio en la Argentina. Mis dos abuelos lucharon en 1936 contra el fascismo, pero en particular mi abuelo paterno en el frente del ejército republicano del que más tarde contaría haber ido a la batalla de Guadalajara para la cual el ejército les daba «cuatro balas a cada uno». Mi viejo me contaría las penalidades de las cartillas de racionamiento «un boniato para toda la familia después de una jornada de trabajo», las palizas a mi abuelo «domingo sí domingo no» que le daba la Guardia Civil franquista por rojo y no haber probado un bistec hasta que llegó a Buenos Aires, de donde volvería más de veinte años después, huyendo otra vez del fascismo de allá.
Estas son sólo algunas de las anécdotas o historias que todos hemos escuchado sobre la guerra de 1936. A Pablo Iglesias se le presupone un conocimiento de la historia en general y de muchos ejemplos como éstos. Pablo Iglesias también puede escuchar a su propio padre hablar de las represalias del franquismo contra los activistas durante la transición. Pablo Iglesias no está confundido ni es un ignorante.
Pero el caso es que (él sabrá por qué) ha comparado a un tipo que se va a un chaletito en Waterloo, con mi abuelo o con mi padre, auténticos exiliados de la posguerra. Al hacerlo, Iglesias, insulta a mi abuelo e insulta a mi padre, que en paz descansen. Debería lavarse la boca, santiguarse varias veces, pedir disculpas por decir semejantes majaderías y ya de paso aclarar qué tratos de favor o qué pactos entre bambalinas espera de la Derecha Nacionalista Catalana, para estar dispuesto a desmelenarse en televisión con ese tipo de discursos.
Luis dice:
No seré yo quien defienda a tan repugnante personaje como es el tal Puchy, pero no está de más matizar alguna cosa, crteo yo. Primeramente, no todos los exiliados, aunque sin duda sí la mayoría, eran gente de izquierdas. La raya que dividía al enemigo político del leal el franquismo la puso muy, pero que muy a la derecha, dejando un amplio espectro del otro lado. «Segundamente», es cierto que el Puchy se jugó el bigote, lo cual no necesariamente obra en su favor, pues también D. Francisco y sus secuaces se lo jugaron promoviendo y ejecutando un golpe de Estado que terminó en guerra total y que pudo terminar con su vida, lo cual lamentablemente no ocurrió. Y finalmente, no olvidemos que no es solo la derecha catalana la secesionista. De hecho los partidos de «izquierdas» secesionistas hoy por hoy suman más votos y escaños que el partido del Puchy. En todo caso, creo que el amigo Pablo podía haberse ahorrado perfectamente el comentario o al menos haberlo matizado mejor y no se hubiera organizado este revuelo mediático que al final solo va a servir para darle un poco de publicidad al impresentable del Puchy.
Manuel dice:
Se puede decir más alto pero no más claro. Lo primero a preguntarse uno es para qué clase trabaja, y desde ahí marcar las diferencias, pero es que aquí son abismales comparar a quienes lucharon por las libertades con quién intentaba imponerse sobre una mayoría. Fomentando la división, cuando la izquierda y los exiliados con los que hace comparaciones luchaban por la unidad.