Finalmente, la actual gobernadora -próxima al partido republicano y a Trump- Jenniffer González, ha ganado las elecciones en Puerto Rico con 447.962 votos (el 39,44%), el porcentaje más bajo obtenido por un candidato ganador en la historia del país.
El segundo en liza era el independentista Juan Dalmau Ramírez, de la coalición Alianza de País, formada por fuerzas progresistas e independentistas, al margen de los dos partidos tradicionales, que ha sacado un 32,66% de los votos, casi veinte puntos más que en las elecciones de 2020.
Al quedar segunda la izquierda independentista, rompe por primera vez con la hegemonía bipartidista de las formaciones que defienden que Puerto Rico siga con su estatus colonial dependiente de EEUU.
Desde 1898, la isla caribeña es de facto territorio estadounidense, y las decisiones importantes se toman en Washington. Pero los puertorriqueños no tienen derecho a votar en las elecciones estadounidenses, más allá de un “voto simbólico” que no tiene influencia real. De hecho, hasta 1948 el gobernador de Puerto Rico era designado directamente por el presidente de EEUU.
Desde 1952 dos partidos se han alternado ininterrumpidamente en el cargo de gobernador de Puerto Rico. Durante todas estas décadas, el principal debate en cada elección para gobernador fue la relación con EEUU. Unos -el Partido Popular Democrático (PPD)- defienden el actual estatus de Puerto Rico como “Estado Libre Asociado” y como territorio no incorporado a EEUU. Otro, el Partido Nuevo Progresista (PNP), defiende la anexión de Puerto Rico como un estado federado más, transformándose en el estado número 51 de Estados Unidos.
Hasta 2016, los dos partidos compartieron al menos el 90% de todos los votos. Sin embargo, décadas de corrupción, promesas incumplidas y creciente pobreza en la vida de los puertorriqueños han hecho que, por primera vez en 80 años, una tercera fuerza -y además independentista- haya tenido serias posibilidades de ganar el gobierno de Puerto Rico.
En Alianza País conviven principalmente dos partidos progresistas y que se definen como anticolonialistas y antiimperialistas: Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), del cual Juan Dalmau es su secretario general. Según sus estatutos, «el PIP cree en la lucha cívica y electoral para lograr la independencia, ha utilizado el método de la desobediencia civil y propone un sistema económico socialista».
El cierre de campaña del candidato independentista Dalmau congregó a más de 50.000 personas, convirtiéndose en uno de los eventos políticos más grandes de la historia reciente del país, algo que habría sido impensable hace apenas unos años atrás.
Precariedad e imposiciones made in USA. Hartos de ser colonia
La clave para entender la erosión del bipartidismo pronorteamericano y el ascenso del independentismo en Puerto Rico está en el aumento del empobrecimiento entre amplias capas de la población insular.
Durante casi una década, el país ha estado endeudado por una suma de más de 70 mil millones de dólares, mientras la mayoría de los puertorriqueños no han visto mejoras en su nivel de vida. EEUU creó una junta de supervisión federal para garantizar el pago de la deuda, lo que se tradujo en las típicas medidas de austeridad con recortes en educación, atención médica y seguridad social.
El país viene atravesando un fuerte ciclo de protestas desde 2019, encabezado por sectores de la juventud trabajadora, que lograron derribar al gobernador Ricardo Rosselló y su ejecutivo, ‘el gobierno más neoliberal de la historia del país’.
“La precariedad ha llegado a un punto que no se puede ignorar. Estos dos partidos permanecieron en el poder utilizando el miedo y la difamación del comunismo, el socialismo y la independencia. Pero esta es una generación de la que no se puede decir que el cambio de gobierno, traerá la pobreza, porque ya viven en la pobreza todos los días”, afirma Génesis Contreras, miembro de la Juventud del Partido Independentista de Puerto Rico.
Foto 2: 50.000 personas se congregaron el domingo en el cierre de campaña del candidato Juan Dalmau
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El racismo de Trump: veneno para la taquilla
Paradójicamente, es muy posible que una de las razones de los malos resultados cosechados por Jennifer González, que nunca ha escondido su afinidad con Donald Trump, y del ascenso de la izquierda independentista, haya venido de la propaganda xenófoba y ultrareaccionaria que se vierte en los mítines del republicano.
“Hay una isla flotante de basura en medio del océano en este momento. Creo que se llama Puerto Rico”. Esto es lo que dijo el comediante Tony Hinchcliffe durante un acto de campaña de Donald Trump en Nueva York, justamente una ciudad con una numerosa población de origen portorriqueño.
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