Estamos a punto de cubrir la mitad de la legislatura y si hay una constante que no desaparee sino que se renueva permanentemente es la crispación que rodea la política nacional.
Una crispación que impide cualquier acuerdo social de país por mucho que en cuestiones fundamentales nos estemos jugando nuestro futuro, como ciudadanos y como país. Nos lo jugamos en los aranceles, con el rearme y el impuesto imperial del 5% del PIB para gasto militar que quiere Trump, o con el problema de la vivienda… Pero también como país que se levanta frente a la “solución final genocida” que Israel, con beneplácito del imperialismo norteamericano, está ejecutándose en Gaza.
Y la corrupción está en el corazón de esta crispación. Porque toca de cerca al PSOE y porque la derecha política, mediática y judicial, con el PP a la cabeza, ha hecho bandera de la corrupción que rodea a Sánchez y su partido.
Sánchez y el PSOE viven al filo de la navaja de la justicia. Cercados por casos de corrupción que mantienen imputados a un exministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos; al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz; a la mujer del presidente del gobierno, Begoña Gómez; y al hermano de Pedro Sánchez, David Sánchez y con él al secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo. Además de otros cargos socialistas sometidos a presión mediática o a la espera de “informes”, como el nuevo secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán.
Mientras que desde la derecha se mantiene abierta una “causa general” contra Sánchez, presentando un país al borde del colapso por corrupción, que haga tambalear al gobierno y la legislatura.
¿Qué hay de verdad en todo esto y qué forma parte de la ofensiva que despliega la derecha y la ultraderecha?
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La gran brecha del caso Ábalos-Koldo
La trama organizada en el ministerio de Transportes que dirigía José Luis Ábalos, descubierta por el cobro de comisiones por contratos relacionados con la compra de mascarillas durante la pandemia, es el principal agujero negro.
La investigación judicial y los informes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) han colocado en el centro de la trama al asesor de Ábalos, Koldo García, al empresario conseguidor, Víctor de Aldama, y al propio Ábalos, con pruebas que le relacionan con colocaciones a dedo en empresas públicas, el cobro de comisiones en metálico y en especie, como el chalet de lujo de Cádiz o el piso en el centro de Madrid para su expareja.
Pero los hechos que evidencian la trama corrupta son integrados en una estrategia política aireada por todo tipo de medios de la derecha mediática y todo tipo de publicaciones digitales que se encargan no ya de publicitar los hechos de corrupción, sino de ampliar las acusaciones con bulos, falsas acusaciones y medias verdades a otros cargos socialistas o familiares…
Quizás los más llamativo sean, por un lado, la publicación de las conversaciones privadas entre Sánchez y Ábalos en un intento de implicar directamente al presidente del gobierno en la trama corrupta. Y por otro, el regalo de dos coches atribuidos al actual secretario de Organización, Santos Cerdán, que debería acreditar un supuesto informe de la UCO que todavía no se habría acabado de elaborar y que ni se ha enviado a ningún juez.
Tampoco se han podido acreditar hasta ahora las acusaciones por adjudicación de obras o por el rescate millonario de Air Europa en la pandemia. El magistrado ha admitido que Ábalos hizo “gestiones” pero sostiene que su concesión ni dependía ni correspondía a sus competencias.
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Del hermano a la mujer, con Gallardo por medio.
La última sacudida por corrupción al PSOE y a Sánchez ha venido directamente por la imputación de su hermano, David Sánchez, por los supuestos delitos de prevaricación y tráfico de influencias, como coordinador de conservatorios de Extremadura, a raíz de una querella presentada por la ultraderechista Manos Limpias, siete años después de ocurridos los principales hechos supuestamente delictivos.
La jueza le imputa porque la creación de la plaza de coordinador de conservatorios no era necesaria y se habría creado exclusivamente para él. Y por eso imputa también al secretario general del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo, por los mismos delitos.
La sacudida ha venido cuando Gallardo ha decidido aforarse como diputado en la asamblea de Extremadura.
En pleno proceso judicial, y ya como imputado, Gallardo se ha apresurado a obtener aforamiento, cuando había prometido lo contrario, aunque para ello haya tenido que renunciar a su escaño una diputada, la que fue su jefa de gabinete, y hacer dimitir a otros cuatro diputados del grupo socialista para que corriera el escaño que él va a ocupar.
El escándalo es mayúsculo en las filas socialistas, y munición a los agitadores de la crispación.