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PSC y Ciutadans, un debate clarificador

Sorprende la facilidad con la que algunos califican el momento político de extraordinario, y apelan a la posibilidad de cambiarlo todo, pero luego dan un pésimo ejemplo de cultura democrática. Eso es lo que ocurrió anteayer en el debate que la asociación Federalistes d’Esquerres, presidida por el filósofo Manuel Cruz, organizó en el Ateneu Barcelonès para debatir el horizonte de un cambio federal de la Constitución, pero que registró tres ausencias que son reveladoras.

La dirección de Podemos en Catalunya no aceptó la invitación, sin ofrecer mayores explicaciones. ICV-EUiA, unos días antes, se echó atrás con el argumento de que la presencia del líder de C’s, Albert Rivera, significaba dar carta de naturaleza federalista a una opción que la retórica soberanista califica peyorativamente de unionista. Y UDC, que había confirmado la presencia de Manuel Silva, responsable de estudios del partido democristiano, alegó su ausencia de última hora por la negativa de los ecosocialistas. Está claro que para algunos debatir abiertamente sobre la reforma constitucional supone aventurar el final del proceso.

Los ‘podemistas’ catalanes parece que tampoco querían correr el riesgo de exponer claramente su propuesta, si es que la tienen, sobre el modelo territorial. Bien pudiera ser que se contradijeran con lo que ayer mismo dijo Juan Carlos Monedero en TV-3. Hasta tres veces escurrió el bulto sobre el derecho a la secesión argumentando que Podemos no quiere hacer preguntas parciales, sino cuestionarlo todo mediante el llamado proceso constituyente. Ocurre que en la dirección catalana de Podemos muchos provienen del mundo soberanista de la CUP e Iniciativa, y hasta hace dos días defendían vehemente el ejercicio del derecho a decidir. Hay un divorcio evidente entre el tipo de dirigentes en Catalunya (los Bartomeu, Ubasart o Galdón) y sus potenciales bases electorales, que provienen de una izquierda socialista desencantada, atraídos ahora por el discurso socialpatriota de Pablo Iglesias. Seguramente sea esta la razón para rehuir debates a fondo.

Boba fue la actitud que exhibió ICV-EUiA, reflejo del lío interno y de su desorientación política, influida por la presión del sector independentista liderado por Jaume Bosch. Pero debate finalmente sí hubo en el Ateneu entre Miquel Iceta y Albert Rivera, con el contrapunto de Albert Miralles en representación de los comunistas del PSUC-Viu. Lo más relevante es que el nivel de coincidencia entre el dirigente socialista y el de Ciudadanos fue altísimo en fondo y formas. Acuerdo en la necesidad de una reforma federal hecha desde el pragmatismo y la responsabilidad política, que sirva para clarificar, corresponsabilizar y fortalecer el proyecto común. Con estos mimbres, debería abrirse un horizonte de colaboración entre PSC y C’S en la búsqueda de una alternativa de gobierno en Catalunya.

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