Arte

Protegiendo al Toro

Corrí­a el año 1956, la agencia Azor recibió el encargo de otorgar una imagen de marca a un brandy, y el artista plástico Manuel Prieto elaboraba la figura del toro, para convertirlo posteriormente en valla publicitaria. Un momento clave en el diseño y las artes visuales españolas, por aquel entonces una disciplina bastante poco arraigada en nuestro paí­s. La figura ha pasado de ser un simple sello publicitario, a convertirse en un icono de lo español en todo el mundo; y su materialización en las carreteras, en una intervención de auténtico arte pop. Andalucí­a será la primera autonomí­a que proteja institucionalmente estos 20 monumentos dispersados por sus carreteras, dándoseles el tratamiento que merecen, de obras de arte.

Dalí, Almodóvar o Bigas Luna, or citar solo algunos de los creadores españoles que han homenajeado o se han visto inspirados por este símbolo tan icónico de lo más profundo del español. Un trazo rotulado en negro que al principio solo iba a ilustrar la etiqueta de una botella. Su capacidad de síntesis y comunicación hizo que como marca publicitaria gozara de una popularidad y una difusión pionera en la España de la posguerra, nada acostumbrada a este concepto. En noviembre de 1957, los primeros toros colonizaban las “veredas” de la red de carreteras.Tras afianzarse en el imaginario popular de todos los españoles, la imagen ha conseguido traspasar fronteras, incorporándose en obras de diversos artistas o diseñadores, siendo identificado en todo el mundo como un emblema más de España, y ganándose especialmente la veneración de la mayoría de profesionales del diseño gráfico y la publicidad en todo el mundo.Los primeros toros eran de madera, medían cuatro metros y llevaban la marca “Veterano” pintada en blanco. En 1961 su naturaleza mutó. Sus constructores optaron por la chapa metálica para evitar el deterioro e hicieron que crecieran hasta los siete metros. La publicidad funcionaba y justo entonces ocurrió algo que la convertiría en leyenda del sector: empezaron a llegar las "amenazas" en forma de normativa.En 1962 fue alejado de vereda de la carretera por cuestiones de seguridad, en 1988 una ley prohibió la publicidad en las autopistas, pero la mayoría de los toros permanecieron borrándose cualquier inscripción, y en 1994 el Ministerio de Obras Públicas ordenó su retirada. Fue ahí cuando alcanzó la imagen de mito, pues provocó una oleada de protestas tanto de la población como de algunas instituciones, que culmiarían en una sentencia del Tribunal Supremo, que declaraba su “amnistía” alegando que “ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje y debe prevalecer, como causa que justifica su conservación, el interés estético o cultural, que la colectividad le ha atribuido”. Nunca en nuestro país un simple diseño a una tinta había provocado tal revuelo, implicando incluso a lo más alto del Poder Judicial. Porque al margen de su valor simbólico y popular, el Toro de Osborne se ha convertido también el icono de la aparición del diseño gráfico contemporáneo en España, y constataba la evolución de un arte popular, característico del siglo XX y heredero de las extinguidas vanguardias, que sacaba al arte del museo y lo introducía en lo cotidiano.

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