La muerte de Rayan y el deterioro sanitario (II)

Privatización, clientelismo

La sanidad madrileña se está privatizando. Es un hecho. Sus responsables la están mercantilizando y convirtiendo en un lucrativo negocio para las empresas privadas. Es verdad. Pero también lo es que Madrid, o Valencia, son sólo la vanguardia de un proceso que poco a poco se está gestando en todo el paí­s. La forma en que se va a resolver la insostenibilidad de los actuales sistemas sanitarios es a base de recorte y privatización. Abierta o encubierta. Rápida o lenta. Pero visto de conjunto, el gran buque de la sanidad española está virando, grado a grado, hacia ella. Las formas se mantienen públicas, los fondos van cambiando.

Más hositales, igual capacidad En Madrid se abrieron dos hospitales el año pasado. Esto no ha supuesto una mayor capacidad para la sanidad madrileña sino una reestructuración de recursos y de profesionales. Unos 5000 sanitarios han sido trasladados de unos centros a otros. Los nuevos hospitales no se suman a los ya existentes sino que los 8 hospitales de gestión privada obtienen sus recursos de la red pública. Es más, sale de los de gestión pública.En un encuentro con representantes de la Red Municipal de Salud de la Comunidad de Madrid, el director general de Hospitales de la Consejería de Sanidad, Antonio Burgueño, expuso que el Área Única respondía a la necesidad de poder trasladar a los profesionales a los nuevos centros y, asimismo, reconoció que se iban a recortar en un 15 por ciento las partidas presupuestarias de los capítulos I (personal) y II (Bienes y Servicios). Iniciativa de Financiación Privada Este señor es el mismo que en septiembre del años pasado desveló que el modelo de financiación de la reforma y remodelación de los viejos hospitales madrileños va a ser la Iniciativa de Financiación Privada, y que la Consejería de Sanidad iba a ceder la gestión de los servicios no sanitarios de los cuatro gigantes públicos, el Ramón y Cajal, el Gregorio Marañón, La Paz y el 12 de Octubre, a las empresas que ganen la concesión para ejecutar su reforma integral. Es el mismo sistema que se ha empleado en la construcción de siete de los ocho nuevos hospitales: la Administración lanza una concesión de obra pública por cuyo contrato la empresa concesionaria construye o remodela el edificio, lo equipa y gestiona los servicios no sanitarios (personal administrativo y de mantenimiento, técnicos, y servicios como la restauración o la limpieza).A cambio, Sanidad le paga un alquiler por el uso del edificio y de los servicios y le pone el personal sanitario. El pasado mes de mayo, un centenar de trabajadores se encerraron en el hospital Gregorio Marañón de Madrid para pedir mejoras laborales y para mostrar su posición en contra de la "privatización" de los servicios sanitarios de la región. Protestaban por la excesiva carga asistencial en los hospitales tradicionales después del movimiento de reestructuración de plantilla para cubrir los puestos de los nuevos hospitales. Menos plantilla para atender a la misma gente. Denuncias Existen ciertos servicios, cada vez más y fundamentalmente en puestos críticos, que exigen una mayor especialización del personal que trabaja en ellos. Esto es lógico en un tipo de medicina de alta tecnología como es la actual. La lógica del máximo beneficio (aunque también la del máximo ahorro en el presupuesto) impone lo contrario. Se utilizan sistemáticamente contratos temporales con duración de meses o incluso días. Esto no es exclusivo del PP madrileño, ya que la propia sanidad andaluza en manos del PSOE de Chaves hace contratos de enfermería y Auxiliares por horas, es decir, un contrato de un día por dos horas o 4. La orden es ahorrar gastos. Lo que para los directivos de los hospitales es cubrir los turnos asistenciales, para el personal, especialmente de enfermería, significa una provisionalidad y movilidad que no va en función de mejorar la asistencia sino todo lo contrario.Las denuncias de trabajadores en Urgencias de los hospitales Puerta de Hierro de Majadahonda y Ramón y Cajal, UCI y Urgencias del Hospital de Tajo aluden a la falta de recursos y personal suficiente para garantizar una atención sanitaria como es debido. Estas denuncias tienen el calado de las conocidas denuncias en ciertos hospitales (neurólogos de Puerta de Hierro en Madrid, cirujanos cardíacos del Hospital de Sant Pau en Barcelona) sobre los nefastos efectos que las listas de espera para ciertas pruebas o intervenciones tienen sobre enfermedades graves que se desarrollan o provocan lesiones irreversibles (incluso la muerte) durante la espera. O con otras batallas dadas por residentes para conseguir descansos tras guardias de 24 horas o por los médicos de atención primaria para disponer de 10 minutos mínimos en cada visita. Negocio, clientelismo Que se mida la producción y se potencie la actividad asistencial en competencia no es malo. La competencia basada en el apoyo y el aprendizaje mutuo para potenciar, por ejemplo, que disminuyan en tiempo récord listas de espera y masificaciones. ¿Cómo va a ser malo? Ahora bien, la competencia entendida por la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre de “potenciar” los centros que capten más clientes y “penalizar” a los que no lo hagan, apunta en el camino de potenciar desde ella a unos, a los de primera, frente a otros, los de beneficiencia.Y el máximo beneficiado no van a ser los pacientes, sino las empresas que han invertido en la puesta en marcha de estos hospitales o centros sanitarios con el colchón de la administración local. La sanidad suele ser la mayor empresa de cada autonomía en número de empleos creados, también las mayores redes clientelares para el poder político local se crean entorno a este sector. Como consecuencia, las gerencias y las distintas Direcciones de los centros sanitarios(fundamentalmente las de Enfermería), no dudan en mantener bajo mínimos las plantillas, recortar las contrataciones y destinar al personal hoy a un sitio, mañana a otro.

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