El presidente del BBVA pide un gran pacto para cambiar de modelo económico

Primero, las cuentas claras

Francisco González, presidente del BBVA, pidió el pasado jueves, en la Junta de Accionistas del banco, un gran pacto económico, polí­tico y social para hacer frente a una crisis que calificó de auténtica «emergencia nacional». Tarea de tal envergadura, dijo, «que ningún Gobierno y ningún partido puede llevarla a cabo en solitario, sino que exige el esfuerzo, el sacrificio y la implicación de todos».

Siemre se ha tenido a España por una tierra de contrastes. Pero esta definición se queda corta si repasamos las hemerotecas de los últimos meses. En fecha tan reciente como noviembre pasado se nos decía que no había por qué alarmarse. Que España tenía uno de los sistemas financieros más sólidos del mundo, que estábamos mejor preparados que las economías de nuestro entorno y que el Estado tenía un buen colchón para contrarrestar los peores efectos de la crisis. Apenas cuatro meses después hemos pasado a una situación de “emergencia nacional”. El primero en usar la formulación fue el responsable de economía del PP, Cristóbal Montoro. La hizo suya Mariano Rajoy en la campaña gallega. Acaba de refrendarla el presidente del segundo banco español. Y a la vicepresidenta De la Vega le ha faltado tiempo para darle la razón al banquero. Pero, ¿en qué consiste esta emergencia nacional en la que, al parecer, ahora todos están de acuerdo? Para el PP el aumento del paro y la ineficacia del gobierno son los motivos de la emergencia. Para el gobierno, por el contrario, lo es el agravamiento de la crisis internacional y el escaso apoyo que presta la oposición. Pero es sin embargo Francisco González quien ha definido con más precisión los motivos de esta situación. Para él, la situación de emergencia nacional viene provocado porque la crisis mundial pilla a España con el pie cambiado. Es decir, con un modelo productivo agotado. Por eso la doble tarea a la que se enfrenta la economía española es, según F. González, “limitar el impacto económico y social de la crisis” al mismo tiempo que se ponen “las bases de un nuevo modelo económico que sustituya al anterior, ya agotado”. Una tarea compleja, sin duda, y para la que el presidente del BBVA llama a aparcar diferencias e intereses particulares y reclama el esfuerzo conjunto porque “si no trabajamos todos juntos, esta crisis será larga y dolorosa, y limitará nuestra capacidad de crecimiento a futuro”. Muy bien, pero antes de “aparcar diferencias e intereses particulares”, ¿qué modelo es el que está agotado y por qué? Y lo más importante, ¿qué “intereses particulares” son los que han propiciado, sostenido y se han beneficiado de ese modelo? Si, como dice el presidente del BBVA salir de la crisis exige el “sacrificio de todos”, lo primero será aclarar las cuentas de la economía española de esta última década. ¿O pretenden que hagamos tabla rasa de ello? Se habla mucho del boom del ladrillo como la causa última de la profundidad de la crisis en España. Pero, a cambio, se habla muy poco de dónde están, dónde han ido a parar los beneficios principales de esta alegre expansión que causaba la envidia –y no por casualidad– de los grandes medios de comunicación europeos hasta hace bien poco. No es necesario hacer demasiadas cuentas –aunque algunas hay que hacer– para contestar a la pregunta. Basta con echar la vista un poco atrás, al año 1999, para ver dónde y cómo estaban los grandes bancos y monopolios españoles hace una década y dónde y cómo están ahora. En el salto en la acumulación y concentración de capital, en la multiplicación de los beneficios, en la expansión internacional (y especialmente en los mercados europeos) de una selecta representación de los grandes oligarcas españoles encontramos las razones últimas de ese “agotado modelo” que se ha impuesto a la economía española durante la última década. Porque lo que ha pasado en este tiempo es que se ha producido un gigantesco trasvase de rentas. En primer lugar desde los bolsillos de los trabajadores hacia las rentas del capital. Trasvase que sólo en los cuatro años de la primera legislatura de Zapatero se cifra en cerca de 60.000 millones de euros, 10 billones de las antiguas pesetas. Pero trasvase también desde los beneficios de la pequeña y mediana empresa y de la economía productiva hacia las rentas del gran capital, principalmente el bancario, a través de un gigantesco proceso de endeudamiento. Trasvase, por último, desde las rentas nacionales hacia el gran capital internacional (preferentemente a banqueros alemanes y franceses, a fin de cuentas en eso consistía la "vuelta al corazón de Europa"), convirtiendonos en un tiempo record en el país más endeudado per capita del mundo. Y en el extremo final de todos estos trasvases, como sus grandes receptores y beneficiarios, los grandes bancos y los principales gurpos monopolistas nacionales y extranjeros.Partiendo de aquí, la cuestión ya no aparece tan clara como al principio. Porque, ¿a qué se refiere exactamente el presidente del BBVA cuando habla de un “modelo agotado”? No hace falta ser un lince para adivinar que de lo que está hablando es de que, en la actual situación, se han “agotado” las posibilidades de que ellos sigan apropiándose de una parte cada vez mayor de la riqueza nacional a través de él, de que se sigan produciendo nuevos y gigantescos trasvases en la forma en que se ha hecho hasta ahora. De la misma forma que no hace falta ser especialmente malpensado para sospechar que su propuesta de un gran pacto nacional para “sentar las bases de un nuevo modelo económico”, no busca más que una nueva fórmula para poder seguir estrujando el bolsillo de los españoles. ¿Un gran pacto nacional para salir de la crisis? De acuerdo, no estamos en contra de ello. Pero para hacer negocio con ustedes, lo primero es dejar las cuentas claras. ¿Sacrificios? Estupendo. Ahora les toca a ustedes.

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