Sanidad. Alternativas

Prevenir, curar, ahorrar y mejorar al servicio del pueblo

Claro que tiene que aumentar la inversión en sanidad. La cuestión principal es en cuanto previene, cura, ahorra y mejora al servicio del pueblo trabajador. En cuánto contribuye la sanidad española a elevar su nivel de salud y mejorar sus condiciones de vida.

La regunta principal a hacerse en cuánto a qué debe y puede cambiar en la sanidad española no es cuánto dinero hay que invertir en ella, tal como se puede desprender a primera vista del último barómetro sanitario. Claro que tiene que aumentar la inversión en sanidad. La cuestión principal es en cuanto previene, cura, ahorra y mejora al servicio del pueblo trabajador. En cuánto contribuye la sanidad española a elevar su nivel de salud y mejorar sus condiciones de vida.Respaldo socialEn España el sistema público actual tiene una base de respaldo social amplísimo y, sin embargo, los cimientos de universalidad y equidad sobre los que se levantó se están removiendo. De momento la hegemonía sigue siendo pública. Según el último barómetro sanitario, siete de cada diez encuestados considera que la sanidad pública funciona bastante bien o bien con necesidad de algunos cambios. En una escala de puntuación de 1 a 10, la satisfacción general con el sistema sanitario público se sitúa en 6,3, mientras que en 2002 la media fue de 5,9 puntos. La mayoría prefiere los servicios sanitarios públicos frente a los privados en atención primaria (62,9 por ciento frente a 31 por ciento), consultas de atención especializada (47,9 frente a 43,6), ingreso hospitalario (59 frente a 33,4) y urgencias (60,7 frente a 31,2).Deterioro programadoEl deterioro tan denunciado de la sanidad pública es, sobre la base de su descapitalización, un paso en el alejamiento de ésta de los intereses y necesidades populares. La falta de médicos, la dificultad para cubrir las plazas de médicos en Medicina Familiar y Comunitaria, el sistema de privilegios que mantienen los médicos hospitalarios sobre otros profesionales sanitarios, la precariedad y la sobrecarga en las consultas que golpea a los médicos de atención primaria o los médicos en formación, la fuga de batas blancas buscando en el extranjero un reconocimiento social y económico mientras se importan médicos del Tercer Mundo con el mismo argumento, el aumento de las agresiones y de las denuncias por negligencias son a la vez fruto de ese deterioro programado y punto de partida para el clima de opinión que, como la gota malaya, va calando de que hay que complementar la afiliación a la seguridad pública con un seguro privado. Tal como ocurre en el terreno odontológico. El concebir la sanidad como la suma de lo público y lo privado, donde uno socializa las pérdidas y el otro recoge las ganancias, es la antesala a medio plazo de un cambio estructural. Resistencia o capitalizaciónLa defensa de la sanidad pública es hoy una labor de resistencia frente a la corriente privatizadora. La cuestión de si es el estado quien gestiona los fondos es una mera formalidad ante el hecho de que el propio estado está desangrando la sanidad pública, como si fuera un toro, para que pueda ser toreada por la privada. Además, el proceso de transferencias sanitarias a las Comunidades Autónomas ha sido un primer paso en la privatización. Es imposible la privatización central pero sí que desde cada autonomía se vayan dando pasos en poner en manos privadas la gestión de los recursos, de los beneficios. Cuando, al contrario, debemos preguntarnos cuánto debería ganar la sanidad pública con sus conciertos con la privada. Por eso, un proceso de capitalización de la sanidad pública al tiempo que su gestión pasa a estar en manos de los profesionales y pacientes para librarla de cualquier atisbo de elitización y burocratismo es fundamental.

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