Plan anticrisis¿para quien?

Presupuesto para obras, recortes en servicios.

Ya hay un royecto de obras aprobado por el Ayuntamiento de Sevilla con el dinero del Plan anticrisis del Gobierno, es decir, el dinero que todos vamos a pagar. 298 millones de euros que además se desglosan intencionadamente en proyectos de educación, sanidad, universidad, deportes, medio ambiente, carreteras, agricultura e infraestructuras ferroviarias. La ausencia total en inversión en el tejido productivo es evidente, pero no solo eso, la realidad es que todos estos proyectos están basados en obras y no en mejoras necesarias previas en estos servicios. Mientras recortan presupuesto y personal en sanidad, se gastan 32,6 millones de euros en la reforma del hospital militar, y 15,4 millones en la construcción del hospital de Alta resolución de Lebrija o 1,1 millón en la reforma del centro de salud Príncipe de Asturias. Son millones de euros destinados a construir hospitales, mientras el servicio sanitario cada vez es más decadente y los recortes afectan tanto al personal , como al servicio que se da. En educación la contradicción es la misma. Mientras el sistema educativo actual, provoca generaciones atrasadas con 17 programas educativos, y cada vez son más los jóvenes que abandonan los estudios dejándolos a medio, se invierten 30,9 millones de euros en Sevilla para reformas de colegios. Tenemos que preguntarnos, quémedicos atenderán en los nuevos hospitales, si están recortando plantilla en los que ya existen dejando unos servicios decadentes e insuficientes. Qué planes de estudio para esos remodelados colegios que resuelvan la decadencia de la educación de nuestros días. La contradicción recorre todos los ámbitos y hace que nos preguntemos al servicio de quién está proyectado el plan anticrisis. No es que sea malo tener unos nuevos hospitales, ni reformar los colegios, el problema es la falta de presupuesto para los servicios públicos cada vez más decadentes, y el presupuesto millonario destinado para reformar y construir. El plan no está dirigido a mejorar la sanidad ni la educación, está dirigido a engrasar el engranaje de la construcción, mientras los ciudadanos pagamos obras y obtenemos a cambio unos servicios cada vez más decadentes e insuficientes. No solo se olvidan de invertir en economía productiva que creé riqueza y empleo a largo plazo, o en invertir en investigación y desarrollo, si no que intentan crear el efecto de que el dinero público que todos estamos pagando y vamos a pagar, se invierte en educación o sanidad. La realidad es que la inversión no está dirigida al buen funcionamiento y servicio que se da, si no que el beneficio de los ciudadanos queda relegado a el pan para hoy y hambre para mañana, con proyectos que crean empleos que terminarán con las obras, todo sobre la base de unos servicios decadentes.

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