Mientras media clase política se distrae con los resultados del 7-J y la otra media anda enredada con el caso Gürtel, el sistema financiero español hace aguas y se espera que en cualquier momento entre lo que queda de año y el principio del próximo reviente por los cuatro costados. Hace sólo unos días que la agencia de calificación Standard & Poors rebajaba de golpe la calidad crediticia de 25 entidades financieras del país. Es sólo el primer anuncio de lo que se avecina.
El residente de la Confederación de Cajas acaba de advertirlo: si el gobierno hace bien los deberes –es decir, inyecta más dinero público sin concesiones al sistema bancario y lo trata con manga ancha– “serán pocas las entidades intervenidas”, si no, “prepárense porque viene el diluvio”.2010, decía recientemente un diario económico, será un año “de pesadilla” para la banca. Hasta ahora, una combinación entre los artificios contables permitidos por los bancos centrales, las prácticas de auténtica usura en los márgenes de intermediación, la inyección de dinero público en forma de préstamos, avales y garantías y el engaño con el que han manipulado a sus clientes para colocarles acciones preferentes de más que dudosa rentabilidad para ampliar su base de capital, ha permitido mal que bien al sistema financiero español capear la crisis.Pero la “caja de resistencia” –a la que contribuimos de grado, por fuerza o mediante el engaño todos los españoles– no da más de sí.En 2009, la ley ha permitido que cajas y bancos provisionaran tan sólo un 25% de los créditos fallidos de los denominados a corto plazo, es decir, los concedidos a inmobiliarias, constructoras y promotoras, así como los préstamos hipotecarios por más del 80% del valor del inmueble. Las reservas de provisiones de la que disponían ha permitido cubrir este agujero. Pero en 2010 la cosa cambia. Y la ley obliga a provisionar las pérdidas del 75% del capital restante. Las numerosas cajas –y también bancos, aunque en menor medida– que han sido los grandes financiadores de la construcción residencial se van a ver así entrampados al tener que cubrir unas pérdidas para las que no les llega, no ya con los beneficios, sino tan siquiera con su propio capital. La insolvencia para unas cuantas entidades financieras –se habla de al menos dos decenas– está a la vuelta de la esquina.Pero además, la letra pequeña de los préstamos hipotecarias –sí, esa misma que la ley dice que es ilegal, pero que existe aunque ni usted ni ningún hipotecado la hayamos leído o entendido jamás– contiene una serie de cláusulas de extorsión y usura entre las cuales no es la menor de ellas la que establece que, en caso de que el precio del dinero al que está referenciado la hipoteca, el Euribor, baje, los intereses de su hipoteca no bajarán hasta pasado un año. Eso es lo que ha estado permitiendo a la banca española durante todo este año obtener unos beneficios por los márgenes de intereses como jamás en su vida. Pagando por el dinero prestado por el Banco Central Europeo el 1% de intereses, pero cobrándoselo a los millones de hipotecados al 4,6%, el precio medio fijado en diciembre del pasado año. Sin embargo como dice la sabiduría popular, “a todo cerdo les llega su San Martin”. Incluso a los más grandes. También a los bancos españoles, que a principios de 2010 se verán obligados a bajar abruptamente el interés de las hipotecas y disminuir enormemente los beneficios del margen de intermediación, prácticamente el único capítulo que les ha permitido salvarse de la quema este año.La veda, pues, está abierta. La crisis del sistema financiero se precipita y de ella van a surgir nuevos procesos de concentración de capital en el ya extraordinariamente concentrado sistema financiero español. Los grandes bancos y algunas grandes cajas ya tienen anotado en la agenda del año próximo sus objetivos y preferencias. El gobierno se apresta a preparar un nuevo fondo dotado con 90.000 millones de euros a sumar a los 240.000 ya concedidos a la banca.Mientras el grifo del crédito sigue cerrado para pymes, autónomos y familias, miles de millones de euros del dinero de todos están ya preparados para que algunos pocos banqueros salgan de la crisis con su músculo financiero reforzado. En esto consiste, en sustancia, la política “social” del gobierno Zapatero.El presidente de la Confederación de Cajas acaba de advertirlo: si el gobierno hace bien los deberes –es decir, inyecta más dinero público sin concesiones al sistema bancario y lo trata con manga ancha– “serán pocas las entidades intervenidas”, si no, “prepárense porque viene el diluvio”.2010, decía recientemente un diario económico, será un año “de pesadilla” para la banca. Hasta ahora, una combinación entre los artificios contables permitidos por los bancos centrales, las prácticas de auténtica usura en los márgenes de intermediación, la inyección de dinero público en forma de préstamos, avales y garantías y el engaño con el que han manipulado a sus clientes para colocarles acciones preferentes de más que dudosa rentabilidad para ampliar su base de capital, ha permitido mal que bien al sistema financiero español capear la crisis.Pero la “caja de resistencia” –a la que contribuimos de grado, por fuerza o mediante el engaño todos los españoles– no da más de sí.En 2009, la ley ha permitido que cajas y bancos provisionaran tan sólo un 25% de los créditos fallidos de los denominados a corto plazo, es decir, los concedidos a inmobiliarias, constructoras y promotoras, así como los préstamos hipotecarios por más del 80% del valor del inmueble. Las reservas de provisiones de la que disponían ha permitido cubrir este agujero. Pero en 2010 la cosa cambia. Y la ley obliga a provisionar las pérdidas del 75% del capital restante. Las numerosas cajas –y también bancos, aunque en menor medida– que han sido los grandes financiadores de la construcción residencial se van a ver así entrampados al tener que cubrir unas pérdidas para las que no les llega, no ya con los beneficios, sino tan siquiera con su propio capital. La insolvencia para unas cuantas entidades financieras –se habla de al menos dos decenas– está a la vuelta de la esquina.Pero además, la letra pequeña de los préstamos hipotecarias –sí, esa misma que la ley dice que es ilegal, pero que existe aunque ni usted ni ningún hipotecado la hayamos leído o entendido jamás– contiene una serie de cláusulas de extorsión y usura entre las cuales no es la menor de ellas la que establece que, en caso de que el precio del dinero al que está referenciado la hipoteca, el Euribor, baje, los intereses de su hipoteca no bajarán hasta pasado un año. Eso es lo que ha estado permitiendo a la banca española durante todo este año obtener unos beneficios por los márgenes de intereses como jamás en su vida. Pagando por el dinero prestado por el Banco Central Europeo el 1% de intereses, pero cobrándoselo a los millones de hipotecados al 4,6%, el precio medio fijado en diciembre del pasado año. Sin embargo como dice la sabiduría popular, “a todo cerdo les llega su San Martin”. Incluso a los más grandes. También a los bancos españoles, que a principios de 2010 se verán obligados a bajar abruptamente el interés de las hipotecas y disminuir enormemente los beneficios del margen de intermediación, prácticamente el único capítulo que les ha permitido salvarse de la quema este año.La veda, pues, está abierta. La crisis del sistema financiero se precipita y de ella van a surgir nuevos procesos de concentración de capital en el ya extraordinariamente concentrado sistema financiero español. Los grandes bancos y algunas grandes cajas ya tienen anotado en la agenda del año próximo sus objetivos y preferencias. El gobierno se apresta a preparar un nuevo fondo dotado con 90.000 millones de euros a sumar a los 240.000 ya concedidos a la banca.Mientras el grifo del crédito sigue cerrado para pymes, autónomos y familias, miles de millones de euros del dinero de todos están ya preparados para que algunos pocos banqueros salgan de la crisis con su músculo financiero reforzado. En esto consiste, en sustancia, la política “social” del gobierno Zapatero.