Solbes anuncia nuevas ayudas a la banca

Preparen las carteras

Bastaba escuchar el in crescendo de noticias sobre la banca española para saber que la segunda parte del rescate bancario era ya una cuestión inminente. En apenas 48 horas, Solbes ha confirmado los peores temores. El pasado miércoles anunciaba en el Congreso que el gobierno está dispuesto a poner dinero público para que Unicaja absorba a Caja Castila-La Mancha (CCM). Hoy, ante el V Foro Hispano-Alemán ha confirmado «participaciones temporales por parte del Estado a modo de préstamos» a los bancos que lo necesiten.

En las dos últimas semanas nos hemos cansado de escuchar informes y noticias rocedentes de todas partes alertando sobre la salud (deteriorada) del sistema financiero español, o al menos de una parte de él. La rebaja de la calificación crediticia de 4 importantes cajas, el imparable aumento de la morosidad, los nuevos movimientos de las cajas castellano-leonesas para su integración, las advertencias de los servicios de estudios del BBVA o de la CECA,… Todo caminaba en una misma y única dirección: crear el necesario clima de opinión que vaya preparando el camino para una nueva fase del rescate bancario. Hoy, indirectamente, lo ha confirmado el propio ministro de Economía, en una intervención junto al ministro alemán de Finanzas en unas jornadas sobre la crisis en el Foro Hispano-Alemán. En un inverosímil ejercicio de distorsión dialéctica, Solbes ha asegurado que el Estado ayudará a las entidades que hayan actuado correctamente en cuanto a su solvencia y que cuenten con unas cuentas saneadas, pero sin embargo ha pedido a las entidades que no sean capaces de mantener su solvencia y sanear sus balances “que dejen de ser jugadores del sistema para no generar distorsiones en el sector público”. Una afirmación tan paradójica que hay que desentrañar para conocer su verdadero significado. ¿Para que querrían entidades con solvencia y cuentas saneadas la ayuda del Estado? ¿Y no son justamente las que no son solventes ni tienen saneadas sus cuentas las que la necesitan? En realidad, lo que Solbes está anunciado con esto es el inicio de un nuevo proceso de concentración del sistema financiero español, para el que el gobierno está dispuesto a inyectar el dinero público que sea necesario. Proceso de concentración que lógicamente se dirige al sector de las Cajas de Ahorro, pues difícilmente el bancario puede concentrarse mucho más de lo que está ya con las dos megacorporaciones, Santander y BBVA, que ocupan ellas solas el 85% los capitales y el mercado de su sector. Lo que está diciendo Solbes es, en pocas palabras, que toda una serie de cajas que están, como CCM, en situación de quiebra (reconocida o no) deben desaparecer. Y que su capital y su mercado deben pasar a concentrarlo otras entidades financieras que presenten un balance más saneado. Para facilitar la digestión de las primeras, es para lo que Solbes va a poner dinero público a disposición de las segundas. ¿Qué cajas están en una u otra categoría? Ese es un secreto guardado por el momento bajo siete llaves. Unos medios especulan con la delicada situación de la Caixa Catalunya presidida por Narcis Serra, otros sitúan a las cajas valencianas (Bancaixa y CAM) en el centro del huracán, los de más allá se alarman sobre el vertiginoso incremento de la morosidad en Cajamadrid y todos coinciden en que una serie de pequeñas cajas, diseminadas por toda la geografía española, están condenadas tarde o temprano. Pero pueden ustedes apostar que cuando los anuncios son ya tan abiertos, es porque en algún lugar existe un diseño definido del nuevo mapa de las cajas y un plan para ejecutarlo. Seguramente no tardemos en conocerlo, aunque sea por etapas. Lo único seguro en todo este asunto son dos cosas. Y ninguna de las dos buenas. La primera, que el coste de la concentración, al igual que el primer plan de rescate bancario, lo pagaremos nosotros. Y no será barato tampoco. La segunda, que este movimiento de concentración, al no cuestionar ni alterar las bases de control del poder político sobre las cajas, va a incrementar la voracidad de las burguesías burocráticas regionales (o al menos de algunas de ellas), que al final del proceso van a contar en sus manos con instrumentos financieros más potentes para seguir incrementando su poder. Al tiempo.

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