Nueva presidencia de la República Checa y de la UE

Praga neutralizada al gris

Tras la moción de censura -en medio del periodo de seis meses en los que la República Checa ostenta la presidencia europea- que ha defenestrado al gobierno conservador y euroescéptico de Mirek Topolánek, los partidos de la coalición gobernante y la oposición socialdemócrata -instigadora de la moción-, han llegado a un acuerdo, y han postulado a Jan Fischer, un economista tecnócrata y «apolí­tico» para dirigir al paí­s.

Los líderes de los tres artidos de la coalición gobernante y los de la opositora Socialdemocracia llegaron a un acuerdo, y aceptaron la propuesta del primer ministro saliente, Topolánek, que había propuesto al jefe de la Oficina de Estadística Checa, el veterano economista Jan Fischer. El presidente del europeísta Partido Socialdemócrata, Jií¸í Paroubek, dio su plácet a la elección de tan gris figura, y más después de que el presidenciable Fischer sostuviera que la prioridad básica del nuevo Gobierno sería continuar exitosamente la presidencia checa de la Unión Europea. “El señor Fischer es un funcionario público muy experimentado que es capaz de desempeñar ese cargo. Con respecto a la presidencia checa de la Unión Europea, es una persona que tiene conocimientos de idiomas y contactos internacionales”, expresó Paroubek. El gobierno “provisional” de Fischer durará apenas cinco meses, precisamente hasta que concluya su turno en la Presidencia de la UE. Durante este período, además de atender a los asuntos de una UE cada vez menos cohesionada, deberá concentrarse en un plan anticrisis para la república Checa y la preparación del presupuesto del Estado para el año próximo. Es evidente que en la moción de censura al gobierno eurofóbico de Topolánek no se puede entender sólo –ni siquiera principalmente- en clave interna checa. En un momento donde la crisis económica se agudiza, y cada una de las grandes potencias europeas –Alemania, Francia, Reino Unido, Italia…- toma un rumbo propio para salvaguardar los intereses de sus monopolios y tratar de que las pérdidas caigan sobre otras potencias y grupos financieros, una presidencia europea en esas manos es algo que Berlín o parís no estaban dispuestos a tolerar. Como ejemplo, el enfrentamiento hace semanas entre el gobierno checo y Sarkozy –el predecesor en la presidencia de turno- ante la medida francesa de conceder ayudas al sector del automóvil a condición de no cerrar las plantas en territorio galo. El gobierno de Praga acusó al Eliseo de abrir la caja de Pandora del proteccionismo, pues en territorio checo –y en los países del Este de Europa- hay numerosas fábricas de automoción de monopolios europeos que cerrarían seguro de generalizarse esta medida. Mejor el tecnocrático, gris y manejable gobierno de Fischer que el impredecible Topolánek. El nuevo presidente se ha definido a sí mismo "como una persona apolítica y especialista, pero como alguien con la suficiente y larga experiencia en la Administración pública", ha vaticinado que su mandato "no será un Ejecutivo de nuevos planes, sino de trabajo duro", y ha expresado su "deseo, ante todo, de trabajar al servicio del país, para llevarlo a las elecciones anticipadas con tranquilidad y habiendo cumplido todos los compromisos". No parece que Berlín o Paris vayan a preocuparse más por Praga.

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