Un grupo de accionistas de Banco de Valencia está preparando una demanda judicial contra José Luis Olivas debido a que se ha detectado un agujero de 800 millones de euros en dicho banco, es decir, un déficit de provisiones que alcanza tal monto. El banco estaba presidido hasta el 28 de octubre por José Luis Olivas, a su vez presidente de Bancaja y vicepresidente de Bankia. Bancaja, incluido el Banco de Valencia, está trasladando cada mes a Bankia, resultado de la fusión de Caja Madrid, Bancaja, Caixa Laietana y las cajas de Ávila, Segovia, La Rioja y Canarias, unos 200 millones de euros de morosidad. Entre los accionistas importantes del Banco de Valencia están los Noguera, los Boluda Villalonga, los Lladró, es decir, parte de la oligarquía regional.
Los graves problemas del grupo bancario se deben a su excesiva deuda en el sector inmobiliario y a prácticas como la renovación de créditos no pagados como nuevos y con una carencia de tres años. Así de los casi 3.200 millones de créditos concedidos en hipotecas, 521 son de dudoso cobro, a los que hay que añadir 826 millones más en activos inmobiliarios en adjudicación.
¿Qué hay detrás de este personaje paradigmático, artífice de tamaño pozo sin fondo, cuál es su trayectoria política y económica? José Luis Olivas fue consejero de Economía en la Generalitat valenciana de Eduardo Zaplana, que cambió en 1996 la Ley de Cajas para ejercer un mayor control, sustituyéndole brevemente como presidente, para pasar a ocupar, como recompensa, el cargo de presidente de Bancaixa y presidente de Banco de Valencia. Desde entonces ha llevado a la ruina a las dos entidades. Pero es que, mientras Olivas era consejero de Economía, las cajas apoyaron todos los proyectos faraónicos de Zaplana. Y además las utilizó peligrosamente en el sector de la construcción.
«Encaramado desde el poder político hasta la oligarquía regional» Olivas es el ejemplo perfecto de un individuo de la casta burocrática que se ha encaramado desde el poder político hasta convertirse en un miembro de la oligarquía regional. Un individuo que demuestra cómo los aparatos regionales del PP y del PSOE han sido los máximos inductores del régimen autonómico de los reinos de taifas, porque no han sido sólo los nacionalistas como cínicamente acusan el PP y el PSOE.
Porque el PP y el PSOE no son sólo las dos caras españolas de Obama, Merkel y Sarkozy, son también las dos caras de las castas burocráticas regionales. Aunque todavía tengamos una monarquía parlamentaria, los dos, el PP y el PSOE, abdicaron políticamente, hace demasiados años, y entregaron, hacia el exterior, la soberanía nacional al hegemonismo estadounidense y a las potencias europeas dominantes; y entregaron, hacia el interior, la soberanía ciudadana a la santa alianza entre las castas burocráticas y las oligarquías regionales.
«PP y PSOE defienden los intereses de las castas» Porque está realmente claro que por encima de las siglas, PP, PSOE, de su aparente diferencia de color, lo común es la defensa de los intereses de las burguesías burocráticas regionales, que son los intereses que representan los dirigentes políticos autonómicos, sean del PP o lo encarnen barones del PSOE. Su objetivo ha sido financiar y mantener las estructuras burocráticas de dichas castas regionales usando el dinero público, y a costa de inflar el déficit del Estado. En una íntima alianza y simbiosis que se fue estableciendo entre las castas político-burocráticas y las oligarquías locales, que utilizaban el poder autonómico y el presupuesto público para su enriquecimiento a costa del dinero del 90% de la población.
Dominio burocrático-económico que, con la crisis, ha aparecido, con toda su crudeza, como un cáncer maligno. Son castas que han fusionado los entramados políticos, económicos, sindicales, culturales… llegando a formar un extenso clan endogámico donde se alcanzan acuerdos a veces aparentemente contra natura. ¿Qué ha unido a todos estos personajes? El interés en controlar los recursos económicos de la región a través del control de las cajas.
«Impiden la redistribución de la riqueza» Ahora aparecen con crudeza las luchas y las alianzas por el reparto del poder político y económico ante la crisis financiera para intentar acaparar más recursos y endosar las deudas a los demás. Recursos que se han estado sustrayendo, y se siguen sustrayendo, del dinero público. Recursos que no se destinan a enfrentar de verdad la crisis sino que impiden la redistribución de la riqueza para generar empleo y para la inversión productiva en la pequeña y mediana empresa.