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Portugal precisa un segundo rescate

Portugal ya no viaja en el mismo barco que Irlanda y, mucho menos, en el de España. Muchos analistas lusos, tras la decisión del Gobierno de Dublín de volver con naturalidad a los mercados de la deuda a partir de diciembre, al término del plan de rescate, consideran que el Gobierno luso recurrrirá a solicitar un segundo rescate comunitario por la insostenibilidad de su deuda y la necesidad de reestructurarla. Hasta ahora, se daba por descontado que Irlanda necesitaría ayuda adicional, una línea de crédito preventiva, con la que garantizaría la financiación de su deuda sin necesidad del paraguas de la «troika» FMI/BCE/UE. Para Portugal ese hubiera sido un buen punto de referencia, cuando termine su plan de rescate de 78.000 millones de euros, en junio de 2014. Pero Portugal no es Irlanda: la deuda lusa sigue con tasas insostenibles, en torno al 6%, frente al 3,5% que paga la deuda irlandesa. Ya solo el gobierno de Passos Coelho cree posible una salida limpia, a la irlandesa, del plan de rescate.

Antes de la decisión de Dubín, el responsable de la diplomacia portuguesa, Rui Machete, ya había creado un gran revuelo, sobre todo en el seno de la coligación gubernamental de centro derecha PSD-CDS/PP, al advertir que Portugal solo podrá liberarse de la tutela de la «troika» y financiar la deuda de manera sostenible cuando los mercados rebajaran el 4,5% que cobran por las emisiones a largo plazo (10 años) del país lusol. Nadie antes en el gobierno había marcado tan claramente la frontera para un «regreso limpio» a los mercados. Lo único que se daba por descontado, era que no había forma de financiar la deuda con tasas que en ocasiones aun superan el 7% y que en abril de 2011 puso el país a los pies de la «troika» y provocó la dimisión del gobierno socialista.

Ahora, hasta en los escenarios más favorables no se descarta que Portugal tenga que necesitar una segunda «asistencia financiera internacional» (la palabra «rescate» suena peor y daña aun más la imagen y la credibilidad del gobierno). En la versión «soft», la nueva ayuda se plantearía como una «línea de crédito preventiva», para hacer frente al peligro de que los mercados sigan penalizando la deuda lusa. La agencia Fitch advierte que eso implicaría para el país tener que aceptar condiciones aun más exigentes y rigurosas que las negociadas en 2011 por el primer ministro socialista José Sócrates, que solo firmó el rescate bajo la presión de la gran banca y con la oposición de centro-derecha, cuya máxima prioridad era la conquista del Poder.

Pese a considerarle improbable, la misma agencia de «rating» no descarta un escenario aun más negativo. Portugal no tendrá quizás al final más remedio que seguir el ejemplo, no de Irlanda sino de Grecia, y plantearse una «reestructuración» de la deuda : un cambio con extensión de los plazos de amortización y hasta alguna quita. Es que desde la llegada de la «troika» todo o casi todo ha ido de mal a peor. Con la economía sumida en la recesión por tercer año consecutivo, aumentos brutales de impuestos, drásticas medidas de austeridad (despidos y duros recortes de salarios y pensiones en la administración, cierre de escuelas, supresión de ayudas sociales y todo lo que el gobierno cree necesario para reducir el gasto público y rebajar el déficit al 3% de PIB ), nadie encuentra la manera de frenar la deuda

Datos incuestionables

Según el Banco de Portugal (BdP), que aplica los mismos criterios de Maastricht utilizados por la «troika», la deuda alcanzó durante el primer semestre un máximo histórico de 214.572 millones de euros , el 131,4% del PIB. Es como si la deuda española, que solo alcanza la frioelra de 950.000 millones, el 93% del PIB, que pone ya todas las señales de alarme al rojo vivo, se incrementara de golpe en otros 400.000 millones. De hecho, bajo la tutela de la «troika», la deuda portuguesa se ha disparado casi 40 puntos: en 2010, cuando se apuntaba Sócrates como el «rey del despilfarro», al haber construido decenas de autopistas, centenares de escuelas, hospitales y otras «obras megalómanas», aun estaba en el 93,4%, prácticamente al nivel actual de la deuda español.

En el mejor de los escenarios posibles, la deuda portuguesa seguirá superando el 100% del PIB durante dos décadas más. Las previsiones para el próximo año apuntan hacia un incremento neto de 11.700 millones, pese a que las necesidades netas de financiación de la deuda y del déficit ascenderán a 17.700 millones. Así, para que la deuda baje al 60% del PIB previsto para 2035, solo cabria esperar un nuevo milagro de Fátima. Además de nuevos recortes de gasto público en salarios, pensiones, ayudas sociales, como los 4.700 millones programados para 2014, pero que podrán ser cuestionados por el Tribunal Constitucional, Portugal debería financiarse con tasas máximas del 4,5% y sacar hasta el 2020 excedentes primarios medios del 6%, muy superiores a los registrados en los 10 años anteriores a 2008, o sea antes de la crisis.

Lo cierto es que el rechazo irlandés a negociar una «ayuda financiera preventiva» al final del plan de rescate, deja Portugal a la intemperie, sin «punto de referencia» para cuando tenga que tomar una decisión, antes de julio de 2014. Además, ante las agobiantes necesidades de financiación (deuda y déficit), que entre la salida del rescate y el 2016 representaran una media anual de 15.000 millones de euros (un 50% más que antes de la llegada de la «troika») no habrá manera de convencer a los mercados que las emisiones lusas no presentarán para los inversores mayores riesgos que las irlandesas. Por lo tanto, si nada lo remedia, y a menos de un «milagro de Fátima», son mayoría los expertos nacionales e internacionales que apuntan hacia un segundo rescate, y en condiciones probablemente más duras que las actuales.

Más presión

Y lo que hace el primer ministro Passos Coelho es poner más presión no solo sobre el Tribunal Constitucional, para que no sea un obstáculo a nuevos recortes de salarios, de pensiones y de plantilla en la Administración púbica, con vista a la anunciada y polémica «reforma del Estado», sino también sobre el Partido Socialista (PS) y los sindicatos. Ahora, su estrategia consiste en poner como objetivo para Portugal también una «salida limpia del rescate», sin ningún tipo de ayuda financiera preventiva por parte del Mecanismo de Estabilidad Europea, del BCE y del FMI, pero poniendo como condición imprescindible la aplicación de muevas medidas de austeridad pactadas con la oposición socialista y los agentes sociales. O sea, lo que pide en gobierno es nada menos que carta blanca hasta el final de la legislatura en 2015.

La tesis de Passos Coelho, que en los dos años que lleva gobernando siempre se puso ante Bruselas y Ángela Merkel como un bueno alumno, mostrándose más troikista que la troika, es que hay que seguir los mismos pasos que Irlanda. Lo que pasa, con los datos en la mano, es que los niveles de austeridad en Portugal bajo la tutela del FMI, del BCE y de la UE han sido similares y quizás hasta superiores a los aplicados en Irlanda, pero sin la misma eficacia. Buena prueba de ello es la posición de los mercados, que siguen penalizando más la deuda lusa que la irlandesa. En todo o caso, lo que intenta la coligación PSD-CDS/PP, en buena sintonía con el presidente de la República Cavaco Silva, es forzar la mano del PS, para sacar adelante medidas de austeridad consensuadas, y que son presentadas como un ejercicio de «salvación nacional».

Lo único que juega a favor del gobierno es que, tras tres años de recesión, en los que el PIB sufrió un descenso del 6,3%, los últimos datos dejan dislumbrar el final del túnel. Para 2014, las previsiones más optimistas apuntan hacia un crecimiento del 0,8%, frente al registro negativo de 2012 (-3,2%) y del previsto este año (-1,8%). Otro dato importante es que la tasa de paro descendió al 17%, dos puntos menos de lo que pronosticaban los expertos para final de año. Pero lo más positivo, quizás, es la evolución del «clima de confianza», que los últimos meses mejoró sensiblemente en la industria, la construcción, las obras publicas y los servicios. Las exportaciones también llevan una tendencia positiva, y con los ingresos extraordinarios previstos (privatización de los Correos, de transportes públicos, de Aguas de Portugal, de la aerolínea Tap…) es probable que Portugal cumpla los objetivos de reducción del déficit en línea con lo pactado con la «troika», del 5,9% en 2014, del 4,2% en 2015 y del 2,8% en 2016.

El efecto Ronaldo

Los portugueses tienen un «súper héroe nacional», Cristiano Ronaldo, que en la noche del martes se convirtió en «Dios», por haber hecho un «had trick» a Suecia para llevar a sus al mundial de 2014 las ilusiones de todo un país que en todo lo económico, las finanzas y lo social no pasa precisamente por un buen momento. Y el más agradecido de todos será sin ninguna duda el primer ministro Passos Coelho: tendría que poner una vela al «7» del Real Madrid y de Portugal, porque en junio de 2014, al término del plan de rescate de 78.000 millones de euros, el país estará más pendiente de Ronaldo y de la selección nacional en el Mundial de Brasil que de ver la coligación gubernamental de centro derecha PSD-CDS/PP solicitar una nueva y muy amarga ayuda financiera internacional y seguir así bajo la tutela de la «troika» FMI/BCE/UE.

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