Portugal hundida; la banca española tocada

«Y más concretamente, nuestro sector financiero, que es el que más exposición tiene a Portugal de toda la Unión Europea. Lo que le faltaba, en un entorno de desplome de márgenes, de caí­da del crédito, de fuertes provisiones por el ladrillo y de grandes necesidades de capital.»

En concreto, están en juego 110.000 millones de euros que nos adeudan nuestros vecinos, según el Banco Internacional de Pagos. Unos 70.000 millones de euros rovienen del sector privado no bancario -Portugal tiene un endeudamiento privado casi tan alto como el de España, superior al 80% del PIB en el caso de las familias y al 70% en el de las empresas- y el resto, del sector público y las entidades financieras portuguesas. Los datos del BIS ponen de relieve que la exposición española a Portugal es, con diferencia, la más importante entre los países de la eurozona (EL CONFIDENCIAL) EL PAÍS.- El Gobierno español ha reaccionado con demasiado optimismo al asegurar que la crisis de Portugal no afectará a España. El matiz obligado es que no debería afectar en función de las decisiones políticas adoptadas y de los fundamentales económicos y financieros de la economía española. Pero una intervención de Portugal provocaría una nueva espiral de causas de sospecha. Por ejemplo, la deuda portuguesa en poder de la banca española. Y se reiniciaría el modelo de las profecías de los analistas que tienden a autocumplirse. EL MUNDO.- En paralelo a las operaciones militares, los aliados están ofreciendo un espectáculo nada edificante por su incapacidad para fijar un reparto competencial en esta misión. Así, las conversaciones en la OTAN ayer acabaron igual que en días anteriores, sin acuerdo para asumir ningún papel en Libia, por las reticencias de Alemania o Turquía. Una situación que empieza a poner nervioso a EEUU, deseoso de ceder el mando de una guerra que no se antoja nada sencilla. Crisis El Confidencial Portugal hundida; la banca española, tocada E. Segovia La caída del Gobierno portugués, anunciada anoche, y el casi seguro rescate del país por la Unión Europea tienen un claro damnificado: España. Y más concretamente, nuestro sector financiero, que es el que más exposición tiene a Portugal de toda la Unión Europea. Lo que le faltaba, en un entorno de desplome de márgenes, de caída del crédito, de fuertes provisiones por el ladrillo y de grandes necesidades de capital. En concreto, están en juego 110.000 millones de euros que nos adeudan nuestros vecinos, según el Banco Internacional de Pagos. Unos 70.000 millones de euros provienen del sector privado no bancario -Portugal tiene un endeudamiento privado casi tan alto como el de España, superior al 80% del PIB en el caso de las familias y al 70% en el de las empresas- y el resto, del sector público y las entidades financieras portuguesas. Curiosamente, la exposición a la deuda pública lusa es muy reducida, poco más de 8.000 millones. Los datos del BIS ponen de relieve que la exposición española a Portugal es, con diferencia, la más importante entre los países de la eurozona (el doble que Francia o Alemania). El primer ministro luso, José Sócrates, anunció anoche su dimisión tras el rechazo del Parlamento a su nuevo plan de ajuste que pretendía reducir el elevado déficit público del país vecino. El perjuicio para las entidades españoles ya se está produciendo, por el desplome del precio de la deuda pública portuguesa, que arrastra al de la deuda privada. La rentabilidad del bono del Estado a 10 años superó ayer el 7,5% y el activo a cinco años llegó al 8,2% (que la rentabilidad a corto plazo sea más alta indica que el mercado descuenta un impago inminente). Bancos y cajas deben apuntarse esta pérdida contra su capital, en caso de títulos calificados como disponibles para la venta. Pero la catástrofe se desataría si el Estado o las empresas y entidades portuguesas llegasen a incurrir en impago. En ese caso, las entidades sí que tendrían que dotar fuertes provisiones por estos activos, que pueden causar un gran perjuicio a las cuentas de algunas. Precisamente, evitar el impago es el motivo del rescate que, casi con toda probabilidad, acordarán los líderes europeos en los próximos días, y que seguirá a los de Grecia e Irlanda. Es decir, el fondo de rescate europeo (ESM por sus siglas en inglés) inyectará a Portugal dinero suficiente para que haga frente a sus compromisos de pago de deuda o se lo dé a los bancos o empresas que no pueden atender a los suyos, como hizo Irlanda. Un rescate tampoco soluciona todo Pero eso no significa que se acaben los problemas. Los ministros de Finanzas aprobaron el lunes una medida que hará que los tenedores de deuda compartan la carga de un posible impago (a pesar del rescate), al dar preferencia a la hora de cobrar al ESM. Esto es, el fondo europeo será el primero en recuperar el dinero prestado, mientras que el resto de los acreedores tendrán que conformarse con lo que pueda pagar después el país en cuestión. Lo cual significa una quita, con la pérdida correspondiente para el acreedor. Esta medida explica la espectacular subida de la rentabilidad de la deuda de Grecia, Irlanda y Portugal en los últimos días, ya que muchos inversores huyen de estos bonos ante la posibilidad de sufrir pérdidas si finalmente incurren en impago y el ESM tendrá preferencia a la hora de cobrar. Por otro lado, un rescate no es estrictamente imprescindible porque Portugal tampoco tiene necesidad de apelar a los mercados en grandes cantidades para financiar su déficit y sus vencimientos de deuda: Barclays estima que debe emitir sólo 1.000 millones en bonos y otros 1.000 en letras cada mes, y además, puede contar con el apoyo del BCE en momentos puntuales si el mercado sigue castigando a su deuda como estos días. En todo caso, la caída de Portugal es un problema más que se añade a la larga lista que sufren los bancos y cajas españoles, y que no hará sino empeorar su percepción internacional. No sería raro ver hoy una importante caída de las cotizaciones de las entidades españolas. Y esto dificultará aún más las numerosas salidas a bolsa anunciadas por los grupos de cajas para recapitalizarse. EL CONFIDENCIAL. 24-3-2011 Editorial. El País Nuevo factor de riesgo La estabilidad de la eurozona cuenta desde ayer con un nuevo y grave factor de riesgo. El primer ministro José Sócrates presentó su renuncia al presidente de la República Cavaco Silva después de que el Parlamento rechazara el plan de austeridad, denominado Programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC), presentado por el Gobierno para su aprobación. Plan que, por cierto, contaba con todos los pronunciamientos favorables de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Si la única salida son las elecciones, la solución más favorable para Portugal sería que el próximo Gobierno que salga de las urnas cuente con una amplia mayoría que respalde el plan de ajuste del déficit que exigen Bruselas y los mercados. El principal partido de la oposición, el PSD de Pedro Passos Coelho, ya ha anunciado su disposición a cumplir el PEC. Pero mientras llegan los comicios, la situación de Portugal será insostenible. Ayer, el diferencial de las obligaciones del Tesoro a cinco años supera ya el 8% y a 10 años llegaban ya al 7,63%. En estas condiciones, lo más probable es que las autoridades portuguesas tengan que solicitar un plan de rescate, similar a los que ya han experimentado Grecia e Irlanda. Portugal está sumido en una recesión y está siendo castigado sistemáticamente por los inversores, debido a las dudas persistentes sobre la solvencia de sus finanzas públicas. Tales dudas no están respaldadas por el comportamiento político del Gobierno, dispuesto a los ajustes presupuestarios obligados. Pero los analistas y las agencias de rating han jugado a la profecía que se autocumple. Con el pretexto de que su bajo crecimiento le impediría aumentar los ingresos públicos, ajustar los gastos y devolver la deuda, casi todos los análisis económicos inducían a no invertir en activos lusos. Al final, la inestabilidad política y la persistencia de los recelos de los mercados ha situado al país al borde de la intervención y a la zona euro en una nueva etapa de turbulencias financieras. Ante una situación tan grave como la de Portugal, resulta imperativo que la cumbre europea que empieza hoy reaccione con rapidez. En primer lugar, debería resolver cuanto antes los detalles de la ampliación del Fondo de Rescate, con el fin de que tenga una capacidad de préstamo de 500.000 millones de euros. La situación óptima sería que los cambios se aprobaran con rapidez para que Portugal estuviese en disposición de acogerse a ellos. En este sentido, cualquier retraso en los acuerdos sería preocupante. El Gobierno español ha reaccionado con demasiado optimismo al asegurar que la crisis de Portugal no afectará a España. El matiz obligado es que no debería afectar en función de las decisiones políticas adoptadas y de los fundamentales económicos y financieros de la economía española. Pero una intervención de Portugal provocaría una nueva espiral de causas de sospecha. Por ejemplo, la deuda portuguesa en poder de la banca española. Y se reiniciaría el modelo de las profecías de los analistas que tienden a autocumplirse. *************************** Un tercio de los activos portugueses de la banca internacional, en manos españolas Alejandro Bolaños Las entidades financieras españolas han aprovechado los últimos meses, con Portugal en el centro de la diana de los inversores, para recoger velas en el país vecino. Aún así, los bancos y cajas españoles siguen teniendo en sus asientos contables más de un tercio de los activos (34%) que la banca internacional tiene en empresas, familias, bancos y administraciones portugueses. En ninguna otra de las economías europeas más zarandeadas por los mercados (Grecia, Irlanda, Portugal y la propia España) existe una concentración de riesgo parecida: solo los bancos franceses tienen una exposición similar, en términos relativos, a la economía griega (33% de los activos de la banca internacional en ese país). La aparente vulnerabilidad de las entidades españolas ante un eventual rescate de Portugal, cuya crisis financiera obligó ayer a dimitir al primer ministro, José Sócrates, y que dominará la cumbre de jefes de Estado de hoy y mañana, viene matizada por dos cuestiones esenciales: cerca del 70% de los 108.600 millones de dólares (76.000 millones de euros al cambio actual) de activos de la banca española en Portugal -préstamos, títulos de deuda, imposiciones a plazo, acciones, líneas de crédito, derivados y garantías- tiene como contraparte a familias o empresas de ese país. El "sector privado no financiero", como lo define en sus estadísticas el Banco de Pagos Internacionales, no está exento de algunos efectos colaterales del rescate -mayor ajuste fiscal, menor crecimiento, más morosidad-, pero no está en primera línea, como sí lo están las administraciones públicas (con títulos cada vez más devaluados) y las entidades financieras (con dificultades para cumplir las nuevas exigencia de capital). Así, los bancos alemanes tienen el triple de activos en la banca portuguesa que las entidades españoles (39% frente al 13% de la exposición total de la banca internacional). Y los franceses, tienen casi el doble de títulos de deuda pública portuguesa que los bancos españoles (poco más de 6.000 millones de euros). El segundo elemento que relativiza la importancia de los activos portugueses en los balances de las entidades españolas es su limitado peso, en comparación con la exposición a otros países. Portugal apenas representa un 6% de los activos de la banca española en el extranjero; los 76.000 millones comprometidos equivalen al 7% del PIB español. Los últimos datos publicados por el Banco de Pagos Internacionales corresponden al final del tercer trimestre de 2010. Lo previsible es que la tendencia apuntada entonces -una disminución de los activos de la banca española en Portugal-, se haya consolidado en los últimos meses, cuando la sostenibilidad de la economía portuguesa ha estado más en cuestión. Entre el segundo y el tercer trimestre de 2010, la exposición de la banca española a Portugal, excluido el efecto del tipo de cambio, disminuyó en unos 3.000 millones de dólares. La inmensa mayoría del retroceso se concentró en los activos en bancos portugueses. EL PAÍS. 24-3-2011 Editorial. El Mundo Gadafi resiste en tierra, la OTAN sigue ‘en el aire’ LOS ATAQUES de la coalición internacional no pudieron impedir que francotiradores leales a Gadafi sembraran ayer el terror en Misrata. Al menos 16 personas murieron -cinco niños- por los disparos incesantes en esta ciudad rebelde. En el quinto día de guerra contra el régimen libio, Londres aseguró que las fuerzas aéreas de Gadafi están destruidas. Sin embargo, cunde cierto desánimo en la coalición internacional por el hecho de que los rebeldes apenas consigan recuperar posiciones, tanto por su gran desorganización y falta de medios, como porque la red de mercenarios del tirano libio sigue ofreciendo una fuerte resistencia terrestre. Y en paralelo a las operaciones militares, los aliados están ofreciendo un espectáculo nada edificante por su incapacidad para fijar un reparto competencial en esta misión. Así, las conversaciones en la OTAN ayer acabaron igual que en días anteriores, sin acuerdo para asumir ningún papel en Libia, por las reticencias de Alemania o Turquía. Una situación que empieza a poner nervioso a EEUU, deseoso de ceder el mando de una guerra que no se antoja nada sencilla. EL MUNDO. 24-3-2011

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