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Portugal contra la pared

EN medio del debate sobre la eficacia a corto plazo de las medidas de austeridad, las dificultades de los países que las aplican están llegando a extremos insólitos. Ahí está el caso de Portugal, país rescatado por la troika en el que los presupuestos generales del 2013 han sido recurridos por miembros del mismo partido, el PSD, que lidera la coalición de gobierno de esta nación vecina. El recurso del presupuesto, aunque parcial, se presentó ante el Tribunal Constitucional y constituye de por sí una medida que obstaculiza los intentos del Ejecutivo por cumplir las condiciones de rescate del país. Una cincuentena de diputados de los 74 que integran el grupo socialista portugués, incluido el líder de la formación, António José Seguro, firmaron el recurso enviado al alto tribunal, alegando que los recortes de las pensiones, de los salarios de los funcionarios y de los beneficios sociales menoscaban los derechos básicos de los trabajadores.El ajuste brutal al que se ha encomendado el Ejecutivo del primer ministro, Passos Coelho, recoge un alto incremento de la carga fiscal en el impuesto de la renta, además de recortes en las pagas a los funcionarios y en servicios sociales, lo que ha provocado que el propio presidente Cavaco Silva sostenga que existen serias dudas sobre «la justicia en el reparto de los sacrificios». Ya antes, el trámite parlamentario de los presupuestos tuvo una muy dura oposición en la calle, con manifestaciones y huelgas que paralizaron el país, mientras la izquierda, que también ha llevado los presupuestos al Constitucional, acusa al Gobierno de profundizar en su estrategia de medidas de austeridad cuando el país continúa en recesión (el PIB cayó más de un 3% en el 2012) y el paro alcanza cotas nunca vistas en Portugal (roza ya el 16%).Las presiones sobre Cavaco Silva para que usara su prerrogativa presidencial de no sancionar la ley de presupuestos arreciaron en los últimos días. Pero este ha preferido sancionarla y luego recurrirla con el argumento de que era mejor esta estrategia con el fin de no parar el país. Sin embargo, muchos son los que piensan que la demora de la sentencia del Constitucional, probablemente de unos seis meses, será peor puesto que convierte la validez de la ley de presupuestos, una pieza clave en cualquier ejecutivo, en una incógnita que hará más difícil las tareas del Gobierno de Passos Coelho. En todo caso, resulta sorprendente que el presidente y el primer ministro, que son del mismo partido, se encuentran enfrentados ante el Tribunal Constitucional por la ley de presupuestos.¿Qué es lo que ocurre? Aunque sea paradójico, no deja de tener un lado lógico. Cada día que pasa es mayor el clamor contra la dureza de unas medidas de austeridad que están hundiendo a los países que las ejecutan sin que, por otra parte, se advierta ningún signo de crecimiento, sino todo lo contrario. Hace meses que en el seno del FMI se está analizando la bondad de los recortes, especialmente en el sector de los servicios sociales, que están dejando a millones de personas en el umbral de la pobreza. Precisamente esta semana se ha conocido un informe del economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, en el que se admiten errores de gestión en la crisis europea al subestimarse los terribles efectos de las políticas de austeridad sobre la economía y no tener en cuenta los muchos factores que deben medir la velocidad con que debe implantarse la consolidación fiscal en cada país. Un mea culpa que viene entonado después de la evidente falta de resultados de esas políticas impuestas a rajatabla y es un reconocimiento de que las políticas de recortes en los servicios sociales tienen un efecto depresivo de la economía mucho mayor de lo que se había previsto y calculado hasta ahora. La presión de la troika, y especialmente de Alemania, por aplicar un ajuste rápido sobre las economías de la periferia europea está demostrado que tiene unos efectos perversos sobre esos países y que es preciso modular su ejecución. Y en Portugal, país sujeto a unas condiciones de rescate durísimas, los políticos se ven obligados a representar el papel, unos, de policía bueno y, otros, de policía malo.

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