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Por sus ‘disclaimers’ los conoceréis

Hay un viejo chiste en el mundo de las asesorías empresariales. ¿Qué es un consultor? Pues un tipo al que le preguntas qué hora es y antes de contestarte coge tu reloj, mira la hora y te dice: «Las tres menos cuarto». ¿Y un auditor? Pues lo mismo, sólo que después de decirte la hora el tipo se lleva tu reloj.Mucha gente tenía ayer esa sensación al conocer la valoración de Roland Berger y Oliver Wyman que le ha costado dos millones de euros al Banco de España. Al final, sus informes han añadido más incertidumbre y suspense a la reforma financiera que lo que han aclarado. Los dos escenarios que han utilizado para su test de estrés, por ejemplo, son muy discutibles y hay ciertas incoherencias en el escenario base, sobre todo en lo relativo a las tasas de desempleo.Pero lo primero que hay que leer en estos informes para ver por qué tan en serio tenemos que considerarlos son sus disclaimers, esas cláusulas donde ambos valoradores se curan en salud. Así, Oliver Wyman dice que «la información facilitada por terceros, en la que se basa todo o parte de este informe, no ha sido verificada». Esto, en un medio de comunicación que publica noticias a veces menos relevantes que estos documentos financieros, sería una práctica inaceptable.Pero los descargos no terminan ahí. En otro párrafo se añade que «todas las decisiones relacionadas con la puesta en práctica o con la utilización como asesoría o consejo de los contenidos en este informe no son responsabilidad de Oliver Wyman».Roland Berger, en cambio, «no acepta ninguna responsabilidad por la integridad y precisión de los documentos e informaciones puestas a disposición de Roland Berger en el curso de este proyecto. RB asume que los datos y documentos son completos […] verdaderos y exactos».No es posible, en un mes, realizar algo más que una recopilación de informes ya existentes. Estos documentos son un refrito de las inspecciones del Banco de España hechos contrarreloj, por la sencilla razón de que es materialmente imposible revisar todos los activos de la banca. Eso quizás lo puedan precisar las cuatro grandes auditorias que están haciendo la revisión a fondo que el Ministerio de Economía ha prometido para el 31 de julio.Lo peor no es que se hayan echado dos nuevas horquillas numéricas a la mesa de apuestas de la ruleta financiera española, sino que se ha puesto en el punto de mira al grupo de entidades medianas que han quedado situadas en tierra de nadie, o sea, entre los tres grandes que expresamente han sido descartados (Santander, BBVA y La Caixa) y los que han sido intervenidos o están en vías de serlo, y que se presume que necesitarán la mayoría de las ayudas.Sobre esas entidades, de las que nada preciso se dice, se ha extendido una irresponsable sombra de duda. Y son esas dudas las que están erosionando más allá de lo razonable la credibilidad de un sistema financiero que si bien no era tan ejemplar como se presumía, tampoco es tan malo como se quiere hacer ver ahora.

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