La factura de la luz más cara de la historia

¿Por qué sube tanto la luz?

Este año, el precio de la luz del mes de agosto ha sido el más caro desde 2008, encadenando seis meses de subidas. Y el año siguiente, se espera que suba todavía más ¿Por qué ocurre esto? Solo puede responderse conociendo cómo se fija el precio de la electricidad y quiénes son los dueños de la energía.

Que la luz ha subido una barbaridad lo notamos todos en nuestros bolsillos. En concreto, en los últimos seis años, ha subido un 76%. Con respecto al año pasado, ha aumentado un 10%.

Son miles de millones de euros que han pasado de nuestras rentas a engrosar las cuentas de los monopolios energéticos. Endesa, propiedad de la italiana Enel, ganó 1.463 millones de euros en beneficios netos en 2017. Iberdrola ganó 2.416 millones de euros, mientras que Gas Natural Fenosa (ahora Naturgy) obtuvo 1.360 millones. Un total de 5.239 millones de euros entre las tres.

Este agosto, la luz ha tenido un coste de 64’33 €/MWh, según datos del OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía). Es el más alto desde 2008, que alcanzó los 70’10€/MWh. Solo comparándolo con el año pasado, ha aumentado un 35’5%. Pero no es una cuestión solamente episódica, del pasado mes, sino que va a mantener al alza todo el año según los pronósticos del mercado de futuro.

Esto implica que por primera vez, la factura de un cliente doméstico que se acoge a la factura regulada superará los 800 euros anuales. Lo que la convertirá en la factura de la luz más cara de la historia de nuestro país.«Por primera vez, la factura de un cliente doméstico que se acoge a la factura regulada superará los 800 euros anuales»

Y las previsiones no son nada favorables para el futuro. Las previsiones de mercado de futuro ya adelantan precios de 69’21 €/MWh para el primer trimestre de 2019, cuando este año solo ha costado 48’13 €/MWh, según OMIE.

¿Y por qué ocurre todo esto? En cualquier sector de la industria, lo normal es que el coste de producción de cualquier mercancía tienda a bajar con el tiempo, conforme aumentan las fuerzas productivas aplicadas a su fabricación. ¿Cómo es que la energía eléctrica no cumple esta ley?

¿Es a causa fenómenos meteorológicos ajenos a la voluntad de nadie, de la sequía o falta de viento? No lo parece. Este año, a diferencia del anterior, ha sido bastante lluvioso. Los embalses están al 55,4% de su capacidad, un 18,4% más que en 2017. Esto ha permitido que la producción hidráulica y eólica aumentase el 74% y el 10,4%, más que en 2017, partiendo datos de la Red Eléctrica.

Tampoco parece que se deba, al menos principalmente, a una subida del precio de los hidrocarburos. Otros países de nuestro entorno también sufren la subida del combustible fósil, y sin embargo, no han experimentado una subida tan drástica como la nuestra en el precio de la luz.

¿Entonces cuál es la clave que explica esta anómala subida? No se puede responder sin dar a conocer quiénes son los dueños y cómo se fija realmente el precio de la luz.

Los dueños de la luz

En España la electricidad está monopolizada, desde que se “liberalizase” el sector de la energía en 1997. Cinco empresas controlan el 70% de la energía que se genera y el 80% de la energía que se comercializa en nuestro país. De las cuales, tres de ellas son las principales: Endesa, Iberdrola y Naturgy.

Ellas tres tienen capacidad de imponer los precios que ellas consideran para engordar sus cuentas de beneficios ¿Cómo lo hacen?

A través de un subasta mayorista organizada en favor de sus intereses. Un tipo de subasta en donde participa toda la energía producida por diversos medios (eólica, hidráulica, gas, carbón, etc.) y donde se fija el precio de la luz en virtud de la energía más cara de producir. Aunque se haya producido más con las otras fuentes.

Es como ir a una carnicería y encontrarnos que todos sus productos se venden a precio de buey. Una estafa en la que sale siempre ganando las eléctricas, y perdiendo el resto de consumidores. Por eso mismo, no importa si los embalses están llenos o vacíos. Porque el precio lo sigue fijando el carbón, mucho más caro debido al coste de los derechos de emisión que impone la Comisión Europea, que han saltado de los 6 euros iniciales por tonelada a 21’30 euros.

Pero pueden hacerlo, en primer lugar, porque tienen un Estado que no solo permite este tipo de práctica, sino que la ampara y protege. Felipe González o José María Aznar están en puestos de administración de Endesa e Iberdrola como asesores, o recientemente el exministro Jordi Sevilla como presidente de la Red Eléctrica. Cuando tenemos a más de 40 políticos, de la talla de expresidentes, ministros y presidentes autonómicos, en puestos de dirección de las principales empresas de energía, no se puede hablar de meramente de “puertas giratorias” como si solo se tratase de individuos concretos que se dejan influenciar de manera personal.«Cinco empresas controlan el 70% de la energía que se genera y el 80% de la energía que se comercializa»

Al contrario, lo que existe es el capitalismo monopolista de Estado, un entramado orgánico entre los monopolios y las altas esferas del Gobierno y los ministerios, una auténtica fusión entre los intereses de los gigantes eléctricos con el Estado, para garantizar la obtención de sus beneficios.

Solo así puede explicarse por qué cada reforma que se ha hecho con respecto al mercado mayorista desde que se liberalizase en hace dos décadas, como la sustitución de las subastas CESUR a la determinación diaria y posteriormente por horas del precio de la energía, solo ha servido para consolidar la subida al alza del precio de la luz.

O la persecución del Gobierno de Rajoy a las energías renovables, acabando con las subvenciones e imponiendo el impuesto al sol, para frenar todo intento de autoconsumo que pudiese ofrecer resistencia al dominio monopolista.

Ellos son los dueños de la luz. Son también los dueños del Estado. Y por ello mismo, pueden operar con tanta impunidad en contra de nuestros intereses

La verdadera factura

Los españoles pagamos mucho más de lo que realmente consumimos en electricidad. Nuestro consumo actual es solo una parte de lo que realmente pagamos cada mes.

Por ejemplo, hay una parte que va a impuestos. La energía eléctrica tiene un 21% de impuesto de IVA, una auténtica barbaridad. Hay otra serie de impuestos, como la tasa municipal, tasa hidroeléctrica o la Tasa ENRESA, que se encarga del cierre de centrales nucleares y gestión de residuos. Impuestos que se traspasan directamente a cada ciudadano en su factura. En total, más de un 50% de lo que pagamos de factura se va en cargos e impuestos.

Y uno especialmente importante es el déficit de tarifa. Una deuda contraída por el Estado de más de 30.000 millones de euros en 2014. El origen de la deuda es otra estafa. El Gobierno de Aznar, al liberalizar la energía, impuso por ley que el recibo no podía subir más que el IPC. Ley que se aplicó entre el año 2000 y 2013. Todo lo que pasaba por encima, era deuda que tenía que asumir el Estado. Por supuesto, al poner las propias eléctricas el precio, ellas dictan cuánto supuestamente han perdido, independientemente de los multimillonarios beneficios que tuviesen todos esos años.

Y desde el 2014, se decidió que una parte de la factura de la luz serviría para ir pagando este multimillonario déficit. En otras palabras, en la actualidad no solo estamos pagando la luz que consumimos ahora, sino también la que consumimos hace quince años.«En total, más de un 50% de lo que pagamos de factura se va en cargos e impuestos»

Una relación aceptada por el Estado, al estar al completo servicio de los grandes monopolios. En vez de hacer una auditoría de los costes reales de la producción de energía, aceptaron la deuda sin más y nos pasan este agujero prefabricado a todos nosotros. He aquí una clave fundamental de por qué tenemos una de las facturas de la luz más caras de Europa.

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