Michael Jackson

¿Por qué bailan sobre su tumba?

Quizás dentro del mundo del periodismo se pueda establecer una diferencia entre información/opinión y amarillismo. Y también quizás ninguna de estas dos lí­neas de contenido puedan entenderse sin el gusto, en primer lugar, y sin saber quien las financia sobre todo. Pero lo que es seguro es que cuando uno lee un reportaje como el que hoy ofrece El Paí­s sobre Michael Jackson se tiene la seguridad de que cuando se come mierda, o se deja de comerla o se cambia el aparato digestivo. Y esto no hay quien lo digiera.

Un desliegue oportunista y gratuito en el que cada línea se regodea en el sufrimiento, el esperpento, la barbarie, el chismorreo, los análisis pretendidos de una zafiedad insoportable, y el vómito periodístico. No hay otra manera de calificarlo. Puede incluso visualizarse un redactor jaleando el proceso al grito de “¡sangre y vísceras!, ¡quiero más sangre y vísceras!”. El artículo afirma conocer los demonios de Jackson, y su costumbres con las drogas, incluso enumera las marcas. La pluma se afana por presentar a un alma en pena podrida de millones y corrupta, hasta el punto de resumir su vida en titulares, entre los que ninguno es “El hombre que vivió demasiado”, o “el futuro nació en la familia Jackson”, ni mucho menos “Quién destruye lo que no entiende” o “Lapidado por cuestionar un pacífico orden moral”. Es de suponer que una vez abierta la veda en EEUU, cualquier cosa que se diga desde aquí, prácticamente es recato o comedimiento. Claro, Jackson es un blanco fácil, puesto en bandeja: “El rechazo que experimentó contra su persona alimentó su ambición de ser la mayor estrella del pop que el mundo hubiera conocido”. Quien así escribe nada entiende de música, ni jota. Aunque tampoco haya dedicado ni un solo segundo – va una apuesta en ello – a reescuchar su música, ver sus videos, entender sus letras, escuchar a sus fans… ni uno. Recopilación de datos biográficos, prensa norteamericana y de cacería… Jackson ya era la mayor estrella del pop que el mundo haya conocido. La pregunta entonces es por qué el rechazo a su persona y de quién. Porque sus fans eran millones en todo el mundo. “No sabía Michael que el deseo de agradar le acabaría convirtiendo en un personaje desagradable al que la gente evitaba mirar o miraba con repugnancia”, lo dicho “¡sangre y visceras!” sigue gritando el redactor, “¡sangre y visceras!” El artículo sigue: “Aunque la estrella dedicó su vida a la misión imposible de recuperar una infancia perdida”. Esto sí es un forma rápida de quitarse el muerto de encima llevándose por delante 40 años de música. Antes de recrearse en los detalles más morbosos de los juicios por abusos, escatología incluida, la pluma enfrenta a Jackson con los Beattles, Elvis y Sinatra. Algo así como si Lorca, Cervantes y García Márquez se disputaran el título de mejor escritor de todos los tiempos. El resto es un recopilatorio de mal gusto y regodeo, como recrearse en lo peor de la peor época de un ser querido que ha caído enfermo. Más allá de lo que la decencia consiente incluso bajo el amparo de lo público. Solo un detalle vale la pena: “desconfiaba de todo el mundo, hasta el punto de guardar el efectivo en bolsas de basura, en armarios o debajo de la cama”. Solo tirando de esta frase puede construirse otro artículo. Si no sabe verse, ni entender el genio de Jackson, ni someterlo todo – incluso la moral mojigata – a él, mejor callarse y escribir sobre “jovencitas resultonas que se operan el pecho para acostarse con futbolistas” Sólo queda preguntarse ¿por qué bailan sobre su tumba?. Quizás en la mayoría de casos, visto uno por uno, sea por oportunismo, por el sueldo, pero visto en su conjunto todo rezuma odio desde las entrañas. ¿Pero por qué? ¿qué es lo que odian y quieren borrar del mapa y en todo caso convertirlo ante los ojos de la gente en algo despreciable?

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