¿Por qué acabar con la pobreza si la puedes alimentar con pienso?

Un nuevo escándalo sacude la sociedad brasileña. El alcalde de Sao Paulo propone, no acabar con la pobreza, sino alimentar a los pobres con “pienso”.

El esperpento tiene nombre, Joao Dória, y causa, alimentar a la creciente población que vuelve bajo el umbral de la pobreza. El millonario Dória, del partido social-demócrata, es el alcalde de Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil (y de América), con aproximadamente 12 millones de habitantes.

La propuesta del alcalde, uno de los presidenciables para las elecciones del próximo 2018, es alimentar a los más pobres y necesitados de la ciudad con un polvo preparado de comida a punto de caducar. Una solución que ha puesto el grito en el cielo de amplios sectores progresistas, cómo el ex presidente Lula da Silva, que no ha dudado en calificar el producto cómo “pienso para pobres”.

Durante el mandato de Lula, en la última década, entre 2004 y 2014 , alrededor de 28,6 millones de brasileños salieron de la pobreza. Pero solo en el 2016, entre 2,5 y 3,6 millones de personas cayeron por debajo del umbral de la pobreza, unos 44 dólares mensuales.

La creciente desigualdad en Brasil, desde que el país entrara en recesión, debido a la inestabilidad política, y a la presión de los mercados, ha provocado que se agudice la necesidad de ayudas sociales que amortigüen la situación. El proceso de empobrecimiento de la población, es paralelo al recorte del nivel de vida que el gobierno de Michel Temer lleva aplicando a la sociedad brasileña, desde que llegara a la presidencia, vía impeachment a Dilma Rousseff, en agosto del 2016.

El alcalde de Sao Paulo, en combinación con la plataforma Sinergia, propone la distribución del preparado Farinata (también llamado alliment) entre la población en riesgo de extrema pobreza, una mezcla de alimentos, excedentes de supermercados y empresas de alimentación, cerca de su fecha de caducidad, que son liofilizados, transformados en polvo y presentados en forma de una suerte de “croquetas”. Los creadores del invento lo definen como un elemento de conciliación entre los interesas de las empresas y las necesidades básicas de las personas. Una excusa de los que quieren alimentar a las personas con la «Farinata», diciendo que es positivo para la reducción de residuos sólidos, o sea, dar a los pobres la basura que las empresas no pueden vender enmascarada como una política de alimentación y ambiental completamente cínica.

Para el Consejo Regional de Nutricionistas de Sao Paulo, según un comunicado, esta iniciativa es “una afrenta al derecho básico de tener una alimentación adecuada”, recordando que no pueden obviarse cuestiones como la dignidad que va más allá de recibir una ración de nutrientes. Esta iniciativa, mantienen los nutricionistas del sur de Brasil, «es una total falta de respeto a los avances de las últimas décadas en el campo de la seguridad alimentaria en lo que respecta a las políticas contra el hambre y la desnutrición”.

Éste no es el primer escándalo del alcalde, ya protagonizó un suceso semejante, al recortar las raciones de los menús escolares, prohibiendo además que los estudiantes pudiesen repetir ración, como denunció la profesora Marcella Campos. En esa dirección apuntaba también Diana Assunção, dirigente del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, señalando que «Dória muestra una vez más cuanto desprecio siente por la población pobre. Para mejorar y aumentar sus acuerdos con los empresarios, permite que estos descarten su basura industrial como si fuera alimentación adecuada, buscando esconder la ausencia de acceso de los sectores más empobrecidos de la población a una alimentación saludable”.

Esta aberración política, en una de las ciudades más desiguales del mundo, en uno de los países más ricos y con más recursos como es Brasil, nos debe hacer cuestionar la idea de pobreza y limosna. En un país que acaba de sacar a casi 30 millones de personas de la pobreza, ¿que han hecho sus políticas en menos de dos años, para producir esta barbaridad? Dejar la vida de las personas en manos de los intereses de los grandes empresarios de la alimentación, frente a que la población pueda tener acceso a una nutrición adecuada.

Los intereses de la población trabajadora son antagónicos con los de los grandes capitales, capaces de provocar guerras mundiales, o millones de muertes al año por hambrunas, mientras tiran toneladas de alimentos para mantener sus beneficios, recibiendo además notables ventajas fiscales.

Solo consiguiendo poner en manos de los intereses del pueblo trabajador, los recursos y la industria, podremos disponer de una vida digna y una alimentación saludable, en Brasil… y en el resto del mundo.

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