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Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, ha ingresado con la fanfarria que siempre acompaña al personaje en la galería de los políticos zombies abatidos por la crisis, esos que, como los bancos en apuros, no están ni vivos, ni muertos, simplemente han quedado paralizados. El milanés es, de lejos, el más notable de entre sus homólogos que ya vivieron momentos semejantes con anterioridad, sean estos de Irlanda, Portugal o España.
Enredado en sus líos de belinas y acosado por las imputaciones de corrupción, Il Cavaliere no se ha percatado de la que le caía encima. Hasta que sus colegas de la UE, dirigidos por el tándem Merkozy y con el concurso de Jean Claude Trichet, el comandante del Banco Central Europeo (BCE), le han sometido a una presión sin precedentes. Al final, el argumento más persuasivo ha sido la amenaza del banco central de suspender sus compras de deuda italiana (…)