Por la libertad inmediata de los secuestrados del Alakrana

Piratas, bucaneros y bandidos del mar

Como piden los familiares de los 36 marineros secuestrados en el atunero «Alakrana» por piratas somalí­es, el gobierno tiene que hacer todo lo necesario, incluyendo la devolución a Somalia de los dos piratas detenidos en la Audiencia Nacional, para la liberación inmediata de los secuestrados. Y debe hacerlo ya. Existen todos los recursos para dar una solución rápida al secuestro. Y nada justifica que se esté alargando. Ni los problemas legales creados por la decisión del gobierno de detener a los dos piratas y traerlos a España en los primeros momentos del secuestro del «Alakrana» (el propio juez Garzón ha reconocido que «existen medidas legales que permiten una solución»). Ni el coste que exigen los piratas, cuando el armador ha comunicado que el dinero para pagar el rescate está. Ni ninguna otra presión o condición que pueda venir de las potencias europeas, con Francia a la cabeza, que integran la «operación Atalanta» puesta en marcha por la Unión Europea, para condicionar la negociación con los secuestradores.

La inmediata liberación de los marineros secuestrados es lo rimero y principal, haciendo lo que haya que hacer, por encima de todo. Si los propios jueces de la Audiencia y el Fiscal del Estado fueron capaces de permitir las actuaciones de los pro-etarras cuando convenía a la política de negociación del gobierno ¿cómo no han encontrado ya la solución a los dos piratas y los han devuelto a Somalia? Pero establecida la exigencia fundamental, no podemos quedarnos callados sin denunciar lo que está en el fondo de este problema y que aparece con toda crudeza cuando intentamos dar respuesta a las preguntas sobre el origen y el por qué del problema de la piratería en el cuerno de África y, sobre todo, si bajo la bandera de la calavera ¿sólo hay piratas somalíes?Somalia es un país sin Estado. Sometido a una guerra civil permanente (que ha costado más de 7.000 muertos y provocado una auténtica crisis humanitaria con más de dos millones de desplazados).Desde hace 20 años no tiene un gobierno estable y se mantiene en una guerra civil permanente directamente heredada y alimentada por la intervención de las potencias imperialistas que ha costado más de 7.000 muertos y provocado una auténtica crisis humanitaria con más de dos millones de desplazados.Por su privilegiada posición geoestratégica -por sus costas pasa el 13% del comercio mundial y gran parte del petróleo de Oriente Medio- y sus recursos naturales –pesca e importantes reservas de petróleo y gas- ha estado desde el siglo XIX sometida a los intereses de las potencias coloniales, a la Guerra Fría entre rusos y americanos y, ahora a la disputa imperialista por el control de África y sus recursos. Estados Unidos, fracasado su intento de invadir el país en 1993, apoya desde 2004 el gobierno de transición que apenas controla una parte de la capital y algunas zonas del centro y sur del país. En frente milicias islamistas, señores de la guerra, grupos opuestos a la invasión etíope y sectores excluidos del gobierno… Un país sin Estado, en guerra permanente, incapaz de defender sus intereses, sus costas y aguas territoriales, con una población empobrecida y sin medios de vida, no sólo es terreno abonado para el surgimiento de “piratas”, sino que las grandes potencias y las grandes compañías de todo el mundo están aprovechando la situación para saquear ilegalmente sus ricos calderos vírgenes sin pagar ni un céntimo por pescar en aguas territoriales somalíes y utilizar las aguas sin vigilancia como un vertedero de basura tóxica y nuclear. La fuerza de las olas del tsunami que en 2004 sacudió la costas somalíes dejó al descubierto reventados miles de contenedores de basura tóxica con desechos radioactivos de uranio, metales pesados como cadmio y mercurio, desechos de hospital y productos químicos; tal y como denunció el Programa de Ambiente de Naciones Unidas. ¿Alguien se imagina que esto pudiera ocurrir en las costas, por ejemplo de Marruecos, de cualquier país europeo o de Estados Unidos?Las grandes compañías que se aprovechan para esquilmar gratis los caladeros de pesca somalíes o las multinacionales sin escrúpulos que han convertido sus aguas en un cementerio tóxico, son auténticos “bandidos del mar”. ¿Y qué son los gobiernos que aparan y ocultan estas actividades?No es de extrañar que el 70% de la población somalí considere a los piratas no como bandidos sino como sus “guardacostas” y los rescates de sus secuestros como “un canon por el saqueo que sufren sus recursos.Los piratas somalíes, la mayoría antiguos pescadores empujados por la miseria y las milicias armadas que operan en el país, no son ni siquiera los auténticos bucaneros. Éstos, los grandes corsarios, están en Londres; convertida en la capital de los piratas, según la misma prensa británica (The Guardian y Daily Telegraph). Los bucaneros de verdad están en los despachos de los abogados de alto standing que negocian los rescates y se llevan la mayor parte del dinero. Incluso están detrás de la selección de los secuestros. Como denunciaba en mayo un informe al que tuvo acceso la Cadena SER, “los secuestros no son al azar, los piratas reciben información desde Londres –uno de los mayores centros mundiales de control del tráfico marino- de qué buques pueden secuestrar, sus rutas, sus cargas y sus nacionalidades”. Insistimos, hacer todo lo necesario, por encima de todo, para la libertad inmediata de los secuestrados es la primera exigencia al gobierno. Nada justifica el secuestro y la piratería sobre los marineros embarcados en los buques que pescan o transitan aquellas aguas tomados como rehenes y poniendo en peligro sus vidas. Y es necesario protegerlos.Pero una vez echo esto, debemos exigir a nuestro gobierno que encare el futuro del problema, no con la política de la “cañonera” que defiende a los auténticos bandidos del mar que saquean gratis y mantienen el vertedero tóxico, sino exigiendo en la ONU que se tomen medidas para proteger las aguas de Somalia, con acuerdos justos de cooperación que beneficien a la población en pago por la explotación de sus recursos y dando salidas de futuro. Y, por supuesto, persiguiendo a las grandes compañías que actúen como “bandidos del mar” y desarticulando en la capital corsaria las tramas de bucaneros de alto standing.

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