Hace unas semanas, la propuesta de la Comisión Europa de reducir de 130 a 27 días anuales los días permitidos para faenar al medio millar de embarcaciones que practican la pesca de arrastre en el litoral mediterráneo ha puesto en pie de guerra a todas las cofradías desde Girona a Cádiz, porque la consideran una condena a muerte para un sector del que dependen 17.000 empleos directos, y muchos más indirectos, y donde el arrastre supone un 70% de los ingresos.
Finalmente el recorte no ha sido tan drástico, pero sigue siendo muy duro: reduce en un 66% los días de arrastre, aunque con medidas de compensación que podrían aumentar las jornadas. El futuro del sector sigue siendo muy oscuro, y las cofradías temen que aunque con “anestesia”, la decisión de Bruselas siga condenándoles a la extinción.
Hablamos con Eve Galimany, bióloga marina e investigadora del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), y en el Institut Catalán de Investigación para la Gobernanza del Mar (ICATMAR) de la Generalitat, donde asesora a las cofradías de pescadores de la Costa Brava.
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Usted misma, como experta, ha dicho que la propuesta original de Bruselas está desconectada de la realidad pesquera española, y que es inasumible para el sector. Pero ayamos por partes, para que la gente pueda comprender el problema. ¿Cuál es el impacto ambiental de la pesca de arrastre? ¿Qué efecto tiene sobre las especies marinas?
El problema que tiene la pesca de arrastre, como su nombre indica, es que arrastra, que rasga y rompe los fondos marinos. No es la red en sí, sino que delante de ella hay dos puertas, dos plataformas que lo que hacen es mantener la red de la pesca de arrastre abierta, para que puedan atrapar las capturas. Estas plataformas son las que realmente se clavan en los fondos marinos, las que hacen unos surcos que los desestructuran, causando un impacto ambiental considerable.
Debido a que se sabe que la pesca de arrastre tiene estas consecuencias, desde hace años este arte de pesca está muy, muy regulada. Todos los barcos están seguidos por geoposicionamiento, en todo momento sabemos dónde están. Conocemos los fondos sabemos en todo momento a la profundidad a la que están pescando. Pueden pescar a partir de las tres millas náuticas de la costa o a partir de los 50 metros de profundidad, la primera de las dos normas que se cumpla. Antes no podían pescar por debajo de los 1000 metros, ahora se ha restringido a los 800 metros.

Está muy regulada, pero aún así, es evidente este arte de pesca clava y desestructura los sedimentos del fondo marino por donde pasa. Esto quiere decir que destruye el hábitat de los organismos que viven en el fondo. Rompe la casa donde viven estas especies, y también donde desovan y se reproducen. Este es uno de los mayores problemas, por eso las zonas que sabemos que usan especialmente las especies para criar, se busca que estén protegidas del 100% de la pesca.
Además de la desestructuración del fondo que causan estas puertas, otro problema viene de la ‘luz de malla’, del tamaño de los cuadrados que son los agujeros de las redes de pesca. De nuevo es uno de los parámetros más regulados por la normativa europea, ya que es determinante de la talla de los individuos que vas a atrapar. Y la legislación ha ido cambiando, ha ido mejorando en el sentido de la protección de las especies. Ahora la norma de la pesca de arrastre la estipula en 40 mm2, pero esto todavía atrapa a especies que no queremos pescar o individuos demasiado jóvenes y pequeños, que además de que no han cumplido su ciclo reproductivo, no tienen salida comercial. De hecho nosotros publicamos un artículo que muestra que el 25% de las capturas del arrastre luego son descartes, especies o individuos que no tienen salida comercial.
Este es otro de los problemas de la pesca de arrastre, que no es selectiva, lo atrapa todo por encima de un tamaño, tenga o no interés comercial. Para minimizar este problema tenemos que buscar una luz de malla de mayor tamaño, y esta es la gran medida por la que está apostando Europa.
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No hay ninguna duda de que este tipo de pesca necesita repensarse y transicionar para disminuir su impacto. Pero sin embargo, usted considera que la propuesta de Bruselas es socioeconómicamente inaceptable, demasiado drástica para nuestros pescadores. Además de que arrasaría con la pesca de proximidad, haciendo del pescado un producto más escaso y caro…
Así es. El problema es que no dan alternativa, pero hay que buscarla.
Lo que se tiene que buscar es la sostenibilidad ambiental, pero también tienes que sostener a una sociedad, a un ‘ecosistema social’. Es innegable que la pesca en España y en el Mediterráneo existe desde hace miles de años, y que es un bien cultural, un bien gastronómico, un modus vivendi para miles y miles de familias por todo el litoral. No solo de los pescadores, sino de lonjas, pescaderías, restaurantes… en su mayoría pequeñas empresas, empresas familiares. Y la pesca de arrastre supone una parte muy muy importante de las capturas.
Hay alternativas a simplemente prohibir el arrastre
Lo que no se puede hacer ahora es de un día para otro prohibir estas prácticas, reducir drásticamente los días de captura. Porque a pesar de sus problemas, este tipo de pesca sigue siendo de pequeña escala, de proximidad, casi artesanal, con cada barco que es una familia, con una estructura socioeconómica en base a cofradías, que son organizaciones que vienen de la Edad Media.
Si esto te lo cargas, la gente va a seguir comiendo pescado, y cada vez somos más en el planeta. Si no viene de la pesca de proximidad, de donde va a venir este aporte a nuestra dieta. Pues evidentemente va a acabar viniendo de mucho más lejos, por tanto la huella de carbono -para la pesca o el transporte- del pescado va a ser mucho mayor, generando un problema añadido al calentamiento global, y por ende a los mares. Y la pesca va a venir además de terceros países que no son de la UE y no tienen sus estrictas regulaciones y estándares de calidad, lo que acabará yendo a la contra de la calidad de los que comemos.
No dar alternativas al cese de la pesca de arrastre es mucho peor. Por eso, yo soy partidaria de regulaciones asumibles y acompañamiento, pero nunca de una prohibición o de medidas drásticas.
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Además de las ya mencionadas ¿qué alternativas tenemos, desde la ciencia y la tecnología, para modificar la pesca de arrastre y que no sea tan lesiva, de forma que podamos compatibilizar esta actividad económica con la preservación del medio ambiente?

Pues mira, tenemos varias, hay como tres grandes medidas. La primera, como ya hemos dicho, es el incremento de la luz de malla, de este agujero de las redes. Que en vez de 40 sea de 45 mm2. Con esta pequeña diferencia vamos a poder dejar en el agua gran cantidad de individuos pequeños, que van a tener luego la capacidad de reproducirse. Nuestros estudios indican que con esta medida podemos llegar a dejar en el mar el 25% de la merluza de descarte, individuos de esta especie que luego los pescadores no pueden vender en la lonja. Si las dejas en el agua, luego van a reproducirse, y volverán a la red cuando sean más grandes y rentables. Y por tanto, aunque un barco pesque menos cantidad, el producto va a ser de mayor calidad y se va a pagar más caro en la lonja. Se compensa.
Esta medida depende de la especie, por ejemplo los barcos de arrastre de gamba roja, que en Cataluña tenemos muchos, ya tenían sus redes de 45 mm2, y ahora la van a pasar a 50. Y esto permite lo mismo: vender un marisco mucho mas cotizado e interesante para el consumidor. Yo creo que esta medida es beneficiosa para todos, para el medio ambiente y para el sector pesquero.
Por lo menos en Cataluña, donde los pescadores están muy concienciados, esto creo que se ve con buenos ojos. Y otra cosa es que la regulación se ha pasado tres pueblos con esto y están angustiados, porque les han quitado muchos días de pesca. Pero son conscientes de que hay que cuidar el medio que es su sustento.
La ciencia debe trabajar mano a mano con los pescadores
Otra medida es acerca de las puertas, las plataformas que se clavan en el fondo. Porque ya existe la tecnología para convertirlas en «puertas voladoras», es decir, no arrastran el fondo sino que «planean» por encima, por tanto no lo rascan, no lo dañan, no lo desestructuran. Además de que no destruyen el hábitat, esto supone un ahorro de combustible para los pescadores, porque al no arrastrar, no frena al barco.
Y la tercera medida, la tercera pata que nosotros promovemos es la mayor protección de las zonas de cría y reproducción. No solo las vedas temporales -que claro que sirven, pero que valen para proteger un momento puntual de una especie antes de reproducirse- sino que existan una serie de zonas cerradas a la pesca, una especie de santuarios naturales, vedados permanentes. Hay muchas figuras de protección, y nosotros somos partidarios de la figura de protección a la pesca. Si tu buscas las profundidades preferidas de reproducción de cada especie, como conocemos los fondos marinos, no es difícil diseñar estos espacios donde sabes que se acumulan las crías de merluza, de salmonete, de gamba. Poner una zona de vedado permanente, que va a actuar de santuario para la cria.
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Su centro, el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), también ha asesorado a cofradías de pescadores en Cataluña, como la de Palamós, que lleva aplicando desde 2007 nuevas redes de pesca de gamba roja. El resultado es pescadores y científicos han logrado la pesquería de este crustáceo mejor gestionada de la Costa Brava, ¿es así?

Completamente. El Institut de Ciències del Mar llevamos décadas trabajando mano a mano con los pescadores, y hemos aprendido todos de todos, ellos de nosotros, y nosotros de ellos. Y como te decía antes, los pescadores en Cataluña son un sector abierto al asesoramiento de la ciencia. Nos dicen «suerte que estéis vosotros, los científicos, con este seguimiento».
En 2019 se creó en Cataluña el Institut Catalán de Investigación para la Gobernanza del Mar (ICATMAR), un organismo para hacer un seguimiento muy detallado de todas las pesquerías y poder ofrecer datos para una mejora de la gestión. Y gracias a todo este monitoreo y a la gran cantidad de datos que manejamos hemos podido apoyar las demandas del sector contra esas exigencias drásticas de Bruselas, aportando datos y estudios muy solventes.
Queremos la sostenibilidad de la pesca, un bien cultural milenario
Podemos decir que hay alternativas a simplemente prohibir el arrastre, que la selectividad funciona, que las puertas voladoras funcionan, que las áreas marinas protegidas funcionan. Y lo que comentas de la pesquería de Palamós es así. Su cofradía se acogió a estas medidas, como el aumento de la luz de malla de la gamba roja de 45 a 50 milímetros, de forma voluntaria, ha que les hiciéramos un seguimiento desde hace años. Y los resultados son muy buenos, para ellos y para el medio ambiente
Desde luego, si no hay una ciencia detrás que asesora, que estudia, que comprueba los resultados, es un mundo complicado. Desde la ciencia no estamos diciendo «no hay que hacer nada». Sabemos que la pesca de arrastre supone un impacto ambiental, un daño a las especies y a los ecosistemas, pero decimos que hay alternativas para hacerla más sostenible, y que hay que hacer una gestión para transformar este arte de pesca.
El tema está en como tiene que ser esta gestión. Lo que ha dicho inicialmente la Unión Europea es «vamos a quitar días de pesca» y ya está, y gracias a nuestra insistencia, con datos y estudios en la mano, están empezando a abrirse a otras alternativas y compensando los días. Estamos en un equilibrio, en una negociación complicada. Pero casos como el de Palamós demuestran que se pueden hacer las cosas bien para todos: para los pescadores y para el medio ambiente.
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La clave es este acompañamiento, esta colaboración entre el sector productivo y la ciencia. Esto debería implementarse en toda España…
Desde luego, está funcionando muy bien. Y por eso una cosa que se impulsa desde Cataluña es la cogestión, trabajar mano a mano la administración, el sector pesquero, los organismos públicos de investigación y la sociedad civil, las ONGs ambientalistas. Entre todos, poner encima de la mesa su punto de vista, su trabajo y su conocimiento, para lograr lo que todos queremos: la sostenibilidad de un mundo pesquero que es un bien cultural milenario. Al final de lo que se trata es de que todos salgamos ganando.