Cine

Perdidos en La Mancha

Una tremenda inundación en el desierto navarro de las Bardenas Reales, una grave enfermedad que dejo fuera del rodaje al actor protagonista, Jean Rochefort, localizaciones de interiores que no reuní­an las condiciones óptimas, un presupuesto que se reducí­a constantemente… Son algunas de las catástrofes que se encadenaron en el año 2000, y que impidieron que Gilliam – ex-componente de los mí­ticos Monty Python-, llevara a cabo uno de sus sueños: filmar su personal visión de la obra de Cervantes, «The man who killed Don Quixote» (El hombre que mató a Don Quijote). Los desastres del rodaje se convirtieron en un interesante documental, titulado «Lost in La Mancha», que hasta ahora era el único documento que nos mostraba una í­nfima visión de aquello que pudo haber sido y no fue. Pero Gilliam no renuncia a sus sueños fácilmente, y acaba de anunciar que el próximo año volverá a la carga con su particular Quijote.

Cuando el director aterrizó en Esaña, con todo su equipo, y cargado de esa ilusión que sólo algunos de los mejores profesionales sienten al realizar su trabajo, había dedicado ya los diez años previos a preparar la particular visión de aquel personaje clave de la literatura que siempre le había fascinado, y que tan bien podía ajustarse a su particular cine fantástico a la vez que reflexivo. Una década más ha tenido que pasar batallando contra los abogados de las diferentes compañías de seguros que se habían quedado con los derechos del proyecto y del guión, después de la catástrofe económica que supuso su primer intento. Hace un mes, Gilliam, el creador de Brazil, Doce monos, El rey pescador y que en el pasado Cannes presentó El imaginario del doctor Parnassus, anunció que volvía a la carga, que cabalgaba de nuevo con su Quijote. "Le dediqué 10 años de mi vida entonces y mi mente ha seguido en él", confiesa. El prestigioso productor Jeremy Thomas le acompañará en el “segundo capítulo” de su aventura, una vez recuperado el control sobre su obra, después de haberle sido arrebatado vilmente en los despachos. El director admite que su guión no será una adaptación de la novela, a la que considera uno de las más grandes de la literatura mundial, demasiado para ser adaptada como tal. Gilliam afirma que lo que quiere es usar Don Quijote y algunas de sus aventuras para sentirse libre, probablemente como haría el mismo Cervantes. Para ello elabora la curiosa historia de un ejecutivo londinense (Johnny Depp) que viaja al siglo XVII y a España, donde Don Quijote lo confunde con su Sancho Panza. Pese a que el proceso de cásting ni siquiera se ha abierto todavía, el director espera contar con Depp, que ha sido su actor fetiche en películas como la brillante Miedo y Asco en Las Vegas, aunque pretende que le acompañe un elenco básicamente español. Asegura que contara con Rossy de Palma, aunque ni se le pasa por la cabeza darle el papel de Dulcinea, para la que espera encontrar a una joven española “como Penélope Cruz cuando tenía veinte años y protagonizó Jamón, jamón, que rebosaba sensualidad, locura y peligro, algo que en Hollywood no ha vuelto a conseguir.” Habrá que seguirle la pista al señor Gilliam y a todo su cortejo cuando la próxima primavera regresen a España, esperemos que esta vez con mucho más éxito que la anterior.

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