Eslavos: Jorge Lavelli y Carla Matteini

Pensar con la propia cabeza

«No hay padrecito ni iconos que valgan. No hay nadie por encima de nosotros que venga a resolvernos el problema. Ni debe haberlo. Esta es una gran enseñanza. No hay más dirigentes que nosotros mismos». Así­ parece increpar «Eslavos» al lector, al espectador. Así­ llamó la historia a miles de honrados revolucionarios a trazar el propio camino ante el horror del fascismo soviético.

Para todos ellos no hubo lágrimas ni orfandad ante la caída del Muro de Berlín. Solo celebración, una auténtica fiesta liberadora que señalaba con dedo acusador a quienes tenían muertos en el armario que esconder, a los que se lamentaron, y aún hoy, desués de veinte años, se lamentan de la caída del “único reducto que quedaba de posibilidad de luchar por un socialismo”. “Realmente” un engendro fascista, una herramienta de dominación y explotación en nombre de la revolución, a través de la subversión y la perversión de principios enraizados en “cientos de años de lucha comunitaria, milenaria y socialista” (Vodya Domik, en el epílogo de Eslavos). “Eslavos” significó un torrente de luz creativa en medio de la confusión alentada, de toneladas de tierra vertidas sobre la transformación social. Enfrentar la verdad desde el arte para volver a “la eterna pregunta; la que planteó Lenin, y al hacerlo puso al mundo patas arriba; la pregunta que nos incita a la reflexión, y, si amamos al mundo, también a la acción; la pregunta que implica que algo está completamente equivocado en el mundo, y afirma que los seres humanos pueden cambiarlo; la pregunta que plantean los vivos, y, por lo que parece, también los muertos sin sosiego: ¿Qué hacer?” (Upgobkin, en el epílogo de Eslavos). Doce años hace del estreno en el María Guerrero de Madrid de “Eslavos” (quince desde su estreno en Nueva York), y con motivo de este reportaje Jorge Lavelli y Carla Matteini nos ofrecen su punto de vista sobre una obra y un autor que responden a un sentido fundamental del teatro y del arte: enfrentarse a las “verdaderas encrucijadas” de su tiempo. No es casualidad que “Eslavos” fuera traducida y dirigida por dos profesionales de reconocido prestigio que encarnan la honestidad, el empeño y el buen teatro: Carla Matteini, amiga y socia de los Ateneos XXI (desde los que se impulsó el Foros 21), ha militado siempre en el teatro de vanguardia; con más de diez obras en su haber de Dario Fo (como “San Francisco Juglar de Dios”, representada por Rafael Álvarez “El Brujo”), ha traducido a Harold Pinter, Ionesco, Boris Vian, Passolini… Jorge Lavelli dirigió “Eslavos” tras su experiencia con la fundación del Théâtre National de la Colline, desde el que significó autores contemporáneos creando un precedente de público y éxito teatral: Billetdoux, Lars Norén, Gombrowicz, Steven Berkoff, Thomas Bernhard… el próximo 8 de abril estrena “El avaro” de Molière en el Centro Dramático Nacional, protagonizado por Juan Luis Galiardo.

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