Paro general en enero por los 67 años

«Fernández Toxo subrayó que retrasar dos años la jubilación de forma general y obligatoria es «la frontera entre el conflicto y la paz social». Y recordó al Ejecutivo que esa «ofrenda» que está haciendo a los mercados financieros ni es una demanda «compartida por la sociedad española» ni cuenta con apoyo polí­tico»

En la Puerta del Sol, y cuando Fernández Toxo se disonía a hablar, volvieron a arreciar los gritos a favor de una segunda huelga general. Tras resaltar que desde la primera, el 29 de septiembre, han aumentado las razones para movilizarse por los sucesivos recortes adoptados por el Gobierno, el responsable de CCOO recordó el cambio de titular en el Ministerio de Trabajo. «Hemos estado esperando a ver si llegaba el ministro, pero no ha venido. Está en otro lado…», ironizó Fernández Toxo sobre Valeriano Gómez, quien sí había acudido a la manifestación del 29-S contra la reforma laboral cuando aún no sabía que iba a ser suyo el cargo. (EL MUNDO) LA VANGUARDIA.- “El PP dejaba de mantener una posición de enfrentamiento a ponerse de lado y dejar hacer”, se señala. Algunas fuentes apuntan incluso que Mariano Rajoy, el líder popular, ya ha asumido que deberá apoyar al Gobierno en algunas medidas decisivas, una orientación que ya habría formulado, por ejemplo, en el encuentro que mantuvo hace dos semanas con la subsecretaria del Tesoro de EEUU, Lael Brainard. De cualquier modo, las premuras del Gobierno topan con la desconfianza internacional hacia la economía española, el anuncio de Moody’s incidió en ese punto. Las dudas sobre la capacidad de los llamados países periféricos europeos para hacer frente a su deuda se concentran desde la crisis irlandesa sobre la banca. En el caso español, ella es el enlace, el vaso comunicante, que une la deuda pública y, sobre todo, la privada, 300% del PIB, con los mercados internacionales, los que deben financiarla, y con ella a toda la economía española. EL PAÍS.- Cada día que pasa está más claro que el núcleo del desorden está en la banca internacional. Después de billones de euros utilizados en recapitalizar balances y limpiar activos tóxicos, la confianza de los inversores no ha vuelto a los niveles de 2006. Ni en Europa ni en Estados Unidos. La tarea principal de las instituciones económicas, nacionales e internacionales, es recuperar esa confianza. Opinión. El Mundo Paro general en enero por los 67 años B. Ramírez CCOO y UGT convocarán otra huelga general en enero si el Gobierno incluye en la reforma de las pensiones el aumento a los 67 años de la edad legal de jubilación. «Las próximas semanas serán clave», advirtió ayer el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, minutos antes de comenzar en Madrid una de las casi 40 manifestaciones convocadas por ambos sindicatos contra la política de ajustes del Gobierno. Fernández Toxo subrayó que retrasar dos años la jubilación de forma general y obligatoria es «la frontera entre el conflicto y la paz social». Y recordó al Ejecutivo que esa «ofrenda» que está haciendo a los mercados financieros ni es una demanda «compartida por la sociedad española» ni cuenta con apoyo político. El dirigente sindical se refería al rechazo que ese punto de la reforma de las pensiones ha suscitado en la Comisión del Pacto de Toledo. Ningún partido apoya la jubilación obligatoria a los 67 años y así lo han hecho constar por escrito en las recomendaciones que está elaborando la comisión parlamentaria. La manifestación de Madrid reunió a unas 15.000 personas, según la Policía Nacional, y a 5.199, según el cálculo efectuado por la empresa Lynce para la agencia Efe. Las llamadas a la huelga general entre los participantes fueron constantes a lo largo del recorrido. Una vez en la Puerta del Sol, donde se había instalado la tribuna para los oradores, y cuando Fernández Toxo se disponía a hablar, volvieron a arreciar los gritos a favor de una segunda huelga general. «Todo llegará», fue su respuesta. Tras resaltar que desde la primera, el 29 de septiembre, han aumentado las razones para movilizarse por los sucesivos recortes adoptados por el Gobierno, el responsable de CCOO recordó el cambio de titular en el Ministerio de Trabajo. «Hemos estado esperando a ver si llegaba el ministro, pero no ha venido. Está en otro lado…», ironizó Fernández Toxo sobre Valeriano Gómez, quien sí había acudido a la manifestación del 29-S contra la reforma laboral cuando aún no sabía que iba a ser suyo el cargo. Las críticas a José Luis Rodríguez Zapatero no sólo llenaron buena parte de las pancartas, sino también los discursos. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, acusó al Gobierno de dar un «giro bochornoso» a sus políticas económicas y sociales el pasado mes de mayo, cuando decidió el primer plan de ajuste. Y de arruinar ahora el consenso del Pacto de Toledo y «tirar por la borda definitivamente» el diálogo social. De hecho, no hay ninguna reunión convocada para las próximas semanas entre Trabajo y los agentes sociales, que tienen pendiente negociar la reforma de las políticas activas de empleo y de las agencias privadas de colocación. Pero los sindicatos esta vez fueron más allá y no tuvieron empacho en advertir al Gobierno de las consecuencias electorales de sus «regalos» a los mercados internacionales». ¿Alguien se extraña de lo que dicen las últimas encuestas?», se preguntó Toxo, «luego dirán que los sindicatos han traído a la derecha, cuando es la izquierda la que se está suicidando con sus políticas», aseguró. Méndez arrancó aplausos cuando dijo que el Gobierno le está poniendo una «mullida alfombra azul a la llegada de la derecha al poder» y contrapuso la animación del electorado de derechas a la decepción de los votantes de izquierda, «que se quedarán en casa porque se sienten abandonados». Entre los miles de asistentes a la manifestación no había ninguna duda sobre la necesidad de una nueva huelga general. Ni entre los despedidos de las multinacionales UPS y Thales, que sumaron su protesta a la convocatoria, ni para quien como el ugetista Antonio pedía una movilización contundente «contra toda la clase política». «Hay causas más que suficientes [para otra huelga general]», decía otro compañero del sindicato, «porque el aumento de la edad de jubilación no sólo es innecesario, sino también un engaño a todos los españoles». EL MUNDO. 19-12-2010 Opinión. La Vanguardia A la intemperie en Bruselas Manel Pérez Miércoles por la mañana en Madrid: “El mercado monetario español quedó completamente cerrado, nadie prestaba nada a nadie en España esa mañana”, explicaba un operador del mercado. Un escalofrío recorrió el sistema nervioso del sistema financiero español cuando la agencia de calificación Moody’s anunció que mantenía en perspectiva negativa la deuda de la banca española pese a tratarse de una confirmación ya esperada, descontada. Nada extraño en el contexto de un mercado interbancario, el que los bancos y las cajas emplean para prestarse dinero entre ellos a plazos muy cortos, en el que ya no hay prácticamente ninguna actividad desde hace meses. Un nuevo obstáculo en los esfuerzos de Zapatero por dejar atrás las tensiones de dos semanas antes, cuando la prima de riesgo de la deuda española, y la de otras economías periféricas, alcanzó cotas nunca vistas y el Banco Central Europeo tuvo que comprar deuda irlandesa y portuguesa para obligar al repliegue de quienes apostaban por la caída ya de Portugal. Ese miércoles las cosas se volvieron a complicar precisamente cuando el Gobierno español perfilaba su programa de acción para la cumbre del día siguiente en Bruselas. Incluso el PP, hasta ahora reacio a cualquier acercamiento que pueda comprometer su estrategia de anticipar al máximo las elecciones, había comparecido esa misma tarde junto con el PSOE, CiU y el PNV, para anunciar un amplio acuerdo de reforma de las pensiones en el marco del pacto de Toledo. Aunque, obviamente, no se mencionaba el aplazamiento de la edad de jubilación a los 67 años –“ese marrón se lo va a comer el Gobierno él solito”, señalan fuentes parlamentarias–, el redactado del acuerdo era lo suficientemente ambiguo para que Zapatero pudiera presumir de cierto consenso y le dejaba la puerta abierta para llegar hasta donde considere necesario. “El PP dejaba de mantener una posición de enfrentamiento a ponerse de lado y dejar hacer”, se señala. Algunas fuentes apuntan incluso que Mariano Rajoy, el líder popular, ya ha asumido que deberá apoyar al Gobierno en algunas medidas decisivas, una orientación que ya habría formulado, por ejemplo, en el encuentro que mantuvo hace dos semanas con la subsecretaria del Tesoro de EEUU, Lael Brainard. Es más que probable que Valeriano Gómez, el hombre que temía que el coste político de la reforma de las pensiones se llevara por delante al Gobierno y así lo expresó en el Consejo de Ministros en el que Zapatero fijó el 28 de enero como la fecha definitiva, no se encuentre al PP en las barricadas de las protestas. De cualquier modo, las premuras del Gobierno topan con la desconfianza internacional hacia la economía española, el anuncio de Moody’s incidió en ese punto. Las dudas sobre la capacidad de los llamados países periféricos europeos para hacer frente a su deuda se concentran desde la crisis irlandesa sobre la banca. En el caso español, ella es el enlace, el vaso comunicante, que une la deuda pública y, sobre todo, la privada, 300% del PIB, con los mercados internacionales, los que deben financiarla, y con ella a toda la economía española. La posible insolvencia de los deudores privados podría arrastrar a la banca y, como en Irlanda, vía garantías públicas toda esa deuda podría acabar siendo pública. Por eso los analistas internacionales se concentran cada vez más en las entidades financieras, para ellos la banca española es una maravilla que cada vez se creen menos: pese a la tasa de desempleo del 20%, la morosidad sigue siendo proporcionalmente muy baja. Este punto de vista es ahora el que determina el análisis de los mercados sobre la economía española. Y en Bruselas poco se ha hecho para despejar el problema. De los problemas de los bancos europeos, ese dominó que parte de Alemania y Reino Unido, atraviesa Francia y se desparrama sobre Italia y España, ni una palabra. Para eso, para salvar a la banca acreedora del norte, ya está el Fondo europeo de los 440.000 millones. Ahora, para hacer frente a los mercados, laUEles ha pedido que crean en su voluntad de defender el euro, lo que hasta ahora ha servido de muy poco, y en la práctica ha dejado a los países más débiles, entre ellos España, expuestos a la intemperie de nuevos ataques y con la ayuda técnica del BCE. De nuevo serán los mercados, los mismos que inundaron con deuda hasta asfixiar a economías como la española, los que determinen el curso de los acontecimientos. LA VANGUARDIA. 19-12-2010 Editorial. El País Tiempo de perplejidades La economía mundial atraviesa por un periodo de agudo desconcierto que impide establecer criterios básicos de inversión. Sirva como prueba de ese desbarajuste la presión de los mercados de deuda sobre los bonos estadounidenses o alemanes; porque, aunque los analistas que ofrecen explicaciones para casi todo consideran que son episodios momentáneos, describen perfectamente la ruptura de la lógica financiera tradicional. ¿Cómo es posible que caiga el precio de los bonos emitidos por el Tesoro de Estados Unidos después de que Ben Bernanke anunciara la intención de comprarlos? La perplejidad inquieta a los inversores: la renta fija ni siquiera se comporta como fija. Este y otros misterios prefiguran 2011 como un ejercicio confuso, pródigo en sorpresas, muy duro para la banca (el aumento de la morosidad puede dispararse) y menos ásperos para otros mercados (por ejemplo, los regulados) que todavía ofrecen refugio para el dinero, protegidos por las garantías públicas de rentabilidad a largo plazo. Que se lo pregunten si no a los inversores que han puesto un nido en las energías renovables españolas, a pesar de las quejas por una real o supuesta inseguridad jurídica regulatoria. Así pues, el riesgo de la inversión en 2011 no puede gestionarse con criterios demasiado claros. La renta variable promete (en principio) rentabilidades altas, basada en fundamentales genéricos, como el aumento del beneficio de las empresas, visible en 2010; pero depende de que se despeje la crisis de la deuda (de las deudas, habría que decir con mayor propiedad) y de que se consolide la recuperación económica. Pero existe un abismo entre las probabilidades de recuperación de la economía española (o de los países llamados periféricos) y las proyecciones de crecimiento de Alemania el año próximo, que son superiores al 2%. Abreviando los términos de la ecuación, tal cosa significa que no desaparecerán fácilmente las tensiones sobre las deudas soberanas, puesto que las dificultades de crecimiento tienen un efecto inmediato sobre la calidad del endeudamiento público y privado. El balance es que un inversor lo mismo puede alcanzar la rentabilidad soñada que perder simétricamente ese 20%. La decisión menos comprometida para un gestor de carteras sería optar por la renta fija de países emergentes y por los activos de alto rendimiento de empresas contrastadas. Petroleras o automovilísticas parecen opciones razonables (sobre todo combinadas), dado que el año que viene continuará la debilidad del dólar y el afianzamiento de los países emergentes. En medio del desorden financiero vigente, los más optimistas recomiendan incluso las letras del Tesoro y los bonos españoles. La paradoja de una deuda castigada por los inversores, que puede convertirse en la garantía de una cierta rentabilidad en una cartera de inversión, ilustra la confusión causada por la crisis financiera, la recesión y las tormentas sobre las deudas. Confusión que tardará en disiparse. Cada día que pasa está más claro que el núcleo del desorden está en la banca internacional. Después de billones de euros utilizados en recapitalizar balances y limpiar activos tóxicos, la confianza de los inversores no ha vuelto a los niveles de 2006. Ni en Europa ni en Estados Unidos. La tarea principal de las instituciones económicas, nacionales e internacionales, es recuperar esa confianza. EL PAÍS. 19-12-2010

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