Eso puede ser un buen alimento para los chistes sobre la inutilidad de los políticos, pero ningún país puede permanecer en el limbo político durante mucho tiempo sin riesgo. Entre otros retos que requieren una atención seria de Madrid está la pulsión separatista en Cataluña. También hay demasiada agitación en la Unión Europea para que España se mantenga al margen.
Esta semana, Mariano Rajoy, líder del conservador Partido Popular y primer ministro en funciones, comenzó un nuevo intento de formar gobierno con la esperanza de evitar una tercera ronda de elecciones en diciembre. El miércoles, a pesar de un acuerdo con Ciudadanos, un partido de centro advenedizo, no convenció a la oposición socialista y cayó por debajo de la mayoría necesaria. Habrá una segunda votación el viernes, en la que el señor Rajoy sólo necesita una mayoría simple de los votos.Él conseguiría la mayoría si suficientes diputados socialistas se abstienen, lo que deberían hacer. Hay pocas posibilidades de que mejoren su posición en diciembre. Además, incluso bajo un gobierno en minoría, los socialistas tendrían una influencia considerable en algunas leyes o reformas.La abstención no será fácil para el líder socialista, Pedro Sánchez. La alternativa, sin embargo, es otros cuatro meses de gobierno de transición, lo que significa que no hay presupuestos, no hay nuevos ministros y más probablemente no haya legislación.Un gobierno de coalición minoritario involucraría facciones tan hostiles a los socialistas como la extrema izquierda de Podemos, lo que impediría una gobernación efectiva. Pero un gobierno desordenado es mejor que ningún gobierno, y al menos los votantes españoles no han seguido a otros europeos que han aupado a la extrema derecha en su incertidumbre y temores.El estancamiento político en España ha sido provocada por unos votantes que exigen un gobierno mejor y más honesto. Tanto el Sr. Rajoy (que debe tener la oportunidad de formar un gobierno real) y el Sr. Sánchez (en caso de que se lo permita), en tanto que líderes de los dos partidos más afectados por la insatisfacción de los votantes, deben entender que la salida a la parálisis pasa por demostrar que han oído el mensaje