La isla Diego Garcí­a, de paraí­so de la humanidad ha infierno imperialista.

Paraí­sos de la CIA (I)

Esta isla Diego Garcí­a es la mayor del archipiélago de Chagos en el Océano Indico. Tras la independencia de Mauricio en marzo de 1968, el Reino Unido mantuvo el archipiélago como colonia, rebautizándolo como Territorio Británico Índico-Oceánico (BIOT). No se encuentran datos actuales sobre sus: coordenadas, capital, población, población total 0 (mientras existe un transito continuo de militares, agentes de la CIA y detenidos ilegalmente). No tiene ni gentilicio, ni prefijo telefónico, ni dominio en Internet, ni prefijo radiofónico, ni código ISO.

Esta isla Diego García es la mayor del archiiélago de Chagos en el Océano Indico. Tras la independencia de Mauricio en marzo de 1968, el Reino Unido mantuvo el archipiélago como colonia, rebautizándolo como Territorio Británico Índico-Oceánico (BIOT). No se encuentran datos actuales sobre sus: coordenadas, capital, población, población total 0 (mientras existe un transito continuo de militares, agentes de la CIA y detenidos ilegalmente). No tiene ni gentilicio, ni prefijo telefónico, ni dominio en Internet, ni prefijo radiofónico, ni código ISO. Antes de esta aparente desolación, la isla estaba habitada y estos isleños se encontraban en el sitio paradisíaco en el que todos soñamos perdernos alguna vez, “Era el paraíso, éramos como aves libres…” dirían años después esos mismos isleños. La isla un territorio británico de ultramar, en 1966 fue ofrecida por Inglaterra a Norteamérica, que la quería para establecer un base militar. Un negocio deshonroso propio del imperialismo, el precio por alquilar la isla por 50 años a los EEUU fue de catorce millones de dólares y misiles del submarino nuclear Polaris. Ese “contrato de arrendamiento” tenía una cláusula una condición imprescindible, los yanquis no querían testigos de sus acciones. Había que borrar de la isla la presencia de los isleños, los inquilinos. Los esbirros del imperialismo, el Reino Unido no tuvo ningún cargo de conciencia en llevar a cabo las directrices marcadas para ese cometido, expulsar a los inquilinos. En primer lugar le bloqueó toda entrada de alimentos. El hambre azoto a la isla, los habitantes empezaron a irse o a ser expulsados. El destino de los desterrados, que dejaron todas sus pertenencias es su paraíso, y humillados fue, y son, las zonas de miseria de la Isla Mauricio. Allí a más de 200 kilómetros del paraíso en el que nacieron y se criaron, fueron reunidos en chozas de hojalata. La gran mayoría de los chagosianos habían visto exterminar a sus animales domésticos y a su ganado. Luego fueron detenidos, expulsados de sus hogares, literalmente amontonados y arrojados en las bodegas de las embarcaciones, entre gritos y llantos. A otros les engañaron con mentiras de vacaciones gratis o traslados para revisiones médicas, luego les impidieron embarcar de regreso a sus hogares. De los 2,000 expulsados originariamente, viven menos de 700. Nunca perdieron la esperanza de volver a su paraíso de playas y corales. Aunque se dieron muchos casos de suicidio, alcoholismo y muerte por pena y tristeza. Para el imperialismo yanqui, la isla se conoce como “Campo Justicia,” consta de unos 2.000 soldados destacados permanentemente, tiene una arribada para 30 barcos de guerra y cárceles flotantes, un vertedero nuclear, una estación de satélites espía, centros comerciales, bares, un campo de golf y un centro de detención y tortura de la CIA.

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