SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

¿Para qué sirve la Junta?

La Junta ha sido un instrumento capital para lograr el gran avance que ha registrado Andalucía en los últimos años. Pero ha acumulado tantos defectos y ha producido una corrupción tan indeseada a su alrededor que corre el peligro de convertirse en un lastre.

Cuando es más necesario que nunca crear empresas y empleo, encontrar fórmulas para obtener ingresos de donde no las hay y sacar de nosotros mismos toda la inteligencia y la fuerza que tenemos dentro, la Junta se nos muestra como un monstruo que en lugar de ayudar paraliza y que lejos de llevarnos hacia nuevos horizontes nos distrae y hace aún más costoso que nos pongamos en marcha.

Quien desee abrir un negocio tiene que empezar a pagar a la Administración mucho antes de que pueda obtener ingresos, ir de una oficina a otra y esperar meses, cuando no años, para obtener un sinfín de permisos frente a trabas, muchas veces contradictorias, en los diferentes Ayuntamientos, organismos o consejerías, que solo un milagro permite superar a la primera. Se ofrecen multitud de pequeñas ayudas pero a nadie parece que se le haya ocurrido que la mejor es simplificar todos esos trámites que generan costes y frustración a veces letales. Y cuando se trata de otras más importantes generan tal engorro que las empresas eficientes terminan por renunciar a ellas, pues no les compensa dedicarse en cuerpo y alma durante semanas a satisfacer los caprichos muchas veces irracionales de los legisladores. En abril de 2011 se convocaron ayudas a industrias ecológicas, un ámbito que debería ser estratégico para Andalucía, pero a día de hoy aún no se han resuelto los permisos para el inicio de la actividad correspondiente, y podrían ponerse multitud de ejemplos como ese que indican que así no es posible que salgamos adelante.

La normativa de las consejerías se ha multiplicado pero generando ineficiencia y una dificultad tras otra. En materia urbanística había, en abril de este año, un total de 94 normas (16 leyes, 5 decretos leyes, 31 decretos, 27 órdenes, 2 resoluciones, 8 acuerdos, 1 anuncio, 1 convenio, 2 instrucciones y un pacto) a las que habría que añadir otras 50 de rango estatal. Pero a pesar de todo ello, ¿o no habrá sido por su causa?, nuestra comunidad ha sufrido una degradación urbanística gigantesca que ahora hipoteca nuestro futuro.

En lugar de simplificar las normas y trámites y de dar ejemplo de eficacia, la Junta dificulta la creación de actividad y sus responsables se pasan día y noche lamentando que no hay recursos, cuando somos incapaces de gastar todo lo que tenemos y de hacerlo eficazmente. Por mucho que moleste que se diga, la verdad es que venimos tirando millones de euros en subvenciones y ayudas sin contrapartida alguna (salvo la partidista o electoral) que no crean ni un euro de riqueza, mientras que encarecemos el esfuerzo de quienes tienen ideas y proyectos que pueden crearla.

Y la cuestión no estriba, como se nos quiere hacer creer, en discutir sobre si hay muchos o pocos empleados públicos o si la Junta tiene más o menos grasa sobrante, sino en definir qué debe hacer el servicio público andaluz y cómo debe organizarse para promover la justicia, la creación de riqueza y el bienestar.

No soy optimista al respecto. Los partidos políticos andaluces no pueden resolver un problema que ellos han creado y del que se benefician. El partido socialista es su principal responsable, no se puede imaginar que el PP haga aquí lo contrario de lo que hace en otras comunidades o en el Estado, Izquierda Unida es parte del sistema y del problema conformándose con ser cabeza de ratón bien alimentado, y los tres están cómodos repartiéndose en las instituciones la respectiva cuota de poder y privilegios con que alimentan a sus aparatos. En ellos está el origen del problema y no su solución

Hace falta otro empuje, una combinación de fuerza e inteligencia ciudadanas de nuevo tipo que acaben de raíz con la fuente de ineficacia e injusticia en que se ha convertido la Junta.

Deja una respuesta