Medios de Comunicación

¿Para cuando una refundación de RTVE?

Hace pocos dí­as el artista Ví­ctor Manuel hablaba de una mano negra en el proceso judicial de la SGAE. Aunque estas afirmaciones han sido corregidas ante la fuerza de los supuestos hechos delictivos, e independientemente de la intención con la que Ví­ctor Manuel afirmaba esto, lo cierto es que como en la América de Hoover, los mafiosos son perseguidos para salvar a la mafia. Otro tanto parece apuntarse en la dimisión de Oliart de la dirección de RTVE. Todo lo que vemos es la sangre, pero no a los asesinos.

Una vez ha estallado el escándalo en la SGAE, cabe reguntarse cuál es el interés que ha movido que este escándalo saliera a la luz. Independientemente del ejercicio de la justicia, lo que a nadie se le escapa es que, como en muchos otros casos, la sangre no llega al rí­o si verdaderamente a alguien con poder para hacerlo no le interesa que lo haga. Es imposible pensar en Gurtel sin los intereses del PSOE actuando para golpear al PP. O a Chaves declarando ante los tribunales sin el PP metido en todos los resortes a su alcance.   Recientemente Oliart envió una carta a José Bono, como presidente de las Cortes, presentando su dimisión y justificando su gestión. PP y PSOE están llamados a alcanzar un nuevo consenso para elegir una nueva dirección.   El fin de la gestión de Oliart ha estado marcada por las disputas en el Consejo de Dirección, por la concesión de contratos externos para la gestión de los programas de RTVE. La propuesta de ceder a Telecinco la emisión del Mundial de Motociclismo o la no renovación con Mediapro del programa España Directo han sido algunos de los escollos. Ahora se exige que el contrato firmado con Telefónica Broadcast Services, empresa dirigida por el hijo de Oliart perteneciente al conglomerado de Telefónica, sea sometido a juicio e inspección.   No es que haya una firme voluntad auditora, es que se disputan el pastel.   Por una parte quienes han «tirado de la manta» en varias ocasiones en los últimos meses han sido medios próximos a Mediapro, interesados en dificultar el traspaso de contratos que se ha venido produciendo. Hay que tener en cuenta que de los 1200 millones de presupuesto de RTVE, 800 mil se dirigen a la producción externa. í‰ste si serí­a un buen tema para el escándalo, en primer lugar.   Estarí­amos asistiendo a las dentelladas de dos grandes grupos, Mediapro y Telefónica por hacerse con tal suculento pastel.   Y por otra parte no debemos olvidar que RTVE, como la SGAE, son entidades, aunque de diferente naturaleza, con un valor estratégico incalculable. La capacidad de incidir y controlar los contenidos culturales e informativos es el resorte principal que todo grupo que aspire a dirigir los destinos del paí­s debe poseer.   Y lo que es evidente es que asistimos a un periodo convulso en el que «los gestores» se preparan para un cambio, que previsiblemente se verá culminado en las próximas elecciones. Hay que tomar posiciones, ocupar los puestos estratégicos y encarar este proceso de cambio en las condiciones que más fuerza proporcionen frente a los competidores.   Al igual que nadie puede creer que las fotografí­as de torturas de Irak salieron a la luz por miles por la indiscreción de algunos soldados o la acción de alguna organización pro-derechos humanos, sino en todo caso con la «ayuda» del sector «demócrata» de la clase reinante norteamericana, o nadie puede creerse que la catarata de dossieres sufrida por Felipe González en los años previos al triunfo de Aznar ocurrió al margen de quién se habí­a dedicado a guardar esa información y tení­a capacidad de difundirla dosificada y calculadamente, nadie tampoco puede pensar que las turbulencias y movimientos de placas en RTVE o en la SGAE se basan en la acción judicial exclusiva, ni principalmente.

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