Reportaje

Pantera Jackson

A su funeral acudieron más de 18.000 personas. Más de 1,5 millones de solicitudes para poder entrar en el sorteo de entradas. Casi 10 millones de visitas siguiendo el homenaje sólo en la página de la CNN. Y ademas Tokio, Londres, Madrid, Buenos Aires… en Nigeria, Islandia e India. Un fenómeno mundial que las toneladas de basura vertidas por los medios en estos dí­as no han podido callar, como no lo hicieron a lo largo de toda su carrera. Y no se puede decir que no pusieran empeño en ello. El mundo entero debe recordar quién dijo qué y cómo, para luego soltar halagos de corazón podrido con el cuerpo presente. Rasgado de vestiduras, repudio de los faustos, los monstruos, las rarezas, el delito, y el proceso de degeneración que llegan a datar, incluso, desde «Thriller» – «su única verdadera gran obra», dicen -. A parte de la incomprensión, que puede aceptarse, todo lo demás rezuma odio y desprecio, porque Michael Jackson fue más de lo que quiso, un genio adelantado a su tiempo que exhibió sus conquistas y transgresiones mas allá de lo moralmente aceptable.

Ciertos críticos tratan de ser comedidos, “con ermiso de los Beattles”, “sin olvidar a Frank Sinatra”, “después de Elvis Presley”. Algo así como si Lorca, Cervantes y García Márquez se disputaran el título de mejor escritor de todos los tiempos. Este punto de partida solo manifiesta la resistencia a darle la cara al genio de Jacko. Un artista que consiguió ser de todas las razas, incluso físicamente, y por lo tanto, representar a todas ellas, y alcanzar tal altura en todos los sentidos, que cada una de sus palabras, gestos… conciertos mastodónticos, giras transgresoras o videos musicales “quasi cortometrajes”, tenían eco en cada rincón del planeta. Teniendo en cuenta lo que decía, aun cuando callaba, había que destruirlo y desprestigiarlo como fuera. Y ahí siguen. Mejor “Peter Pan” que una apisonadora Michael es, sin duda alguna, la mejor aportación que Quincy Jones ha hecho a la Historia de la música. Lanzando en 1979 “Off the Wall”, Jones permitió a Michael consolidarse como solista y dar alas a una explosiva concepción de la música capaz de combinar elementos de una arquitectura ya escrita de manera única, como un nuevo compuesto químico que revolucionara la existencia del agua solo con hidrógeno y oxígeno. Después “Thriller”; que se ha convertido en el álbum más vendido de todos los tiempos, 100 millones de copias que marcan un antes y un después. No es solo una canción, es un universo completo, estético, rítmico y melódico que abre las puertas del pop a todo aquello que pueda pensarse, rompiendo con los esquemas en demolición de los 70; los zombies cantan, bailan y, además, queremos ser como ellos. Todo el panorama musical, todos los artista, se vieron arrastrados y obligados a responder al reto. El terror recorriendo las tranquilas calles de una “ciudad tipo” norteamericana y asediando a una joven de clase media y moral luterana… – Michael avisa en el video: “no soy un chico como los demás”, mientras se transforma en hombre lobo -. En plena ofensiva política y militar de Reagan y el “american way of life”, “Thriller” es un video protagonizado por muertos vivientes, capitaneados por un negro que canta, baila y sale en la revista Times. Los hay que reivindican a los “Jackson Five” como su verdadera época de oro, aquello que verdaderamente valió la pena. Pero es pueril pensar así, además de no comprender la revolución que encabezó “Jacko”. Hasta ser rescatado de la Motown y del cerco paterno por Jones, Michael maduraba su genialidad; entonces la bestia fue liberada, como el tigre que aparece en el video de “Billie Jean”. Pero hay una intencionalidad cierta en ello. La imagen del eterno “Peter Pan”, del niño que no quería crecer, sacado en los medios enfatizando su voz dulce y femenina, y alimentando la tragedia de una infancia llena de maltratos, simula domar a la bestia. Todo parece inofensivo en él, y cualquier cosa que hiciera, entonces, era una “travesura”. Y eso es lo que les hubiera gustado. Solo tres canciones de las diez de “Off The Wall” y cuatro de las nueve de “Thriller” contienen realmente letras compuestas por Jackson. A partir de ahí, nueve de las once de “Bad”, doce de las catorce de “Dangerous”, doce de las quince de “HIStory”, doce de las trece del “Blood on the Dance Floor” y catorce de las dieciséis de “Invincible” fueron compuestas directamente por él. El terremoto Jackson fue creciendo: primero transformó la música, el sonido. Después el baile, convirtiendo pasos callejeros de provocación y orgullo de banda en la coreografía del siglo XX; la estética, la imagen, la composición del espacio, la técnica de la producción visual… pero mientras Michael ascendía, sobretodo, arremetió contra la moral y los esquemas abigarrados. Este no es nuestro mundo No importa si fue por estética o por enfermedad, los hechos son que “Jacko” fue el negro más blanco y el blanco más negro. Cambió sus facciones, cambió su color, cambió hasta su cuerpo, lo demolió hasta no dejar más que un conjunto de finas facciones marcadas por las cicatrices de la batalla. ノl era negro – la historia, la transformación, la música, la esclavitud, los barrios… – ソqué tiene eso que ver con su piel?. Jackson era odiado hasta por “los suyos” – negros de corbata y despacho en las alturas – porque consiguió que el planeta entero quisiera ser negro, como él, y se escuchara lo que decía sin poder evitarlo. Y ser como él significaba toda una provocación, teniendo en cuenta que posiblemente sea el artista más imitado de todos los tiempos – “con el permiso de Elvis”, claro -. Igual rozaba la asexualidad, como hacía pura exhibición de una genitalidad descarada, o aparecía en un video contorneándose con la más cotizada y provocadora modelo negra del momento. Cuando casi se le consideraba un eunuco, Michael es deseado porque dice que la sexualidad es “como yo la invento”. No respondía a ninguno de los cánones morales, ni a los consentidamente provocadores – es minoritario el querer parecerse a un rockero hermafrodita amante de Satán como Marilyn Manson -. Cada aspecto de su universo fue convirtiéndose en un mito, un símbolo, un tótem admirado que ofreció toda una nueva cosmovisión estética y avanzada, reivindicando la cultura popular y desprestigiando a “los falsos dioses”. Jackson vestía como un militar, tenía su propio ejército y un mundo creado que paseaba por todo el planeta y al que invitaba a todo el mundo. Como si quisiese decir – y lo dijo – “este no es nuestro mundo, vamos a inventarnos otro”. Las críticas que le han llovido – esas sí ridículas – por representar precisamente la avaricia y el narcisismo, son sencillamente miopes. Durante la gira del “HIStory” levantaba enormes estatuas, casi como edificios, con su imagen de cuerpo entero y vestido como un guerrillero libertador del futuro. Quizás la locura le embargó mucho antes que los bancos, por lo menos en algunos aspectos de su vida. Una locura excéntrica, infantil e irresponsable. Nada tiene esto que ver con el genio. Michael subió tan alto que algunos detalles de la realidad le eran ajenos, algo tan sencillo como el valor del dinero en papel. Sin embargo, como un extraterrestre que se prueba un traje nuevo poniéndose los pantalones por sombrero, quiso ser padre, casarse, y contar que él era un chico normal… que acababa de cumplir cincuenta años. Demoler desde las alturas Para hacer una parte de lo que hizo necesito toneladas de millones, claro, así consiguió ser intocable y que su obra avanzase como una apisonadora. Jackson provocó con cada imagen, con cada video y con cada letra. Y lo hizo desde tan alto que las ondas y las réplicas provocadas por el terremoto sacudían las tranquilas “posaderas” del establishment; no tuvieron más remedio que tragarse su repudia. A riesgo de fanatizar el argumento: contra Dios se puede difamar, pero es Dios, y eso no se puede cambiar. Esto es lo que consiguió Michael Jackson, y por eso era condecorado en la Casa Blanca, mientras se arremetía contra él desde todos los flancos. El “Bad Tour” recorrió los cinco continentes durante un años hasta tocar en la Puerta de Brandemburgo meses antes de que cayera el Muro. Después “Dangerous World Tour” y “HIStory World Tour” que llevó a Michael de gira durante dos años enteros. Como hiciera con “Thriller”, “Black and White” sirve de llave para los años 90, una nueva concepción estética, otro ritmo y color lleno de brillo, luz y tecnología punta, en lucha con la oscuridad y la violencia de un Jackson convertido en pantera, rompiendo lunas, ventanas y esquemas. En el video Michael lleva al extremo cada uno de los pasos que le han hecho famoso, desplegando el ego que acaba de abandonar un plató en el que unas personas se mezclan con otras con riqueza racial y alegría exagerada. La vitalidad de los pueblos contra la oscuridad y miseria de los bajos fondos ante la que solo cabe la destrucción para crear algo nuevo. Fue acusado de promover el vandalismo y esa parte del video censurada en muchos medios. Hasta el año 2000, Jackson pinchó siempre y allí donde había herida. Cualquier paso de Michael en una dirección inesperada multiplicaba su valor. Así lo confirma la fabulosa segunda versión “They don’t care about us”, con un video-clip rodado junto al director Spike Lee, con cientos de percusionistas en las calles de una fabela brasileña, paseándose delante de un cordón de Policía Militar – “lo único que quiero decir es que ellos no se cuidan de nosotros” – y revolcándose por el suelo derribado por el abrazo de una anciana. Jackson aparece en el video realmente desnudo, vestido con una prenda indígena y un pantalón vaquero, prescindiendo de sus habituales “armaduras” y “uniformes”. Corrían los finales del siglo XX e Iberoamerica comenzaba a despertar. El video empieza con la última imagen del original, una proclama al estilo de la “nouvelle vague”, convirtiendo las imágenes en una incitación a la rebelión, un compendio de propaganda contra la opresión: Luther King frente a Truman, Vietnam, la brutalidad policial, チfrica, Harlem y cientos de presos – de cualquier cárcel moderna – rebelándose al grito de “ellos no cuidan de nosotros”. Del mismo álbum es la rotunda “Earth Song”, una aparente canción ecologista en la que arremete contra la Guerra de Yugoslavia con imágenes en las que se funden las manos con la tierra, desde un bosque en llamas en el corazón norteamericano, hasta las calles bombardeadas de cualquier ciudad de Europa del Este. Después de “HIStory” una avalancha cayó sobre él. No podían tocar a Michael Jackson, y destruyeron a Jacko. Pantera Jackson Cada una de las noticias vertidas, de los perfiles mostrados, no solo después de su muerte sino como una constante, han ido dirigidos a mostrar a una estrella caprichosa esclava de su propio mito y endiosada en una especie de delirio hipocondriaco, fanatismo quirúrgico y desquicie “mani-roto”. Pero recientemente, Martin Bander, uno de los ejecutivos de Sony, lo ha calificado como “un profundo hombre de negocios”, una fiera capaz de levantar un imperio que no se asentaba precisamente en el “canta, baila y pon la mano”. Con el genio artístico se formó también una férrea voluntad en todos los terrenos de la gestión, capaz de plantar cara desde lo más alto de su “Neverland”. Una pantera negra que alcanzó su apogeo con “Black and White”. Pero las fuerzas fácticas se coaligaron en una ininterrumpida batalla durante más de una década por destruir todo lo que había creado. La fortuna de Jackson, sus activos, están valorados en 1.000.000.000 de dólares. Y aunque su deuda llegó a cubrir la mitad de todo lo que poseía, era propietario de los derechos de prácticamente toda la obra de los Beattles, además de socio – al 50% con Sony – de un fondo con las canciones de más de 750 artistas de todas las épocas. Pese a lo que pueda decirse – y se ha dicho mucho -, Michael compró los derechos de la banda de Liverpool por consejo del propio Paul McCartney, que no disponía de la capacidad para hacerlo. Todo esto sin contar con que en el tiempo que ha transcurrido desde su muerte sus discos han aumentado un 8.000% sus ventas, habiendo vendido durante su carrera más de 750 millones de discos. Primero sembraron el camino del esperpento. Después le señalaron como monstruo. Y cuando su mundo se tambaleaba le ofrecieron créditos para salvar los muebles. Sus acreedores – entre ellos el principal es el banco que más ha salido fortalecido por la crisis, el Bank of América, además de Fortress Investment Group y el grupo inmobiliario Colony Capital – le exprimieron hasta la última gota, obligándole a deshacerse de una parte importante de sus derechos y finiquitando sus propiedades. Bank of América es el propietario de casi la mitad de su deuda. Aunque este sea un enorme, un gigantesco bocado, no hay que perder de vista que el problema principal no era el poder material que había alcanzado. Sino su capacidad de influencia y, en todo caso, la libertad que le otorgaba una cuenta millonaria para poder, por ejemplo, enviar por su cuenta y riesgo, un buque lleno de provisiones a las costas sangrantes del conflicto en los Balcanes, mientras EEUU azuzaba el avispero o hacía saltar por los aires la embajada China. Michael cantaba “We are de world, we are the children”, pero también competía con cualquier gobierno financiando proyectos de desarrollo. Demasiado poder por una “canción de zombies”. Jackson era además un concienzudo trabajador y perfeccionista. Disponía para sí de un completísimo complejo con todo lo necesario para generar todo aquello que se propusiese. Y a ello llegó participando o diseñando directamente gran parte de los efectos, decorados, o trucos que utilizaba en sus videos y conciertos. Como los zapatos-medias que le permitían inclinarse dando la sensación de haber vencido a la gravedad, o las campañas de marketing y promoción con actos-bomba con los que conmocionó en las giras del “Dangerous” y “HIStory”. Jackson ha abarcado prácticamente todos los ámbitos de la producción y la creación artística. Desde la maestría en la dirección en innumerables videos, como el vídeo del tema “Ghost”, del álbum “Blood on the dance floor”, que es el más largo rodado, con Stephen King y reconocido en el festival de Cannes. Hasta la redacción del storybook E.T. el extraterrestre, por el que gano un Grammy. También fue el director artístico de sus giras mundiales “Bad world tour” y “Dangerous world tour” y el director general, junto con Kenny Ortega, de esta última. Después de todo, Jackson ha dejado todo lo que poseía al “Michael Jackson Family Trust”, es decir, a sus hijos, que deja a cargo de su madre. En el caso de que muera, su amiga Diana Ross se hará cargo de ellos: Sony, AEG, Bank of America… y una jauría hambrienta de lobos. Todo se lo quedan sus hijos… de los que dicen que no era padre. Bueno, excepto los derechos sobre la obra de los Beattles cuyo beneficiario es Paul McCartney. Cuando callan… Pero cuando llega la hora de cubrirse con el manto del aprecio, el cariño y la admiración que millones de personas en todo el mundo sentían por él, todo parece difuminarse, aunque dure escasamente 24 horas. Seguramente su entierro sea uno de los acontecimientos más recordados, de los que se editarán videos y harán remakes. Mariah Carey, Steve Wonder, Jennifer Hudson, Brooke Shields, Magic Johnson, Usher, Somokey Robinson, y hasta unas palabras de Nelson Mandela. Solo cuando callan puede oírse el clamor popular de un genio reconocido en todo el planeta por la gigantesca contribución que hizo a la música y la interpretación creando una visión completa que conecta de forma independiente con una sustancia universal, una nueva forma de entender la unión de los pueblos y la lucha contra la opresión en su expresión artística. Convirtió el espectáculo en un lenguaje que atraviesa de punta a punta el globo, y que tiene sentido porque es un torrente demoledor. Dicen que con un “almacén” de canciones insondable, su canción preferida era “Smile”, compuesta por Charles Chaplin para la película “Tiempos Modernos”. Seguramente no haya otra película que muestre más concentradamente el antagonismo entre dos mundos en pleno apogeo del enfrentamiento entre las potencias imperialistas, mientras todavía los trabajadores sufrían las consecuencias de la crisis y las exigencias de una maquinaria capitalista insaciable. Jackson pone un espejo con dos lados, dos mundos paralelos que se cruzan en imágenes: Luther King, Kennedy, Gandhi, Teresa de Calcuta… las imágenes ya estaban allí, como el oxígeno y el hidrógeno, pero nadie las había presentado en un cocktel de avanzada fusión musical y con un ejército galáctico encima del escenario. Hoy en día muchos de los aspectos nos son comunes, pero las sacudidas de un concierto de Michael arrastrando más que el mayor evento deportivo y con mayor capacidad de movilización e influencia no dejaban indiferente a nadie. No sabemos hasta donde se hubiera sublimado el trauma estético, el combate a muerte de la pantera negra, si no lo hubieran frenado: nuevas formas, nuevos sonidos, nuevos conceptos. Después del vendaval Jacko quiso volver. Cincuenta conciertos organizados con el objetivo de recuperar todo lo perdido. Cincuenta conciertos que parecieron volver a poner en marcha toda la maquinaria. Michael se metió en una carrera frenética por recomponerse y alcanzar las revoluciones que cualquiera que haya asistido a uno de sus conciertos puede comprender de velocidad sideral. Un tornado de energía y creatividad. Un esfuerzo titánico hace quince años, un desgaste que le consumió. Suele decirse que queda su legado. Pero lo que no se puede borrar es que siempre el siguiente paso es más alto y de mayor hondura, es inevitable. La muesca está hecha y seguro que llegarán otros mejor que él.

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