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Pánico en el PSOE a que Susana Dí­az ponga la primera piedra de la gran coalición con el PP en Andalucí­a

En la cúpula del PSOE no sientan bien las noticias que llegan sobre los contactos que la presidenta andaluza, Susana Díaz, mantiene con frecuencia con altos cargos del Gobierno y, mucho menos, el hilo que la comunica directamente con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La semana pasada, un alto dirigente socialista que goza de la confianza de Pedro Sánchez sondeó a la dirección del partido en Andalucía para conocer qué planes alberga Susana Díaz para el próximo día 23, una vez conozca los resultados electorales. La respuesta fue inmediata: ella será la que decida con total autonomía con quien y como pactará en su tierra, sin admitir injerencias de la ejecutiva federal.

El problema es que Pedro Sánchez y su equipo opinan que debe ser el comité federal, máximo órgano entre congresos, o, al menos, la dirección que salió del último congreso, los que resuelvan de forma colegiada qué hacer en Andalucía una vez conocidos los resultados electorales, teniendo en cuenta lo que todo el partido se juega en conjunto en estos comicios, pues se celebran a dos meses de las municipales y autonómicas y a diez meses, como máximo, de las legislativas. En el fondo, informan fuentes socialistas, lo que Sánchez teme es que Susana Díaz acepte ser investida presidenta con la abstención del PP, colocando de esta forma la que podría considerarse como la primera piedra de una gran coalición entre los dos grandes partidos. Sería un escenario a todas luces preocupante para Sánchez o para el ganador de las primarias de julio, pues alimentaría el discurso de Podemos sobre la casta que Pablo Iglesias aspira a consolidar en su carrera hacia las elecciones generales de fin de año.

Ciudadanos absorbe el voto que huye del PP

Fuentes del PSOE andaluz admiten que pactar con Podemos, con Izquierda Unida o con Ciudadanos, en un acuerdo a dos o tres bandas como al que pueden abocar los comicios del 22-M, resultará ciertamente complicado. Es fácil imaginar las dificultades que pondrá la organización de Pablo Iglesias para colaborar con un partido que lleva más de 30 años gobernando en Andalucía y también es sencillo deducir los argumentos que esgrimirá IU para resucitar una coalición rota de forma unilateral por los socialistas el pasado enero. De ahí que Díaz no descarte la posibilidad de gobernar en minoría, contando con el respaldo externo del PP para los asuntos de calado, el primero de ellos alcanzar la investidura como presidenta regional.

Faltan 18 días para las elecciones andaluzas y las encuestas que maneja Susana Díaz no son todo lo optimistas que en público jalean algunos dirigentes del partido en esta comunidad. Su intención es calentar la campaña con el mensaje de que el PSOE roza la mayoría absoluta para movilizar todo el voto útil, admiten las fuentes. La presidenta andaluza veía posible hace unos meses salir a hombros arañando buena parte del voto que en Andalucía huye del PP, pero los últimos sondeos reflejan que esta partida la está ganando Ciudadanos, que acabará vendiendo caros sus apoyos.

Si para Susana Díaz es importante triunfar con holgura el 22-M, para el PSOE lo es todavía más ya que tiene a 13 barones que se examinan el 24 de mayo en elecciones autonómicas y a más de 8.000 candidatos que lo harán en las municipales. El resultado de esta prueba condicionará las primarias internas de julio, donde se decidirá el cartel electoral, en las que Pedro Sánchez todavía sueña con no competir con nadie y, por tanto, que no lleguen a celebrarse, y en las que la presidenta andaluza planea estar bien representada a través de la exministra Carmen Chacón.

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