Palabras para Obama

Si yo fuera un asesor cercano del presidente Obama, le dirí­a: «Señor Presidente, tiene dos tareas urgentes y abrumadoras frente a usted: poner a los estadounidenses atrapados en esta terrible crisis de empleo a trabajar y poner freno a su plan potencialmente desastroso para una escalada de la guerra en Afganistán «.

Hemos asado la mayor parte del año encerrados en un debate tedioso y poco esclarecedor sobre la atención a la salud, mientras que la tasa de desempleo ha aumentado de manera constante. Está ahora en el 10,2%. Las familias que luchan con la pérdida de empleos, ejecuciones hipotecarias y las quiebras personales están cayendo fuera de la clase media como la fruta podrida a través del fondo de una cesta. La tasa de desempleo para los hombres de 16 años y más es del 11,4%. Para los negros, es de un agotador 15,7%. Aprendimos en la década de 1960, cuando la Gran Sociedad de Lyndon Johnson fue vencida por Vietnam, que la construcción nacional aquí en el país es incompatible con las exigencias de la guerra. Hemos conseguido mantener lo peor de la carnicería –y los enormes costos– de Irak y Afganistán, fuera de la vista de la mayoría de los estadounidenses, por lo que la magnitud del terrible precio que estamos pagando no es ampliamente percibido. LE FIGARO.- Si hay un riesgo sistémico hoy en día es el de la burbuja de obligaciones creada desde hace un año para “relanzar” la economía mundial. El recurso al endeudamiento público masivo ha creado una fuente considerable de peligro. Es posible que no hubiera otro modo de impedir la depresión. Pero permanece el hecho que vivimos sobre un polvorín. EEUU. The New York Times Una palabra, señor Presidente Bob Herbert Si yo fuera un asesor cercano del presidente Obama, le diría: "Señor Presidente, tiene dos tareas urgentes y abrumadoras frente a usted: poner a los estadounidenses atrapados en esta terrible crisis de empleo a trabajar y poner freno a su plan potencialmente desastroso para una escalada de la guerra en Afganistán ". La reforma del caótico e injusto sistema de atención a la salud de EEUU es un tema importante. Pero en términos de prioridades nacionales, los más importantes son la necesidad de encontrar soluciones para un entorno de empleo catastrófico que está devastando a las familias estadounidenses y poner fin a la locura de 8 años de una guerra que es extenuante hasta el extremo y, en última instancia, imposible de ganar. Hemos pasado la mayor parte del año encerrados en un debate tedioso y poco esclarecedor sobre la atención a la salud, mientras que la tasa de desempleo ha aumentado de manera constante. Está ahora en el 10,2%. Las familias que luchan con la pérdida de empleos, ejecuciones hipotecarias y las quiebras personales están cayendo fuera de la clase media como la fruta podrida a través del fondo de una cesta. La tasa de desempleo para los hombres de 16 años y más es del 11,4%. Para los negros, es de un agotador 15,7%. Tenemos que ajustar nuestro enfoque. Estamos preocupados por Kabul cuando Detroit se está hundiendo. Me gustaría decirle al presidente que más y más estadounidenses se están cuestionando sus prioridades, incluyendo a los millones que depositaron su papeleta para él en las elecciones del año pasado. El mayor problema, con mucho, para la mayoría de los estadounidenses es el empleo. La falta de puestos de trabajo está alimentando el nerviosismo, la ansiedad y una verdadera ira que se están haciendo cada vez más evidentes entre la población en general. El viernes pasado, una gran multitud de seguidores marcharon en un desfile triunfal en el centro de Manhattan para celebrar la victoria de los Yankees en la Serie Mundial. Más de una vez, cuando los aficionados pasaban por el distrito financiero, la multitud estalló en cólera, haciéndose eco de los cánticos de "!Wall Street apesta! ¡Wall Street apesta!" Me gustaría decirle al presidente que el sentimiento generalizado es que su administración ha ido demasiado lejos con sus planes de rescate de la industria financiera, no sólo enviando un salvavidas muy necesario, sino también ofreciendo ganancias inesperadas y no justificadas a los malhechores que casi destruyen toda la economía. El gobierno ha obtenido muy poco a cambio. La percepción actual es que Wall Street está estupendamente, mientras que los trabajadores, cuyos impuestos financian las operaciones de rescate, están caminando por la tabla del olvido económico. También quiero decirle que la reconstrucción de la economía de una manera que permita a los trabajadores estadounidenses florecer requiere un esfuerzo monumental sostenido, no sólo fragmentos de legislación aquí y allá. Pero ese esfuerzo nunca tendrá posibilidad alguna de alcanzar masa crítica y tener realmente éxito, mientras se insista en alimentar con jóvenes sanos, hombres y mujeres, y un sinfín de dólares estadounidenses las trituradoras implacables de carne de Afganistán y Irak. Aprendimos en la década de 1960, cuando la Gran Sociedad de Lyndon Johnson fue vencida por Vietnam, que la construcción nacional aquí en el país es incompatible con las exigencias de la guerra. Hemos conseguido mantener lo peor de la carnicería –y los enormes costos– de Irak y Afganistán, fuera de la vista de la mayoría de los estadounidenses, por lo que la magnitud del terrible precio que estamos pagando no es ampliamente percibido. Los gastos financieros finales serán contados en billones de dólares. Si tuviera que dar una vuelta por uno de los muchos centros médicos militares, como Landstuhl, en Alemania o en Walter Reed en Washington, su corazón se rompería a la vista de los heroicos hombres y mujeres jóvenes que han perdido extremidades (a menudo más de una) o que están ciegos o paralíticos u horriblemente quemados. Cientos de miles de personas han sufrido heridas psicológicas. Muchos han contemplado el suicidio o lo han intentado, y demasiados lo han logrado. "Sr. Presidente, le diría, nunca vamos a estar en lo cierto, como nación, mientras permitamos que esto continúe". La posibilidad de más tropas para la guerra en Afganistán fue discutido el domingo en "Meet the Press". El Gobernador Ed Rendell de Pennsylvania, señaló con franqueza que "nuestras tropas están cansadas y agotadoa". Más del 85% de los hombres y mujeres de la Guardia Nacional de Pennsylvania ya han servido en Irak o Afganistán. "Muchos de ellos han pasado tres o cuatro veces y todos en vano", dijo el Sr. Rendell. ”¿Más tropas? ¿Dónde vamos a encontrar estas tropas?” Preguntó el gobernador. "Eso es lo que quiero que alguien me diga". Mientras nos estamos preparando para verter más recursos en Afganistán, el Instituto de Política Económica nos está diciendo que uno de cada cinco niños estadounidenses vive en la pobreza, que casi el 35% de los niños afroamericanos viven en la pobreza, y que la crisis del desempleo nos empuja hacia un punto en los próximos años, donde más de la mitad de todos los niños negro en este país serán pobres. "Sr. Presidente, le diría, necesitamos su ayuda". THE NEW YORK TIMES. 9-11-2009 Francia. Le Figaro La extraordinaria confesión de Alan Greespan Pierre-Yves Dugua Alan Greespan, la semana pasada, ha hecho una confesión extraordinaria que ha pasado casi desapercibida. Es verdad que la credibilidad del hombre que dirigió la Fed de 1987 a 2006 no es la que era. Greespan ha dicho, en sustancia, que el comité monetario de la Fed realmente no sabe más que usted o yo sobre la coyuntura y los riesgos que pesan sobre la economía y el sistema crediticio. Personalmente yo lo he pensado siempre, aunque suponía que gracias a su acceso a los informes de los banqueros de los distritos regionales de la Fed y al uso de datos estadísticos directamente tomados de las empresas (y no publicados) la Fed podía percibir las tendencias un poco antes que nosotros. “Me he dado cuenta, después de reflexionar largamente, que en numerosas ocasiones, para determinar si una variación del 0,25% en las tasas de la Fed era apropiada, sólo después de aplicarla estaba verdaderamente seguro de que habíamos tomado la decisión correcta. La verdad es que sólo podemos saberlo con el paso del tiempo, nunca en tiempo real”. Esta admisión es capital. 1) Ella demuestra que las razones de la ambigüedad de los comunicados de la Fed (…) no están destinados a mantener los mercados en la incertidumbre. La ambigüedad es entonces un medio para la Fed de ocultar su propia ignorancia. No es que la Fed no nos quiera decir cuando empezará a subir los tipos de interés. De hecho, ella no lo sabe en absoluto. Puesto que navega en medio de la niebla, navega con prudencia, lentamente, hablando o menos posible, para no ser tomada en falta si se descubre que ha escogido un rumbo erróneo. 2) Greespan piensa que es fútil confiar a la Fed la responsabilidad de predecir los riesgos sistémicos. Su experiencia de la Fed le conduce a pensar que incluso los economistas y los banqueros mejor informados no son realmente capaces de anticipar los desequilibrios sistémicos antes que los demás. Se puede extender, por lo demás, este argumento al FMI. Anunciando que el FMI podrá a partir de ahora predecir el futuro y recomendar correcciones de política económica para evitar los desequilibrios, se cometen dos errores. Primer error: creer que el FMI sabe más que nosotros. Segundo error: creer que el FMI tiene los medios para obligar a los gobiernos soberanos a cambiar su política. Conclusión personal: si hay un riesgo sistémico hoy en día es el de la burbuja de obligaciones creada desde hace un año para “relanzar” la economía mundial. El recurso al endeudamiento público masivo ha creado una fuente considerable de peligro. Es posible que no hubiera otro modo de impedir la depresión. Pero permanece el hecho que vivimos sobre un polvorín. LE FIGARO. 10-11-2009

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