El Departamento de Estado contempla un gobierno de concentración en Pakistán

Pakistán: el plan B de Washington

En el viaje hacia el `Estado fallido´ en el que está inmerso Pakistán, la obediencia del gobierno de Zardari a Washington tiene más de causa que de solución. La ofensiva del ejército paquistaní­ contra los talibanes en la región de la frontera noroeste -provocada por las presiones de EEUU, y en ví­speras de la visita del presidente Zardari a la Casa Blanca- está consiguiendo hacer retroceder a los islamistas en esos distritos, pero a un coste incierto. Los bombardeos indiscriminados contra pueblos y aldeas han hecho huir a decenas de miles de habitantes, y en el seno de la sociedad y el propio ejército paquistaní­ son cada dí­a más fuertes los sectores pro-talibán.

En víseras del viaje a Washington del mandatario paquistaní, el ejército se esmera por hacer parecer firme al gobierno de Islamabad en su lucha contra la insurgencia. Pero no están entrenados para una guerra de guerrillas, así que hacen lo que saben hacer: bombardear sin contemplaciones las poblaciones en las que los islamistas se esconden. "Huimos de los bombardeos del Ejército, no de los talibanes", dicen los lugareños, que han dejado el distrito de Dir en número de 50.000. De Búner no hay cifras exactas y el bloqueo informativo no permite aventurarlas, pero los refugiados, huídos con lo puesto, cuentan testimonios de cadáveres en las cunetas.Pero la impopularidad del gobierno y el ejército en la zona de guerra no es el gran problema. Lo es el avance en gran parte del país de un proceso de islamización, de momento moderado, pero entre cuyos sectores más radicales y religiosamente conservadores, hay quienes miran con buenos ojos a los talibanes. Electoralmente no representan más de un 5%, pero su influencia social se extiende, y no pocos ven con simpatía la instauración de la sharia (ley islámica) en todo el territorio. Y no sólo en la calle sino en los aparatos del Estado. EEUU observa con preocupación cómo las nuevas remesas de soldados o policías paquistaníes tiene un sesgo político más islamista. Es sabido que en los servicios secretos –los ISI- los sectores más protalibán han suministrado información a los líderes fronterizos.Además, Zardari no se ha lanzado a fondo contra la insurgencia porque beneficia a la oposición, liderada por Nawaz Sharif. Por eso en Washington contemplan un `plan B´ si el actual gobierno de Islamabad no consigue revertir el rumbo de las cosas: una operación de islamización controlada que incluya un gobierno de concentración nacional Zaradai-Sharif.. Tal y como están las cosas tal alternativa no es en absoluto descartable.

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