El aplazamiento de la investidura de Puigdemont, acatando el terreno de juego dictado por el Tribunal Constitucional, es expresión de un retroceso de las élites independentistas que es cada vez mayor.
No habrá investidura de Puigdemont, ni telemática ni presencial. El recién elegido presidente del parlament catalán, el diputado de ERC Roger Torrent, ha aplazado la sesión de investidura de Carles Puigdemont convocada para hoy martes 30 de enero. Dando en los hechos un paso atrás y asumiendo que no es posible lanzar un desafío abierto al Estado.
El gobierno de Rajoy asumió riesgos al impugnar preventivamente ante el Tribunal Constitucional la investidura de Puigdemont. El Consejo recomendó esperar a que “se produjera el hecho delictivo” -la elección de Puigdemont- para después impugnarlo y dejarlo sin efecto. Rajoy decidió tomar la iniciativa, anteponiendo el objetivo político -impedir que pudiera investirse a Puigdemont- a formalismos legales.
El resultado ha sido que el Tribunal Constitucional -aún cuando no se ha pronunciado sobre la propuesta del gobierno- ha dictado medidas preventivas que cierran cualquier resquicio por el que pudieran colarse los independentistas. Declarando ilegal una investidura de Puigdemont no presencial, y estableciendo que solo podría presentarse ante el parlament si el juez lo autoriza.
Los efectos de esta resolución han sido inmediatos. El president del parlament ha aplazado el pleno donde debería aprobarse la investidura de Puigdemont, hasta que pueda realizarse “con garantías y sin injerencias” del Estado, y hasta que el Constitucional resuelva las alegaciones que el parlament ha presentado para defender la inmunidad de Puigdemont.
Tiene razón el delegado del gobierno en Cataluña, Enric Milló, cuando afirma que Torrent “ha hecho un discurso aparentemente desobediente, pero acata lo que dice el Tribunal Constitucional”. Añadiendo que “con la presentación de alegaciones está aceptando la legitimidad del Constitucional”.
En la pugna por si se abría paso o no a una investidura de Puigdemont, quien han perdido son los independentistas. Evidenciando dos cosas.
Primero, que han retrocedido, y mucho, respecto a la situación en que estaban el pasado 6 y 7 de septiembre. Entonces, las fuerzas independentistas subvirtieron el reglamento, desobedecieron los mandatos de la justicia y aprobaron la ley de referendum para el 1-O y la ley fundacional de la república catalana. Ahora no han podido hacer lo mismo. No tienen ya la fuerza para lanzar un desafío abierto al Estado, como hicieron entonces.
En segundo lugar, el avance de la defensa de la unidad ha abierto de par en par las grietas en las élites independentistas.
Roger Torrent, presidente del Parlament, llamó a Puigdemont para anunciarle el aplazamiento del pleno de investidura. Puigdemont no solo no le cogió el teléfono, sino que luego criticó duramente la decisión tomada.
Puigdemont quería forzar a cualquier precio la celebración de un pleno de investidura desobeciendo al Constitucional. Y ha fracasado.
Frente al aventurerismo de Puigdemont, cada vez más sectores del independentismo asumen la realidad y la necesidad de dar marcha atrás. Planteando que la prioridad es “recuperar el gobierno y poner fin al 155”. Y anticipando, en palabras de Joan Tardá, portavoz de ERC, que si para eso “es necesario sacrificar a Puigdemont se hará”.
Tanto Junts per Catalunya como la CUP han criticado la decisión de Roger Torrent de aplazar el pleno.
En el paso atrás del independentismo ha influido la firmeza del Estado -y el horizonte penal en que podían caer Roger Torreny y la actual Mesa del parlament si incumplían los mandatos del Constitucional-, pero también la realidad de que no cuentan con una mayoría social que les apoye. La desmovilización de los independentistas -que era máxima el pasado septiembre- es ahora manifiesta. Y más del 50% de los catalanes, según las últimas encuestas, se pronunciaban en contra de la investidura de Puigdemont.
La realidad es que las élites del independentismo no paran de retroceder. Y lo que hoy ha sucedido en el parlament es una prueba evidente. Todos saben ya que una investidura de Puigdemont es imposible. Hasta ERC asume ya que deberá proponerse otro candidato. Aunque el conflicto todavía no está resuelto, ellos, los independentistas, están ya en abierta retirada. Ha sido la movilización de la mayoría que defiende la unidad, en Cataluña y en el conjunto de España, lo que les ha conducido a la derrota.
Monkey D Dragon dice:
Admirable la lucha y posición revolucionaria del pueblo español, que ha ido demostrando en cada etapa de la historia de nuestro país en los últimos 150 años. La residtencia contra el fascismo durante 3 años, las luchas populares en los últimos años del franquismo que la oligarquía y el imperialismo no tuvieron más remedio que cambiar de régimen y en la actualidad ha impedido la fragmentación de España y así manter la unidad del pueblo trabajador!!
Monkey D Dragon dice:
Lo que ha impedido con total radicalidad la separación de Cataluña ha sido el pueblo catalán, concretamente la clase trabajadora catalana; primero que el 1-O los votos del SI solo fueron el 37% y el 57% se negaron a participar en esa estafa antidemocrática y segundo que en las elecciones del 21D el bloque independentista peridió 2 escaños.
Lo que demuestra la fuerza y voluntad de las masas populares!!