Berlusconi "invita" a España a participar en la cumbre del G-8

Otra silla prestada

Esta Cumbre reúne a las siete potencias más industrializadas del mundo -EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y Japón- más Rusia. La silla que nos ha cedido Italia, que el Gobierno español pretende presentar como un gesto y una presencia histórica en este foro, no es más que otra manifestación de la pérdida de peso económico y polí­tico de España en Europa y en el mundo.

Según fuentes de la Moncloa el gobierno esañol llevaba tiempo detrás de esta silla de invitado, como antes lo hiciera para participar en la cumbre del G- 20. Hasta ahora España había participado como invitada en la cumbre del G-20 celebrada en Washington el 15 de noviembre y más tarde en la de Londres del pasado 2 de abril. Entonces fueron Francia y Reino Unido los países anfitriones. Zapatero busca tener una silla propia en los principales foros internacionales, pero hasta ahora y seguramente en lo sucesivo, tendrá que resignarse a que un país en pleno derecho le “invite”. La realidad es que a pesar de ser España la octava potencia mundial, no está en ninguna de estas cumbres como un país que decide. ¿Por qué? Estos encuentros reúnen a los representantes políticos de las principales potencias económicas, políticas y militares del mundo, de los países emergentes y de las áreas geopolíticas más importantes, por ejemplo, Brasil y la India forman parte de esta categoría, pero España no. ¿Por qué? La renuncia de nuestra clase dominante a levantar un proyecto autónomo y con voz propia en el mundo es un hecho. A pesar del salto cualitativo de un selecto grupo de monopolios españoles capitaneado por Botín y el Banco Santander, el precio pagado a nivel económico es un espectacular endeudamiento y la financiación exterior. La cifra y las fuentes de la gigantesca deuda contraída por los grandes monopolios españoles son elocuentes. Un 29,1%, (315.516 millones de euros) de esta deuda proviene de la banca alemana y un 18,8% (219.766 millones) de la banca francesa. Entre los dos acumulan el 47,9% del total de la deuda que los bancos y monopolios españoles han necesitado para su expansión y que todos los españoles deberemos amortizar. A nivel político el precio es la dependencia de nuestro país a estos centros de poder mundial y por tanto su menguante capacidad de independencia y decisión para levantar un proyecto propio. Al contrario de cómo quiere presentarlo Zapatero, la invitación de Italia a la Cumbre del G-8 es una ratificación de nuestro menguante peso económico y político en el mundo.

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