Redadas contra inmigrantes "sin papeles"

Órdenes no escritas

Mientras los barcos y helicópteros de salvamento marí­timo siguen rescatando a los inmigrantes que naufragan en nuestras costas, en tierra firme se continua con una cacerí­a no declarada contra el inmigrante «sin papeles».

El asado mes de junio, a la hora de comer, varias furgonetas de la Policia Nacional se apostaron frente al comedor social “La Milagrosa” de Tenerife. Uno por uno, a medida que sus 80 comensales iban saliendo se les fue pidiendo la documentación. 15 fueron detenidos por su situación irregular… bueno, quince más uno.Se supone que a mediados de febrero, Alfredo Pérez Rubalcaba, dio orden para que cesaran las redadas masivas de inmigrantes. Dos meses después, colectivos de extranjeros y asociaciones que trabajan con ellos denuncian que los controles no sólo continuaban, sino que se habían intensificado. La presión policial se había desplazado a zonas, como Andalucía y Levante, donde muchos inmigrantes habían ido a buscar trabajo relacionado con el turismo. A finales de junio de este año, las redadas continuaban. Los policías no fueron al comedor a ver a quién pillaban, tenían perfectamente planificado el “golpe”, hasta tal punto que entraron directamente a la cocina donde sabían que las Hermanas de la Caridad que gestionan el comedor, tenían trabajando a un presunto “ilegal”. Efectivamente, se lo llevaron también. A las pocas horas estaban todos libres y pocos días después un mando policial se acercó al comedor social a pedir disculpas. El hecho no ha tenido más repercusión que su difusión pública por cierto sector de la prensa nacional para rebatir la permanente negativa del Ministerio del Interior a admitir haber dado instrucciones para aumentar la presión contra la inmigración ilegal con cupos de detención. Más allá de un motivo de desgaste político contra el gobierno (“los que ayer te regularizaban hoy vienen a cazarte”), estamos asistiendo a una ofensiva silenciosa de amedrentamiento y expulsión de mano de obra sobrante para los ajuste que ante la crisis preven los capitales monopolistas en toda Europa. El hecho es que lo de “La Milagrosa” no era puntual, ni en el tiempo ni en el espacio. Justo el día anterior fue detenido en Mercatenerife otro grupo de inmigrantes que estaba trabajando. Alguno de ellos llevaba más de 20 años en Tenerife. Sus familiares pidieron una entrevista en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Hoya Fría y no se les permitió hacerlo hasta quince días después. En otras ciudades tampoco han dejado de producirse sucesos de la misma índole. En Madrid, el 12 de junio, en la sede de la asociación Karibú, una de las más reconocidas organizaciones de ayuda humanitaria para inmigrantes que recibió el año pasado el Premio al Voluntariado concedido por la Secretaría de Estado de Política Social y Familiar del Gobierno, la policía se apostó en las dos puertas de acceso y empezaron a pedir la documentación a las 120 personas que allí estaban. Eran las 12 del mediodía y se estaba preparando la distribución de la comida. El propio director del centro explicó que los policías se excusaron por tener que pedir papeles a adultos y niños que estaban recibiendo leche, arroz o medicamentos. Se llevaron a uno para cubrir el expediente. El abogado experto en extranjería y presidente de CEAR en Euskadi, Javier Galparsoro, lo tiene claro: "la policía recibe órdenes no escritas para llevar a cabo estas acciones". Recuerda que la situación administrativa irregular en una persona inmigrante que llevan años en España "es una infracción que se salda con una multa". Precisó que en España son más de un millón las personas en situación administrativa irregular y recordó que los jueces están paralizando las expulsiones de las personas en esta circunstancia.La iglesia, por boca del responsable de Migraciones en la Conferencia Episcopal, José Sánchez, ha denunciado abiertamente la intención del gobierno español (en sintonía con la posición dominante en Europa) de penalizar con multas “la hospitalidad” de quien acoja o mantuviera a inmigrantes “sin papeles”. Ahora más que nunca, la consigna de española o extranjera una misma clase obrera se tiene que traducir en luchar contra el amedrentamiento, caza y expulsión del sector más débil de los trabajadores inmigrantes que, de no cortarse, es un balón de oxígeno para que se desarrollen y se expresen tendencias “fascistas” y xenófobas en la sociedad española.

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