Cataluña

«Órdago independentista» a la medida del FMI

De repente, toda la situación polí­tica de Cataluña se ha colocado boca abajo. De ser uno de los alumnos aventajados de los recortes ordenados por el FMI y Merkel, Artur Mas ha pasado a convertirse en «ví­ctima de la intransigencia española». Detrás del «órdago independentista» hay números, que reflejan el expolio a los catalanes, asfixiados por la propaganda.

“Derecho a decidir”… ¿sobre qué?

Como un nuevo Ibarretxe, Artur Mas enarbola el “derecho a decidir” de Cataluña. Pero, ¿sobre qué podemos, y sobre qué no podemos decidir los catalanes?

Según Mas, podemos decidir sobre la forma y manera en que queremos separarnos de España. Eso sí está permitido. Por eso impulsa en el Parlament la convocatoria de una consulta soberanista.

Pero, al parecer, no podemos decidir sobre la catarata de recortes que su gobierno nos ha impuesto, en sanidad, en educación… a todos y cada uno de los catalanes. Cumpliendo mandatos estrictos del FMI y de Merkel. «No podemos decidir sobre la catarata de recortes que Mas ha impuesto cumpliendo órdenes del FMI y Merkel»

Tampoco podemos decidir sobre el Pacto Fiscal que nos impone Bruselas, obligándonos a unos plazos asfixiantes de reducción del déficit que nos hunden todavía más en la recesión.

Ni sobre el futuro de las pensiones públicas, que la Comisión Europea y el FMI quieren recortar y privatizar.

¿Por qué no convoca el señor Más un referéndum para que los catalanes “podamos decidir” sobre estas cuestiones?

Pero no. Para Artur Mas, sobre los asuntos que más afectan a nuestras vidas, los catalanes no podemos decidir. Ya lo hacen Merkel y el FMI por nosotros.

¡Valiente “Cataluña soberana” la que usted defiende, señor Mas!

¿Mayoría independentista en Cataluña?

Se nos está vendiendo una mercancía defectuosa. Artur Mas presenta la manifestación de la Diada, que exigía ver a Cataluña convertida en “el nuevo Estado de Europa”, como expresión de “la voluntad mayoritaria de los catalanes”.

¿Es eso así? ¿Hay una mayoría independentista en Cataluña?

Los números nos dicen lo contrario. En las generales del 2.008, los votos a los partidos independentistas –entre los que incluimos a CiU, aunque no todos sus votantes lo son- cosecharon 1,25 millones de votos. Exactamente el 23,6% del censo.

Mientras que los votantes que apoyaron a opciones no independentistas sumaron 3,2 millones.

Una proporción de tres a uno a favor de la unidad. Esta es la relación que existe realmente en Cataluña. Y que se repite –con algunas variaciones- elección tras elección.

¿Dónde está pues esa “mayoría independentista” que exhibe Mas?

Lo que ocurre es que, mientras los votos soberanistas están férreamente encuadrados, bajo la hegemonía política de CiU, los votantes que apuestan por la unidad se dispersan entre multitud de fuerzas, incluyendo una parte importante de la abstención.

La antidemocrática ley electoral de Cataluña permite a las fuerzas nacionalistas alcanzar en el parlamento un poder muy por encima de su representación real.

Esto permite a Mas erigirse como “portavoz de las aspiraciones de la mayoría de los catalanes”. Cargo que, con los números en la mano, le viene demasiado grande.

Frente a los excesos de la propaganda oficial, debemos tomar conciencia de que la mayoría de los catalanes están por la unidad.

Lo que hace falta es que esa mayoría social se una y tenga la representación política que le corresponde.

¿Qué “pacto fiscal” nos interesa a la mayoría de los catalanes?

Todo el “órdago independentista” de Mas se fundamenta en la premisa de que “España expolia a Cataluña”. Y eso se traduciría en el “déficit fiscal”, fruto de que el gobierno central invierte en Cataluña menos de los impuestos que aquí se recaudan.

Hagamos los números. Y comprobemos quien expolia, no a Cataluña –una entidad sin rostro- sino a todos y cada uno de los catalanes con nombres y apellidos.

El gobierno catalán pagará este año a los bancos extranjeros y nacionales la friolera de 2.404 millones por el abono de los plazos de la deuda externa. El montante de los recortes aplicados por Artur mas en Cataluña suman 2.802 millones de euros. Una cifra similar a lo que debe pagar a los grandes bancos extranjeros y nacionales.

Pero todavía hay más. El 1% de la población catalana, las capas más altas de la burguesía local, disponen de una riqueza financiera superior a los 68.000 millones de euros.

Sólo con que a este ínfima minoría se le aplicara un impuesto de sólo el 30%, la Generalitat recaudaría cada año 22.000 millones de euros adicionales, prácticamente un 70% de sus gastos anuales.

El “pacto fiscal” que nos interesa a los catalanes es obligar a los que más tienen a pagar más.

Y luego están los recursos que consumen las castas políticas. Mientras en el conjunto de España los gastos del Estado representan el 21,8% del PIB, en Cataluña suponen el 28,9%. Es decir, 7,1 puntos más de gasto público.

Sin embargo, el gasto público que se dedica en Cataluña a atender las necesidades sociales básicas (educación, sanidad, protección social, complemento de pensiones…) está más de 3 puntos por debajo que en el conjunto de España.

¿Quién expolia entonces a los catalanes?

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