José Manuel Zapata actualmente se encuentra preparando «Le nozze di Figaro» en el Liceo de Barcelona, bajo la dirección de Josep Pons y Lluís Pasqual. Reproducimos aquí una entrevista para Foros21 que José Manuel Zapata nos concedió tras una mágica noche en el Teatro Circo Price de Madrid, con el espectáculo Tango «Mano a Mano», allá por el 2010.
¿Cómo surge la idea de Tango – Mano a Mano?
Yo siempre he sentido un grandísimo amor por el tango y por la música argentina, y tras unos cuantos años de carrera lírica me decidí a hacer un concierto de tango en solitario. Lo que pasa es que conocí a Pasión Vega y se produjo un “feeling” inmediato. Entonces decidimos llevar eso al Teatro Real de Madrid.
Pero, los artistas que participan son de primera línea, del flamenco a la copla, del jazz a la ópera… ¿por qué esa composición?
Cuando decido plasmar en un disco esto, ¿sabes qué pasa?, que el tango y el flamenco están muy ligados, pero es que además yo quería que tuviera una repercusión mucho mayor de la que tendría un disco cantado solo por un interprete de lírica. Al fin y al cabo los que nos dedicamos a esto, excepto Pavarotti, Carreras, Domingo, Caballé y Arteta, somos desconocidos para el gran público, y yo quería que la gente no viera esto como un tenor que canta tangos, porque tienen demasiada veneración y falso respeto a lo que es un cantante de ópera. De ahí surgió la idea de invitar a “los primeros espadas” que salen en el disco.
Sí que pasa eso, ¿verdad?, cuando la lírica tiene raíces populares…
Es que a partir de principios del siglo pasado la ópera se alejó del pueblo, cuando es un espectáculo creado para él. Se convierte en algo para la alta sociedad. Lo primero que dice la gente es “yo no entiendo de eso”. Y yo siempre digo que no hace falta entender, que cuando vas a un Music Hall, a ver “Los Miserables”, vas, te desarmas y disfrutas. Esto es arte.
La sociedad es responsable de haberle cargado a la ópera de un elitismo que no es real. La ópera son historias musicadas, y nada más que eso.
Luego está el volumen de inversiones que hacen falta para un espectáculo así, lo que encarece el precio para el público…
La ópera hoy en día es una completa y absoluta ruina, tal y como se entiende. Es inasumible.
Cuando empecé a cantar hice una nueva producción de Aída en el Teatro Real de Madrid, que costó trescientos o cuatrocientos millones del año 98, con un montón de gente en escena. Una producción que debe estar en un cajón si no se ha quemado ya, porque nunca más volvió a salir. En cambio he hecho después producciones con Emilio Sagi que han costado dos pesetas de una genialidad tremenda. Es que esto es teatro, no cine. Si tu teatralizas bien y tienes un director que sabe de qué va el asunto, con poco dinero se pueden hacer cosas maravillosas. Esa explosividad que es la ópera, si no es una super-producción parece que se queda desnuda. Y yo no estoy de acuerdo con eso.
Coincidimos totalmente. Es que cuando aparece una obra como “Tango mano a mano” es para felicitarse, porque ocurre lo mismo con lo que se ha llamado “fusión”, como si fuera algo exclusivo de un tipo de música, cuando la música es eso. Es fabuloso que la ópera aparezca en ese mundo.
Eso que dices es fantástico. Estoy total y absolutamente de acuerdo. Pasa sobretodo en sociedades mediterráneas. En EEUU un cantante es eso, cantante, y ¿por qué no va a poder fusionar con el tango?, ¿por qué es rebajarse a un nivel que no es el tuyo?. Eso son chorradas. Si yo no hubiese hecho este disco hubiese cometido un gran error, porque me lo pide el corazón. No lo he hecho por ganar más dinero, de hecho no solo no me lo ha dado sino que más bien me lo ha robado, además del tiempo…
Parece que si un cantante de ópera “fusiona” es sacrilegio, cuando un voz lírica puede aportar muchos colores y tintes nuevos a ese tipo de música.
Trabajaste durante unos años en el Coro de Valencia, al que creo que le tienes mucho cariño, y siempre hablas con muchísimo respeto y admiración de Ana Luisa Chova…
Estuve cuatro o cinco años como fijo. Allí aprendí música y a ser músico, con Paco Perales, que sigue siendo el director. Aprendí a entender la música y a respetar mucho lo que es un cantante solista, a diferencia de otros coros donde hay mucha frustración. En ese coro la gente ama lo que hace. He aprendido de noches malas y de noches buenas, y a valorar lo que es ponerse delante del público sin ninguna defensa.
Luego Valencia tiene a Ana Luisa Chova que es, sin duda, la profesora de canto con mejores resultados de este país. Si tu miras los carteles internacionales la mayoría de cantantes españoles han sido alumnos suyos. Ella te enseña dos cosas fundamentales: paciencia y humildad. Te enseña a ser buena persona, algo que no suele enseñarse en las escuelas de canto, en las que se enseña a competir, y esto no es una carrera de caballos; “hoy estoy yo, mañana puede que estés tú, o a lo mejor no llegas a estar nunca pero intentaré hacer música y ser feliz…”, te pacifica el alma, y eso para un cantante es fundamental.
Y de ahí al Metropolitan, como quien dice…
Pasando por Dénia, Alfafar… y muchísimos bolos en sitios pequeños. Lo que pasa es que cuando llegas al Met, tocas el cielo. Pase lo que pase después eso queda. Me acuerdo de aquellos pasos entre la platea, porque la producción hacia que saliese desde atrás, y veía aquellas 4250 personas en silencio escuchándome… está en mi corazón y nadie me lo puede quitar.
¿Y el recibimiento?
Maravilloso. Era el estreno de “El barbero de Sevilla”, yo estaba constipado y aún así algo me iluminó y pude cantar muy bien, con mucho éxito. Lo que ocurre que el público de ópera de allí es mucho más caluroso, se ponen a mirar menos el marchamo del cantante. A mi me sorprendió que reían, cuando es rarísimo que eso ocurra en España o en Italia. Inolvidable