Música

Olor a adolescente

El periodista estadounidense Greg Prato ha lanzado a las librerí­as «Grunge es Dead» coincidiendo con el 15 aniversario de la muerte de Kurt Cobain; 130 entrevistas a muchos de los protagonistas de un género musical que definió de forma cristalina la contradicción de toda una década encarnada en la música. Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden… y muchos otros contribuyen a recordar y comprender al músico desesperado, deshecho, y sin rumbo, que se convirtió en el norte de la brújula desimantada.

El róximo 10 de abril en Seattle se rendirá culto póstumo y homenaje a la figura de Cobain a través de un concierto a cargo de la banda de Chicago “Nevermind” que se nutre de versiones de Nirvana.El grunge se fue configurando como un movimiento musical, estético y ¿moral?, que pese a hundir sus raíces en los años 60 había macerado cada una de las pequeñas aristas de la encrucijada que el año de 1989, antes y después, había marcado para el mundo.El interés es musical por Kurt y de fondo por todo lo que él representaba. Seguramente el suicidio, el tormento, las drogas, y la rebeldía degradada sea lo que mediáticamente más repunta cuando se habla del grunge y del rubio de mirada cortante; entre el 4 y el 8 de abril de 1994, Kurt Cobain se pegó un tiro después de inyectarse una sobredosis de heroína. No era la primera vez que intentaba suicidarse: "Hace años que no me emociono con nada; me siento culpable desde hace mucho tiempo", decía en la nota que dejó para que fuera encontrada después de su muerte.En la década de los noventa, con la caída de la URSS, el horror quedó al descubierto; la losa del fascismo soviético y el socialismo real había desparecido. La debacle de todo el movimiento revolucionario fue determinante, pues pese a haberse librado del pulpo soviético, los cascotes radioactivos lo habían dejado herido mortalmente, en algunos casos, y de gravedad en otros. Ya ni si quiera se pretendía destruir, solo quedaba degradarse por puro odio a la realidad en la que se vivía. “Nada tiene valor porque no vamos a ninguna parte”La carrera de Nirvana fue tan fugaz como su música. Y no por el recuerdo que ya se ha convertido en mito moderno, sino por el recorrido e intensidad del poso. Vivir rápido las explosiones de burda energía, de sensaciones hedonistas e incontroladas para quemar el hastío y la confusión, para tapar el vacio y la incomprensión: ¿Por qué se hace? No se sabe, se hace en sí mismo… como para enloquecer.La trayectoria de Nirvana fue “apagándose” como Kurt. Y no en el sentido de su calidad o su fama, sino de la intensidad más superficial de su forma de expresión; Bleach, Nevermind, In Utero, y Unplugged In New York. Empezaron entrando en directo en un programa de televisión para cantar a tempo ultra lento “Smells Like Teen Spirit”, sólo porque estaban hartos de que siempre les pidieran la misma canción; sin olvidar despedirse del público destrozando a capricho infantil todo lo que de música había a su alrededor. Y acabaron sosegados, mofándose de lo que Kurt consideraba una fama ridícula, subidos a un escenario de la MTV para hacer un concierto acústico con aires de “sabios del rock”.Pero la destrucción da paso a la construcción. El “olor a adolescente” anuncia que algo nuevo tiene que nacer. El veneno radioactivo ha de diluirse en la sangre para concebir el resurgir de la transformación. También en la música. Lo estamos viendo.

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