Cómic

«Olimpita». Viñetas sobre maltrato e inmigración

Olimpita es una pescadera, de origen andaluz y residente en Barcelona, que sufre la violencia de su marido, Carmelo. Al mismo tiempo, Ass, un joven senegalés, llega a la ciudad sólo, sin amigos, sin papeles y sin ingresos, en busca de trabajo. Entre ambos surgirá una enternecedora historia de amor que simbolizará su desesperada lucha por la felicidad perdida.

¿No hay otra vida mejor de la que estoy llevando? Esa es la regunta que se hacen todos los personajes de Olimpita, un álbum que según su guionista intenta alejarse del “tradicional discurso bienpensante que reina todavía”. Migoya también se aleja del tipo de narración que le ha caracterizado, el sexo, la cultura “pop”, los inesperados giros de guión, etc. Elementos que, aunque presentes en Olimpita, se ponen al servicio de un estilo narrativo cercano al costumbrismo y cargado de sensibilidad. Joan Marín por su parte, recurre a un expresivo dibujo en tonos grises, con líneas rotas, que transmite a la perfección la inestabilidad de una vida con muy pocos estímulos. “Quería hacer un cómic costumbrista sobre dos temas que he vivido de forma bastante cercana y contar cómo es muy difícil que un inmigrante africano que no tiene dónde comer y dónde dormir se comporte como un santo varón”, afirma Migoya. Sin embargo, Olimpita ve en Ass -que en inglés puede traducirse como imbécil, burro o culo- la carta más valiosa de la baraja, y consigue que su marido le dé un trabajo en el puesto del mercado. Unidos por la violencia de la que son objeto, Olimpita y Ass se lanzan a una aventura en la que serán capaces de sacrificarlo todo por un instante de felicidad. La búsqueda a contracorriente de una vida mejor es, al fin y al cabo, el tema central de esta novela gráfica de 150 páginas, que convierte en pequeños héroes a personajes de los que conviven entre nosotros. Aunque la historia de amor de Olimpita y Ass bien pueda sonar a serie de televisión, libro o película, disciplinas en las que los autores también se sienten cómodos, Migoya y Marín escogieron el tebeo para sacarla adelante, porque reconocen que el cómic era la mejor forma de desarrollar la idea, ya que “ofrece mucha más libertad creativa que otros medios”. Una recomendable lectura, que conseguirá enternecer al lector, al mismo tiempo que denuncia una realidad insostenible para muchas personas que hacen de su vida diaria una lucha constante.

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