SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Objetivo España: resistir ante el drama griego

«Es muy importante que la línea de puntos no pase por los Pirineos cuando la noche del 17 de junio se conozca el resultado de las elecciones en Grecia. Si en aquella fecha España estuviese sometida a algún tipo de intervención, nuestra pertenencia al euro y nuestro actual anclaje en Europa podrían estar en serio peligro. Por muy difíciles que se nos pongan las cosas, hay que hacer todo lo posible para no quedar atrapados por esa línea de puntos. El 17 de junio del 2012, España no debe estar en la lista de los países intervenidos. Hay que resistir y podemos resistir».Palabras de un alto cargo del Gobierno el lunes pasado, apenas iniciada la peor semana de la crisis española del siglo XXI. Unas horas antes, la prima de riesgo había rebasado por primera vez la barrera de los quinientos puntos. Madrid estaba al borde del ataque de nervios, un miedo difuso y circunspecto recorría todos los rincones de España, y la Moncloa se esforzaba en difundir dos consignas. Primera: el futuro del euro se juega en España e Italia. Segunda: hay que resistir.Resistir, resistir, resistir. La más añeja de las consignas españolas. Numancia y Sagunto; Guzmán en el sitio de Tarifa; Palafox en Zaragoza y Álvarez de Castro en Girona; el doctor Juan Negrín («resistir es vencer»); el general Moscardó en el Alcázar de Toledo; Brunete, Belchite y Teruel; las órdenes de Líster y Tagüeña en la batalla del Ebro («vigilancia, fortificación y resistencia»); los maquis que se negaron a replegarse; la impasibilidad de Franco hasta su muerte en la cama, y la célebre sentencia de Camilo José Cela: «En España, vence el que resiste».Resistir es posible, cree el Gobierno. Retoma la palabra la primera voz, la de la línea de puntos: «Vienen unos días muy complicados en los que podemos llegar a tener la sensación de que todo se viene abajo, pero no nos hemos de dejar llevar por el pánico. Disponemos de margen para aguantar cierto tiempo con la prima de riesgo por encima de 500, sin olvidar que los alemanes oscilan entre dos actitudes: tienen conciencia de la magnitud del problema y no tienen prisa. Viven un momento verdaderamente excepcional a un año de las elecciones federales. Se financian casi a coste cero y la depreciación del euro multiplica sus exportaciones. Sus movimientos serán lentos. Hemos de saberlo».

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