Baltasar Garzón, el magistrado de la Audiencia Nacional que ha metido en la cárcel a más de un millar de terroristas de ETA, que desenmascaró las tramas políticas etarras llegando hasta la actualidad con la suspensión de las actividades de ANV, que desarticuló a los GAL e investigó su guerra sucia, sus crímenes de Estado (con importantes responsabilidades en el seno del PSOE), que dirigió operaciones judiciales contra las mafias gallegas del narcotráfico, que encausó a Pinochet, que llevó adelante la instrucción del caso Gürtel (la trama corrupta en la que aparecieron implicados altos cargos del PP), y, últimamente, inició la apertura del proceso al franquismo poniendo en evidencia las carencias de la descafeinada Ley de Memoria Histórica (y el uso demagógico electoralista por parte del PSOE) se ha convertido en un juez independiente que «crea problemas» a derecha e «izquierda». Darle un escarmiento ejemplar para los otros jueces independientes. Ese es el objetivo.
¿Quiénes están haciendo el trabajo sucio? La Sala Penal del Tribunal Suremo ha reabierto la investigación sobre las remuneraciones del juez Garzón en Nueva York, que ya ha sido archivada en tres ocasiones, una de ellas por la propia Sala Penal. El magistrado instructor del Supremo es Luciano Varela. En el interior de la judicatura está considerado como un hombre de la vicepresidenta, siendo la cabeza visible que impidió el acceso de Garzón a la presidencia de la Audiencia Nacional. Es decir, un amigo de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega que en colusión con el magistrado Adolfo Prego (posible candidato “conservador” al Tribunal Constitucional por el PP), ponente en la admisión de la querella presentada contra Garzón por el exponente de la extrema derecha más “clásica” y dura de nuestro país, una oscura organización que se autodenomina “sindicato de funcionarios”.Pero detrás de una maniobra de este calibre presentada como una “acusación popular” y por tales personajes ultraderechistas hay un trabajo sucio para dinamitar la figura de Garzón. Trabajo sucio que cuenta, para que prospere, con el aval de las principales fuerzas políticas (PP-PSOE) e instituciones judiciales de nuestro país. Trabajo sucio para limitar la independencia de los jueces, de la que Garzón, con todos sus errores, representa con casos en los que Garzón ha sido un auténtico impulsor y en los que también ha ido “demasiado lejos”, incluyendo la competencia de nuestros tribunales en crímenes contra la humanidad, como Guantánamo y Gaza (Washington avisa).El proceso contra Garzón es una decisión de Estado (en la que están de acuerdo PP y PSOE). Escarmiento ejemplar con la figura de Garzón por ir demasiado lejos, por ser demasiado independiente. Toque de atención a los demás jueces independientes para que no creen “problemas”.