Selección de prensa nacional

Obama y su New Deal

La expectación por los resultados electorales del próximo domingo -y la necesidad de intentar rebañar votos hasta el último momento- dejan en la prensa nacional de hoy un encefalograma bastante plano. Los recurrentes temas sobre la trama del PP -sobre la que parece haberse decretado una tregua tácita hasta pasados estos dos dí­as, ya veremos si todos la cumplen -donde lo único destacable es la columna de Raúl del Pozo, las primeras reacciones a los presupuestos de Obama, y poco más.

En su columna habitual, Raúl del Pozo one el dedo en una de las llagas de la involución democrática del modelo político al preguntarse, con todo acierto, “¿cómo no desconfiar de unos partidos cuyas deudas a los bancos no se consideran deudas sino inversiones?”. Ese en definitiva, uno de los centros nodulares de la corrupción del sistema, puesto que no afecta a unos cuantos individuos desaprensivos y mangantes, sino a la estructura misma sobre la que se asienta todo el modelo: la relación intrínseca entre una casta política oligárquica que tiende a ocupar todas las instituciones del poder del Estado y una clase dominante, cuya máxima expresión es la oligarquía bancaria. “¿Cómo no descreer de unos dirigentes a los que la banca indulta, las cajas les prestan a fondo perdido y aún necesitan más y más?” se pregunta Raúl del Pozo. Con respecto a los presupuestos de Obama, dos respuestas, como en EEUU, radicalmente distintas. La de ABC, por un lado, que se espanta doblemente ante el enorme déficit previsto. Espanto ante la posibilidad de que la simple idea de la redistribución de las rentas como fórmula para enfrentar la crisis –incluso aunque después en EEUU no se lleve adelante– pueda expandirse desde el centro del imperio hacia las provincias (aunque desde luego no con nuestra clase política). Y espanto de alguien que conoce algo de las cuentas mundiales –económicas y políticas, es decir, de poder– y duda mucho de que el 2% de los americanos más ricos vaya a cargar con los gastos sin antes utilizar ese poder para hacer pagar la factura a los súbditos de las provincias del imperio. El Periódico de Aragón, por su parte, presagia la feroz batalla política que se avecina en EEUU si Obama se empeña en sacar, aunque sólo sea en parte, su proyecto. Opinión. El Mundo GUSANERA Raúl del Pozo Han preguntado a Mariano Rajoy si metería la mano en el fuego por dirigentes de su partido. Mariano ha evitado pronunciarse; le parece desusado someterse a esa prueba medieval que se utilizaba con los traidores y las brujas (…) La desconfianza de Rajoy hacia los políticos debiera ser el resplandor de los demócratas. En el PP y hasta en una asociación de vecinos habría que seguir las órdenes de los revolucionarios de primeros del siglo pasado que aconsejaban así: hay que elegir a los más honrados para las instituciones, y después vigilarlos como si fueran ladrones. Hasta en el papado hubo corrupción y sangre en las alcantarillas. Cuando los papas estaban sin dinero, vendían bulas y decretaban la cobranza de impuestos a las prostitutas para sacar dinero. Así que no hay que rasgar el romancero. Pero ¿cómo no desconfiar de unos partidos cuyas deudas a los bancos no se consideran deudas sino inversiones? ¿Cómo no descreer de unos dirigentes a los que la banca indulta, las cajas les prestan a fondo perdido y aún necesitan más y más para mítines con banderitas de plástico y música celestial? La condonación de deudas es financiación ilegal. En la política, como en Torrelodones, la banca siempre gana, y la plebe vigila los muflones que matan, en vez de vigilar, la leña que se llevan, en un Estado con 19 retoños genéticamente idénticos. Esto es una covacha de birlones que empieza en Roldán y sigue en Correa; como siempre, los bribones siguen a la sombra de palacio, como antes en el Alcázar, pensando que el diablo se lleve lo último. El vicepresidente de los ropones ha comentado que si el Barón de Montesquieu muere, moriría la democracia. Pero la democracia no muere sólo del mal de las formas o la estética de las apariencias, sino de la gusanera de la corrupción. Montesquieu, desde la nobleza de la toga, no sólo habla de la separación de poderes, sino de la liza de los partidos que se corrompe por oligarquía y envilecimiento de principios. De vez en cuando, hay conatos de purga. Ahora le ha tocado al PP. La resaca, esa visión borrosa que sufre Rajoy, se le acabará el lunes; verá si se escapa o no del descaste, que en política se llama desgaste o eliminación de los que sobran en la lucha darwinista del poder. Mariano vive en una atmósfera de fin de reinado. Si gana las gallegas por mayoría absoluta, aguantará; si no, hay mucha gente que no quiere esperar a las europeas ni aplazar el descaste. Mientras, el muflón sardo está llorando y ni el Rey se atreve a pegar un tiro. EL MUNDO. 27-2-2009 Editorial. ABC OBAMA Y EL DOS POR CIENTO EL presidente Obama ha mostrado con su discurso a la nación del pasado martes que cree que la recesión mundial ha creado un escenario en el que los norteamericanos -y el mundo entero- están tan asustados que nadie se atreverá a contestar un incremento del papel del Estado en la economía. Lo que no sabe nadie es si ese tipo de actitud permitirá crear la riqueza necesaria para pagar los elevados costes de su programa de reactivación económica. Obama demostró el martes que cree en la capacidad del Estado para generar prosperidad, para reformar el sistema económico y el sanitario e incluso el marco energético del país. Así, los demócratas del Congreso le dedicaron un aplauso rayano en la aclamación cuando propugnó que las Cámaras aprueben este mismo año un sistema de salud pública gratuito y universal. Cómo piensan esos entusiastas congresistas asumir un coste extra de 220.000 millones de dólares en medio de esta recesión es algo que no está claro. Lo más parecido a un dato concreto de cómo hacer frente al inmenso gasto que se requiere para el programa de reactivación económica fue «cortar los beneficios fiscales del 2 por ciento de los norteamericanos más ricos», a lo que añadió que las familias que ingresen menos de 250.000 dólares no verán sus impuestos incrementados en un solo centavo. El dato de lo que ese 2 por ciento de la población pagó en 2006 -unos 522.000 millones de dólares, bastante más que ahora, por cierto- ya da una idea de lo difícil que va a ser sacar a partir de ahí los fondos necesarios para pagar estos planes. Barack Obama cuenta con que la reactivación económica llegará espontáneamente y que el nuevo consenso intervencionista está integrado por los que creen que los impuestos no son un freno al crecimiento económico o la creación de empleo. Pero lo más preocupante del plan de Obama es que está vendiendo a su país y al mundo entero, que es consciente de su dependencia económica de la locomotora norteamericana, un sueño basado en que el peso del enorme coste del programa de reactivación va a caer sobre el 2 por ciento de los norteamericanos más ricos. Creer que su elevado plan de gasto puede pagarse finiquitando el recorte de impuestos que George Bush dio a ese 2 por ciento y con la retirada de las tropas de Irak es creerse una ilusión. El gasto que se propone tendrán que pagarlo todos los norteamericanos. Y todos nosotros mientras se demora la recuperación global ABC. 27-2-2009 Editorial. El Periódico de Aragón OBAMA PRESENTA SU NEW DEAL Al presentar las líneas maestras de su primer presupuesto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dado carta de naturaleza a su new deal para acudir al rescate de la clase media, sanear el sistema financiero y confiar al Estado la recuperación del pulso de la economía. Una operación que tiene, como era de prever, un precio inusitado: acumular un déficit de 1,38 billones de euros este año –12,3% del PIB– y algo menos de un billón, el próximo, las cifras más elevadas desde el final de la segunda guerra mundial. La cerrada oposición de los republicanos a sumar su apoyo a la inspiración neokeynesiana del programa de choque de Obama parece haber liberado al presidente de la contención a la que le obligaba su proyecto bipartidista. La traducción de la "hora de la verdad" a la que aludió en su discurso ante las dos cámaras del Congreso se fundamenta en la inversión en sanidad, educación y nuevas energías, la reducción del gasto militar, una partida de 196.850 millones de euros destinados a acudir en ayuda de los bancos si se registran nuevos episodios de falta de liquidez, recortes fiscales para la clase media y más presión sobre las rentas más altas. Pero este programa tampoco concita el apoyo de todo el Partido Demócrata y no tranquiliza a los mercados, afectos a la ducha escocesa, que tiene desorientados a los ahorradores e impide hacer previsiones a medio plazo. La promesa de Obama de que habrá reducido el déficit a la mitad al final de su primer mandato, hasta dejarlo en el 3% del PIB, tampoco es una enorme garantía para inclinar la voluntad de los más reacios a depositar en las finanzas públicas la vuelta a la prosperidad. Al contrario, su proyecto de fiar una parte importante de la reducción del gasto a la retirada de Irak y a la anulación de programas de armamentos innecesarios ataca las convicciones más profundas de los conservadores, cuya santo y seña combina la diplomacia armada, la contracción del Estado y la confianza ciega en la iniciativa privada. Para los depositarios del legado neocon, el proyecto de Obama es intervencionista e irremediablemente ineficaz. Este es el sentido de su oposición al presupuesto y la base de la batalla política desencadenada por los republicanos a pesar de que el presidente conserva intacta su popularidad, su equipo apenas se resiente de la crisis de los nombramientos y algunos augures vislumbran síntomas de recuperación para finales de año EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. 27-2-2009 Editorial. Cinco Días NO PACTAR CUALQUIER COSA El presidente del Gobierno está ya preocupado con la marcha del empleo. Cada vez cree menos en su original pronóstico de que habrá una recuperación desde marzo al hilo del plan extraordinario de inversión municipal. Por eso ha intensificado los contactos con sindicatos y patronal, para poner negro sobre blanco en las medidas económicas y sociales contra la crisis. La premura que tanto él como su ministro de Trabajo han puesto en los últimos días para cerrar un acuerdo culmina hoy con un encuentro con la cúpula de la patronal para tratar de arrancar un compromiso que los empresarios difícilmente pueden suscribir. Además, la escenificación de la petición es una presión pública que carece de sentido cuando están en juego cuestiones claves para solucionar la mayor crisis económica de las últimas décadas. Tal como está diseñado, el acuerdo no será más que una serie de iniciativas elegidas a conveniencia que el Gobierno quiere llevar al BOE entre las demandas sindicales y patronales. Se precisan acuerdos sensatos, equilibrados y con contenido. No se puede pactar cualquier cosa. CINCO DÍAS. 27-2-2009

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